En pleno año Berlanga, poco después de que se notifique la muerte de Jean-Claude Carrière, colaborador intensivo de Buñuel, aparece la noticia de que un murciano ha tratado de saltarse el confinamiento perimetral de fin de semana de la ciudad de Alicante para poder yacer con su pareja, a la que hace un mes que no ve. Si esto no vale para demostrar que los guiones de ficción no son más que la transcripción notarial de lo que algún día pasará, yo ya no sé qué alegar. El plano de apertura de la película, como diría Mariano Sánchez Soler, se escribe solo. Interior día. Un hombre solo prepara una maleta ligera, para un par de días. Va metiendo ropa, artículos de aseo, una caja de preservativos, quizá una revista para leer durante el trayecto, la mascarilla y el gel hidroalcohólico. Recoge un recorte de periódico, lo relee, lo pliega cuidadosamente, lo introduce en la cartera y sale a la calle. Corte a montaje de imágenes de su trayecto en autobús. Entra música diegética, la que suena en la ficción de los personajes, en este caso, la que sale de la radio del autobús. Entran los créditos.
Exterior día. Suena de fondo algún claxon y se apaga el rugido del motor del autobús. Entra un policía que pide papeles y explicaciones, en cumplimiento de la legislación vigente en plena alarma sanitaria. Nuestro protagonista se muestra tranquilo. Saca del bolsillo el carné de identidad y el recorte de periódico y espera su turno. El agente no tarda en llegar a su altura, ya que no hay demasiado pasaje. Buenos días, caballero, dice el policía. Buenos días, agente, contesta el protagonista. ¿Cuál es el motivo de su viaje? Voy a ver a mi novia. Ese motivo no está recogido en el protocolo sanitario. Sí, porque, según pone aquí –en ese momento, despliega el recorte de periódico- las necesidades básicas están exentas de restricciones. Y hace más de un mes que no hago el amor con mi pareja. Primer plano del agente, que desvela una pausa llena de puntos suspensivos. ¿Ve usted?, lo dice aquí. Necesidades básicas. Y el sexo es tan básico como comer.
Corte a plano general. Exterior día. El protagonista está sentado en uno de los bancos de un jardín cercano al puerto. Su maleta está a sus pies. Van pasando personas a pie, en bici, en monopatín por delante. Coches, pocos. Suena música extradiegética, la que acompaña de fondo a las imágenes de una película. Varios planos desvelan la larga espera del protagonista, que está indignado. En alguno de ellos se le ve hablar por teléfono. En otros, fumar. En otros, levantarse y volver a sentarse. En otros, lee la multa que le han puesto por saltarse el cierre perimetral sin justificación válida. Por fin, un vehículo se detiene a su lado. Gracias por recogerme, dice el protagonista mientras accede al asiento del acompañante. No te vas a creer lo que ha pasado. Plano trasero del coche, que arranca. Una vez en la carretera, el protagonista baja su ventanilla y, a lo lejos, se le ve arrojar el recorte de periódico, que revolotea mientras entran los créditos finales. La cámara sigue al papel hasta que muestra el mar en calma.
@Faroimpostor