Entrevista

CULTURA

Carmen Posadas: "La novela negra gusta porque abarca desde pasar un buen rato a retratar la complejidad del mundo"

La escritora llega a Nules este martes para presentar su última novela como parte del festival Castelló Negre

  • Carmen Posadas

CASTELLÓ. Carmen Posadas, uno de los rostros más populares de la literatura española actual, llega a Nules este martes para presentar su última novela. ‘El misterioso caso del impostor del Titanic’, publicado por Espasa, encaja como un guante dentro del festival Castelló Negre 2025 que estas semanas está llevando por toda la provincia libros, conferencias y premios del género policíaco. En los últimos años, Posadas ha llenado las estanterías de las librerías con un buen capazo de historias criminales, pero para la ocasión ha añadido como uno de los grandes temas a la propia literatura. Y es que la escritora uruguaya ha convertido en detective a su admirada Emilia Pardo Bazán para desentrañar el misterio de la “resurrección” de uno de los tres españoles que perdieron la vida en el naufragio del Titanic.

Posadas es autora de doce novelas, más de quince libros infantiles, dos biografías y varios ensayos, relatos y guiones de cine y televisión. Merecedora de un premio del Ministerio de Cultura por una de sus obras de literatura para niños, en 1998 ganó el Premio Planeta con ‘Pequeñas infamias’.

— Vienes a Nules a presentar un libro que cuida al máximo la portada y la edición. ¿Eres de las que está encima de todos los detalles antes de la publicación de una novela?

— En este caso sí. En otros me dejo guiar por la editorial, pero con ‘El misterioso caso del impostor del Titanic’ tenía clarísimo lo que quería. Buscaba que tanto el título como la portada fuera un homenaje a las primeras novelas detectives. Es decir, un homenaje a la primera Ágatha Christie o el último Sherlock Holmes. Y para ello necesitaba que todo tuviera ese ambiente de años 20, con escenarios como La Riviera o Montecarlo.

— ¿Qué te llevó al Titanic?

— Alguien me contó que iban 10 españoles a bordo del barco, de los cuales siete sobrevivieron y tres perdieron la vida. De esos tres fallecidos se recuperó el cuerpo de uno. Nunca se encontraron los cadáveres de los otros dos. Justo cuando se produce el siniestro y las familias se dan cuenta de que no aparecen los cuerpos de sus parientes toman la decisión de tomar por esa persona no localizada sin vida a uno de los muchos cuerpos que flotaban sin identificar alrededor del naufragio. Esa historia que me explicaron me llamó mucho la atención en su momento. Con los años me enteré de que era una situación bastante común en aquella época porque si no aparecía el cadáver de una persona no lo pueden dar por muerto hasta pasados 20 años, y eso causaba muchos problemas porque se bloquean automáticamente todas las cuentas bancarias, la familia no puede heredar e incluso la viuda no se puede casar de nuevo hasta que transcurran dos décadas. Y por todo ello, lo de asumir como tu familiar el cadáver de otra persona se hacía con cierta frecuencia. Tomo toda esa información y me pregunto qué es lo que sucedería si al cabo de muchos años reaparece a alguien diciendo que él o ella es esa persona que supuestamente está muerta. Y es así como surge ‘El misterioso caso del impostor del Titanic’.

— Y conviertes en personaje ni más ni menos que a Emilia Pardo Bazán...

— Así es. Para que se solucione el enigma necesitaba un detective, y entonces me acordé que Pardo Bazán era devota de la crónica negra, al igual que yo, porque a mí también me fascina mucho la crónica negra. Ella iba a los juicios, se interesaba por los reos e incluso los iba a visitar a la cárcel. En un momento dado decidió que tenía que escribir una novela policíaca para enmendarle la plana a Arthur Conan Doyle porque consideraba que el personaje de Sherlock Holmes era muy plano y que no tenía ninguna profundidad psicológica. Así que pensó que podía crear a un detective mucho mejor. En ese momento decidió escribir un libro que tituló ‘La gota de sangre’, y como detective eligió a Inacio Silva, un amigo suyo que era un tarambana y un caradura pero que tenía corazón y que quería ser escritor. Y lo convirtió en el investigador de esa novela. Yo me imagino que como el libro tuvo mucho éxito, había personas que escribían a Silva pidiéndole que le ayudara a resolver sus problemas puesto que había conseguido hacerlo bien en esa obra de Pardo Bazán. Y ocurre que un día, y esto ya es parte de mi novela, precisamente Ignacio Silva recibe una carta de una señorita de Asturias que le confiesa que su hermano desapareció en el Titanic y que ahora en Cuba, que es donde este señor vivía, había aparecido una persona diciendo que era Armando Almela, que así se llama el personaje. Su mujer está convencida de que sí que es porque físicamente es idéntico y habla igual que él, por lo que no le cabe la menor duda de que, en efecto, es el que dice ser. Pero la hermana, que se encuentra en Asturias, no lo tiene tan claro y como este señor tenía que viajar a esa provincia por temas burocráticos, invita a Emilia Pardo Bazán y a Ignacio Silva a que visiten con él la casa, y bueno, ahí arranca la investigación del misterio.

 

Para que se solucione el enigma necesitaba un detective, y entonces me acordé que Pardo Bazán era devota de la crónica negra

 

— ¿Qué tipo de ejercicio de documentación has llevado a cabo para ponerte en la piel de Pardo Bazán?

— Yo leí a Emilia Pardo Bazán en el colegio y luego le perdí la pista muchos años. La reencontré durante la pandemia y quedé absolutamente fascinada. Para mí es una escritora importantísima, a la altura de Pérez Galdós o incluso a veces mejor, porque la encuentro más moderna y más osada que él. Luego, cuando decidí escribir esta novela me empecé a documentar sobre cómo era su vida y cómo era su personalidad. También visioné algunas películas antiguas suyas que se conservan gracias a las cuales puedes verla físicamente y observar cómo se movía y demás, algo que me parece importante para hacerte una buena idea de su vida. Me documenté mucho sobre ella y al mismo tiempo que escribía el libro estuve leyendo su obra. En primer lugar porque me ayudaba con la ambientación y en segundo lugar porque me quedaba en la cabeza el sonido de su voz y su pensamiento.

— Carmen, tu que llevas ya unas cuantas novelas negras publicadas, ¿sabrías decir porque este género sigue enganchando tanto?

— Te contesto como escritora pero también como lectora. Me da la impresión de que es un género que gusta tanto porque permite dos niveles de lectura. Si alguien simplemente quiere pasar un buen rato y averiguar quién es el asesino puedes leer la novela como un ‘who’s done it?’, pero por otra parte, estas novelas también permiten hacer un retrato psicológico de personajes, una sátira social o un complejo retrato del mundo en ese momento como si fuera una fotografía de qué está pasando. En ‘El misterioso caso del impostor del Titanic’, por ejemplo, se habla de la inmigración o de las viudas blancas, que eran las mujeres a las que sus maridos abandonaban y se quedaban aquí en España con cuatro o cinco hijos sin poder rehacer su vida de ninguna manera porque no eran ni solteras ni viudas. Como el marido no estaba muerto no se podían siquiera volver a juntar con otro señor. Todo este tipo de situaciones y también con el Titanic de trasfondo, porque a pesar de que mi novela transcurre 10 años después del naufragio se habla constantemente de ello, se confecciona esta novela negra. Porque el género permite esa doble lectura y yo creo que esa es una de las razones de porque gusta tanto.

— ¿Has aparcado definitivamente la escritura de literatura infantil?

— No, de ninguna manera. Aparte yo estoy muy agradecida a la literatura infantil porque esos fueron mis comienzos. Yo, cada tanto tiempo, escribo algo para niños. Es cierto que llevo unos cuantos años haciéndome la remolona, pero volveré.

— Una última cuestión Carmen. ¿Qué supuso para ti ganar en el año 98 el Premio Planeta?

— Mira, antes de ganar el Planeta mi obra estaba traducida a tres o cuatro idiomas, y tras el premio mis libros empezaron a traducirse a una treintena de lenguas. Esa tremenda proyección comenzó con el Planeta. Desde el 98 hasta hoy han pasado una barbaridad de años, y ahí seguimos, pero es verdad que esa proyección comenzó gracias al premio.

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