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A TOTA VIROLLA

Contra los haters: razones para admirar la arquitectura del Campus de Tarongers

Todo un mito generacional entre las promociones universitarias: odiar el estilo arquitectónico de Tarongers. Cercano al posmodernismo del arquitecto Grassi, el campus tiene algunos mensajes que leer

18/02/2023 - 

VALÈNCIA. Consejo del día: para conseguir un tweet viral, dale duro a la arquitectura del Campus de Tarongers. Sin miedo. Si lo comparas con algún que otro edificio clásico, mejor, más encarnizada será la crítica. Es lo que hizo hace unos días la usuaria @eringarciia_, en un tweet bien celebrado que reincidía en uno de los mitos generacionales más abundantes del valenciano medio: horrorizarse ante Tarongers. 

En su publicación, bien hábil, usaba a la Universidad de Oxford como contraposición, para demostrar que Oxford ‘sí’, por tanto Tarongers ‘no’. La compañaba de una petición: ‘espero que al arquitecto que diseñara esto le quitaran el título’. En un puñado de caracteres, la gran pugna entre la ruptura y el clasicismo. Una lucha universal, una lucha eterna.

Foto: KIKE TABERNER

El tweet creció al ritmo del conteo de Alfonso Rus: mil, dos mil, tres mil y hasta seis mil likes. Más de un millón de visualizaciones. Los haters de Tarongers reunidos. Hay poca novedad en el ejercicio de crítica hacia el campus creado en los noventa a partir de la iniciativa entre el rector Ramon Lapiedra y el alcalde Pérez Casado. Ya en sus primeros compases, un sindicato de estudiantes -de inclinación conservadora- inundó las universidades de pasquines con el rostro del arquitecto Carlos Salvadores, señalándolo. Como ahora. 

Si el abogado de Tarongers pudiera acudir al rescate del complejo universitario, explicaría que la construcción vino motivada por el crecimiento noventero de la universidad. Blasco Ibáñez estaba saturado, y en el viraje hacia la huerta se levantaron aularios para cerca de 20.000 personas. Como razonaba por entonces el arquitecto Salvadores -responsable también del plan general del campus-, la principal misión del encargo pedía que las construcciones fueran duraderas y resistentes, con una mirada muy a largo plazo y reduciendo el coste de mantenimiento. Por eso, la apuesta por una materialidad rotunda. 

Foto: KIKE TABERNER

Tan lejos de los cánones de las universidades clásicas, los edificios de Tarongers contienen mensajes novedosos, influenciados por maestros de la arquitectura europea como el italiano Giorgio Grassi. El propio Grassi da forma a la inmensa biblioteca. El campus debía completarse por el oeste con una construcción del Premio Pritzker Álvaro Siza, finalmente aparcada.

La arquitecta y divulgadora Merxe Navarro tuvo su primer acercamiento a Tarongers desde el prejuicio habitual: “al haber estudiado en el Politècnic, con sus grandes zonas ajardinadas y la prefabricación de sus edificios, ver el pavimento duro entre los edificios de Los Naranjos, su lenguaje contundente, se hacía menos amable”. El acercamiento a la obra de Salvadores le ayudó a entender sus razones: “hay una intención clara en minimizar los gastos de agua en el mantenimiento de las zonas comunes y de los propios edificio, reduciendo la pérdida energética con ventanas ajustadas, con un planteamiento basado en la versatilidad e intercambio de usos en sus edificios para poder adaptarse a posibles usos futuros…”. Vencido el prejuicio, señala Navarro, “debo admitir que tomó premisas correctas, incluso adelantándose a las prioridades que vendrían en el futuro como la sostenibilidad en la construcción”. Tarongers, casi 30 años después, parece hecho desde la mirada de 2023. 

Foto: KIKE TABERNER

Recuerda la arquitecta cómo el complejo fue también un caso de estudio mientras desarrollaba la carrera por un motivo bien distinto: un mal cálculo. “Hicimos un análisis de las patologías que habían surgido, porque no se dejaron las correspondientes juntas de dilatación para poder absorber las diferencias de comportamiento entre la estructura de hormigón y el aplacado de las fachadas de ladrillo. Eso ocasionó que el revestimiento de los cantos de forjado se abombaran al poco tiempo de haberse acabado el edificio. Tuvieron que intervenirlo para subsanarlo”.

En el regreso al estilo, Navarro apunta a que una de las causas de la impopularidad entre las distintas promociones universitarias tiene que ver con un estilo que apenas se ha extendido en nuestro territorio. “Tanto por su configuración espacial como por su lenguaje se acerca al posmodernismo de Giorgio Grassi, pero estamos más acostumbrados al gótico de la Universidad de Oxford”. Qué importante, concluye Navarro, “familiarizarse con diferentes estilos arquitectónicos que nos permitan desarrollar un sentido crítico y poder evaluar lo que tenemos delante”.  

Foto: KIKE TABERNER

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