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vals para hormigas  / OPINIÓN

Alexia y la plaza desconocida 

1/12/2021 - 

Ayer me di la oportunidad de pasear por una zona de Alicante que nunca había frecuentado. Me encontré con una plaza pequeña que jamás había visto y que se desplegó ante mí como los escenarios de videojuegos cuando vas avanzando en la historia. De repente, había un rincón verde y arbolado, lleno de bancos, acotado por uno de los extremos para cuadrar las diferentes alturas de una ciudad en cuesta, como todas las que orillan en el mar. Había un suelo de tierra, palomas, papeleras y silencio. Había una terraza de bar al lado, en la que tan solo una pareja se había tomado un tiempo para enfundarse ese café que ya no calienta las entrañas, sino que abre puertas a confidencias y tiempos muertos. Había la ausencia de los niños de un colegio cercano. Y esa magnitud que tienen los parques, incluso los más pequeños, para aislar al visitante del bullicio de las horas en que los carritos se llenan en los supermercados.

La plaza no ha dejado su puesto desde que fue inaugurada hace unos años por otra corporación municipal. Siempre ha estado allí. Pero hace falta aventurarse por itinerarios diferentes para encontrarla. La vida que nos permitimos cabe en un estadio de fútbol pequeño, por mucho que dediquemos parte de nuestro tiempo libre a escapar de la rutina, de la casa, del ámbito laboral. Incluso entre los más habituados a tomar senderos de montaña o en viajar a otros destinos cuando tomar un avión aún no se había convertido en un lujo sanitario. Nos cuesta cambiar de rumbo. En tierra no podemos dejarnos llevar a sotavento ni nos atrevemos a enfrentarnos a barlovento. Pasear se hace hábito cuando disponemos de un plan para visitar un sitio que sabemos que podemos visitar. No me habría sentado cinco minutos en esa plaza si la realidad no me hubiera trastocado la brújula.

Pues sucede lo mismo con mi profesión. No nos habíamos planteado la posibilidad de atravesar una pandemia hasta que no la hemos tenido encima. No escribimos sobre los volcanes canarios hasta que el rugido del Cumbre Vieja, si es que acaba llamándose así, nos ha convertido en foco de noticias para el mundo entero. No damos una portada al fútbol femenino hasta que Alexia Putellas gana el Balón de Oro. Sin embargo, los peligros del descontrol en que se ha convertido nuestro ritmo de vida, la amenaza de la naturaleza en un planeta que consumimos sin miramientos y los logros del feminismo por nivelar una sociedad injusta siempre están ahí. Basta con actualizar los mapas de nuestro GPS particular para darnos cuentas de que hay barrios, literales y metafóricos, en los que la gente circula por calles que nunca hemos pisado, compra en supermercados que desconocemos, lleva a sus niños a colegios que ni imaginábamos, merece más atención y toma decisiones que nos afectan a todos por igual. Para bien y para mal. Ha llegado el momento en que debemos darnos cuenta de que la vida casi siempre transita por otro lado. Que casi nunca es el nuestro.

@Faroimpostor

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