ELCHE. Después de abordar las oportunidades que hable la economía circular y l descarbonización en la industria en la primera mesa de Conecoo, el primer congreso de Economía Circular que tuvo lugar en Elche (en las dependencias de Grupo Soledad en el Parque Empresarial), las siguientes mesas abordaron por una parte cómo se gestionan estas políticas en la parte interna de la empresa y las ventajas que ofrece. Y por otra parte, también cómo puede afectar la nueva Ley de Residuos.
En la segunda mesa, moderada por Pascual Martínez, CEO de Desinope, se abordaorn estas cuestiones, en las que las firmas expusieron su caso. En el de Decathlon, su encargado de Desarrollo Sostenible, Íñigo García, explicó que una empresa que cubre el ciclo completo de economía circular, como es el caso, "la estrategia también tiene que ser completa, ahondando todos los impactos que se generan. Tenemos una deuda con la biodiversidad y las agresiones generadas por nuestra actividad". Por ello se centran en la reducción de emisiones de CO2 en términos absolutos (midiendo el desplazamiento de clientes), reducción de deuda con la biodiversidad (metros invadidos en la naturaleza por una tienda, buscar acciones para revertir), promoviendo la movilidad ‘saludable’, sin vehículo, y por último la economía circular: "Desde 1986 celebramos la feria Trocathlon de venta de segunda mano". Y añadía que es clave "la economía de uso como fomento del alquiler o el ecodiseño de los productos, donde hemos avanzado mucho".
Por parte de Soledad, la otra compañía sobre la mesa que cumple ese ciclo completo, con los neumáticos, la responsable de Comunicación y RSC, Vanesa Pérez explicó que compran, distribuyen, ponen el producto en el punto de venta "y lo recogemos una vez finalizado". En su planta de Aspe filtran los neumáticos que son aptos para una segunda vida y se renuevan, "y los que no se destruyen para nuevas materias primas en fábricas para fabricar bolardos de caucho, piezas para puentes elastoméricos, goma para el techo, granzas...". Valorizan los residuos para meterlos de nuevo en la cadena de suministro de las plantas de pirólisis, "nos permite el 100% del reciclado del neumático". También han instalado más de 3.000 placas solares para ahorro de energía diaria o calderas de biomasa para no utilizar gas en las divisiones industriales.
En el caso de Greene, referente en el sector del biogás, su CEO Juan José Hernández incidía en que son una empresa "de base tecnológica muy científica". Para ellos, la materia prima es el residuo, del que estudian sus distintos procesos químicos, que dependen de los componentes y su tratamiento. "Estudiamos comportamientos y a partir de ahí ingeniería que sea capaz de transformar este producto en nuevo producto". Trabajan con el residuo que acaba en el vetertedero y que no puede recuperarse mecánicamente. Actualmente cuentan con una plantilla de 53 profesionales para estudiar proyecto por proyect, aunque recuerda lo difíciles que son los primeros pasos: "Nunca hay una primera referencia cuando se habla de vanguardia, que es lo que buscan los inversores o potenciales clientes".
Han estado estudiando estos procesos concienzudamente desde 2003 y están constituidos como empresa desde 2011. "Acompañarlo con financiación que muchas veces es difícil conseguir". A día de hoy tienen más de 17 millones de euros para investigación y nuevos proyectos. "Conseguido con la dilución de la empresa". Los clientes exigen referencias y ahora han cambiado el modelo gracias a la entrada de financiación con un fondo de inversión, e invierten en sus propios proyectos con financiación. "Estamos invirtiendo 105 millones para construir 5 plantas de tratamiento, tenemos acuerdos para para tratar 200.000 toneladas por un lado y 105.000 por otro y con ello producir 160.000 toneladas de productos con aceites de la pirólisis, biocombustible y con las resinas circulares (la síntesis de nuevos plásticos)".
De nuevo en el ámbito de la consultoría, Nazim Kuyer, cofundador y Director de Operaciones de Redeco, explicó que trabajan en tres ámbitos, con pymes manufactureras como departamento externalizado de sostenibilidad y estableciendo un plan a largo plazo que se ha hablado con la empresa, siguiendo una serie de indicadores para medirlos. Destacó el caso de éxito con Maniquís Sempere, que trabaja para Decathlon, logrando un ahorro de costes con otro tipos de plástico y cabiando el packaging. Han trabajado con Proyecto Lázaro para economía circular con un cluster con otras firmas; "y queremos dedicarnos, pero el mercado aún no está maduro, con industria en aspectos como Agencias de Desarrollo Local, o Entidades de Gestión de polígonos o asociaciones empresariales para tejer alianzas y conectarlas con sistema de Inteligencia Artificial". Colaboran estrechamente con una red de proveedores 'verdes'.
Por su parte, Carlos Pérez, vicerrector adjunto de Emprendimiento de la UMH, especializado en automatización y digitalización, presentó la perspectiva de la gestión de la economía circular en la administración. "Tenemos el problema en cuanto al consumo energético, está todo disparado con la luz, pero hay programas de consumo energético de puertas para adentro". Puso de relieve que una parte del presupuesto de la universidad viene de proyectos de concurrencia competitiva y captación de fondos "con los que ayudamos a conseguir iniciativas a empresas".
Sobre los obstáculos como empresas y entidades que más se encuentran actualmente con lo relativo a estos procesos, la representante de Cedelco destacó por encima de todo la subida del coste de la materia prima, "dificulta la elaboración de los productos y hace que no sea tan receptivo en el mercado como anteriormente". Kuyer explica desde su experiencia en la consultora que a nivel político "faltan incentivos para llegar a una simbiosis industrial, el marco normativo es amplio pero faltan cuestiones por cumplir. Mientras sea más barato hacer las cosas mal que bien, es difícil cambiar la óptica del empresario", y han detectado en la compañía que "hay falta de conocimiento del uso de sus residuos para ser explotados, además de falta de recursos de tiempo y dinero. Las pymes viven en el día a día".
Juanjo Hernández de Greene incidía de nuevo en que las firmas innovadoras pueden nacer con buenas ideas pero sin capital "hay que ir mendigando para poder investigar. Una vez llegas y tienes un nivel desarrollado, nadie quiere ser el primero por si no funciona". A ello hay que añadir que el banco para financiar el proyecto necesita un balance, "que no tienes porque has estado 10 años investigando. Te encuentras con una cosa chula pero ni un céntimo para implementarlo". Recuerda que las nuevas tecnologías tienen un coste y que ahora se ha equilibrado más la balanza en su sector. "Cuando enterrar el residuo en el vertedero valía 10 euros una tonelada de material, nadie quería gastarse 20 millones para 40 toneladas". "Ahora hay tasas y es más caro enterrar", aunque entiende que en casos como su empresa, van aún por delante de la legislación. Otro problema es la "lentitud en conseguir autorización de la administración a nivel ambiental: si tienes el dinero paralizado y cada planta vale unos 20-30 millones de euros para gestionar 40 toneladas de residuos, los fondos de inversión quieren rentabilizar, no van a estar dos años esperando para tanto dinero invertido".
Para Íñigo García de Decathlon, también es importante estudiar lo que hay detrás del ecodiseño para que el consumidor conozca la realidad. "Tiene que haber una auditoría, dependiendo de esa etiqueta puedes ser más contaminante que otro producto desde la extracción de la materia prima, por ejemplo". Añade que hay que tener en cuenta la logística de cada sitio, lo que hay después, la reciclacabilidad del producto, su ciclo de vida, si se puede arreglar… Cuestiones encima de la mesa hoy en día frente al conocido como greenwashing. "Nosotros tenemos tres criterios comunes: que haya una reducción significativa de los impactos que generamos, que nuestro producto diseñado tenga un tercio más de la vida útil habitual, y si con ese ecodiseño se puede reparar hasta en el 80% de los problemas más comunes". Para cada producto tienen unos cánones para determinar si cumple con los requisitos de ecodiseño, puesto que tienen una tecnología auditada "que analiza el ciclo de vida real". Creen que esos estándares deberían ser iguales para todos.
En el caso de la universidad, Carlos Pérez opina que "la principal barrera que nos encontramos es la desconexión del tejido productivo, de laempresa. Es una limitación social, la universidad tradicionalmente ha estado desconectada de la empresa debido a dos factores, para un profesor de universidad puede ser más cómodo investigación y oficina. Por otro lado las compañías no nos identifican como un socio para desarrollo de ingeniería".
Asimismo, el representante de Redeco ponía de ejemplo sobre la legislación que en Holanda "bajan los impuestos a la contrtatación y lo compensan subiéndoselo a las materias primas", presentando por otra parte los problemas de la economía circular: "Hay mucho trabajo manual y hace falta capital humano porque la maquinaria no llega a tanto por ejemplo en el textil". Por último, apuntaba a que ante este cambio de paradigma, "falta más cooperación entre las compañías ante un modelo de capitalismo salvaje, tenemos que remar en una misma dirección, pues no existe sostenibilidad sin cooperación". O que 7 de cada 10 personas de la Generación Z está dispuesta a pagar más por productos sostenibles.
A modo de reflexión y cierre, decía el CEO de Greene que "Europa no puede permitirse el lujo de enterrar una de las mayores fuentes de materia que tiene, el residuo", y Pérez, vicerrector adjunto de la UMH, que "hay que volver a producir cerca del consumidor. Tenemos que revertir y no deslocalizar: desglobalizar y reindustrializar desde el punto de vista de la sostenibilidad para lo que ya tenemos".
Por último, en la última mesa se analizó la nueva Ley de residuos 7/2022. La moderación corrió a cargo de Andrés Ferrer, CEO de Omawa Huella Ecológica, que introdujo el qué, que pasaron a explicar los ponentes. Javier Ariza, Director de Economía Circular de Castilla La Mancha, y como representante de la administración pública, explicó que esta ley incide no solo obre los objetivos, también sobre la prevención de residuos, "lo importante es que busca que para 2030 se hayan reducido un 15-20% menos que en 2010". Y sobre todo, declaró, "establece la responsabilidad compartida del productor con el gestor de residuos. Antes el productor entregaba al gestor el residuo y se despedía, ahora esa gestión es compartida, no se puede quitar de en medio". A su juicio, además de los impuestos sobre vertidos o plásticos no reutilizables, "va a fomentar que surjan iniciativas, lo más positivo".
Para Antonio González, director de Gonzálvez y Albaladejo Abogados, el tema circular no es novedad. Así lo demuestran las disposiciones comunitarias europeas. El problema es que España llega tarde. "Siempre vamos con retraso, la primera es de 2008, se tardó tres años en trasponer a 2011. Y esa se modificó en 2018 y ahora otros cuatro años en trasponer la directiva a la ley. Con otros países del entorno vamos con retraso". A ello hay que sumar que hasta que aterriza con sus disposiciones a la legislación nacional, esta cuestión sobre los flujos de residuos puede esperar hasta 2025. "Una ley que reduce el cupo de flujos", explica Gonzálvez. Con ella se introducirán los Scrap (Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor) a los que hacía referencia Ariza, y que tendrán incidencia en sectores sensibles para la provincia, por ejemplo, como la moda; tanto calzado como textil.
De hecho, Enrique Rivas, director de la multinacional Eurofins en su sede ilicitana, explicaba que no se es consciente de lo que viene por el Scrap: "Va a ser un gasto enorme, hay que avanzar mucho técnicamente en proceso e innovación". Si bien fomenta el ecodiseño, "no estamos tan formados, necesitamos mucha formación en esta parte. Hay industrias que piensan que no les afecta, como la textil, y sí. Va a ser la industria más afectada. Según los estudios que mires, el sector de la moda se dice que produce hasta el 12% de contaminación del mundo". Y como en el resto de la jornada, añadió que la pequeña empresa no tiene herramienta para la aplicación de lo que supone esta ley. "Necesita una aportación de capital importante y el apoyo de la administración. En 7 u 8 años, viene mucho".
Rivas adhiere que "no solo el productor nacional tiene implicaciones, también el importador, habrá que etiquetar todo, calcular huellas de carbono... Es lo que llegará en 2030. De la industria nacional se va a distinguir de todo lo que se importa". Frente a ello, había o hay un transporte que no se sabe de dónde venía y cómo. "Desde el cultivo del algodón hasta última planta de confección". Aunque observa que hay que saber diferenciar, no entendiendo la economía circular 'porque sí'. "Tenemos que cuantificar el uso de prenda, no es lo mismo una prenda que se usa 5 veces que una que 50, aunque la primera esté reciclada". "Hay que premiar la usabilidad y reciclabilidad, antes que la que economía circular", sostiene.
Con todo, para el abogado, es importante que se incida en esa prevención del cambio climático y los ODS, "pero eso vale dinero, detrás hay empresas, los gestores. El productor paga para la gestión y se repercute en cascada hasta que lega al ciudadano, quien debe ser consciente de ello". No obstante, anima a los productores a "ponerse las pilas los próximos 2-3 años". Cree en todo caso que esta nueva normativa abrirá muchas oportunidades y que era "necesaria porque abre un campo de futuro a corto plazo muy interesante, creo en la responsabilidad ampliada del productor para una correcta gestión del residuo". Y de nuevo se ve el mismo problema: demasiado sancionadora, y sin bonificar al que cumple. E hizo un llamamiento a la agilidad de la administración, reconociendo que intenta poner todo de su parte. Al hilo, el responsable manchego estima que etsa ley provocará la creación de muchas iniciativas "para valorizar los próximos años", poniendo énfasis en la colaboración pública y privada.