SOCIALMENTE INQUIETO / OPINIÓN

La primera de España, en Alicante

8/03/2021 - 

Toda nueva iniciativa requiere de talento, compromiso, implicación, trabajo en equipo, liderazgo, para culminar con éxito un nuevo proyecto, una nueva acción. Quizá usted le añada alguna cualidad más. Ya saben que cuanto más azúcar, más dulce.

La crónica de hoy se desarrolla a principios del siglo XX, sobre un tema de suma importancia en cualquier época, ya verán. Varios son sus protagonistas: Salvador Canals y Vilaró, Ricardo Vilar i Negre, Regina Pérez Alemán, … Rafael Altamira, … También José María Muñoz, a quien le dediqué este escrito hace dos semanas. Y por supuesto los ciudadanos de Alicante. Venga, allá vamos en este nuevo recorrido sobre nuestro pasado.

Del ilustre alicantino Rafael Altamira se ha escrito mucho, y más que se hará. También yo me atreví a escribir sobre él, teniendo en cuenta lo extenso de su obra y de sus acciones, con un artículo en este periódico titulado con su primer apellido.

Después de su exitoso viaje a América, Rafael Altamira volvió a España como un héroe. Llegó a Santander el 31 de marzo de 1910. Fue recibido por el Rey Alfonso XIII, por el Presidente del Gobierno José Canalejas, así como por autoridades diversas y ciudadanos anónimos allí donde fue en un clamor de multitudes para ovacionarlo, para agasajarle, para agradecer que con su entusiasmo y verbo fácil tendió puentes para que la comunidad hispanoamericana y española no se dieran la espalda después de sus procesos de independencia de España y fueran de la mano en un futuro prometedor de colaboración mutua.

Rafael Altamira también vino a Alicante. Dijo que sería la primera ciudad que visitaría de forma oficial después de su periplo americano y lo cumplió. Llegó en tren el 3 de abril de ese año acompañado de su esposa Pilar Redondo y de Luís Pérez Bueno, alcalde de Alicante que fue a recibirlo a la capital santanderina. En la plaza del Ayuntamiento de la capital alicantina no cabía un alfiler. Cuando Altamira salió al balcón principal, el pueblo le aplaudía a cada respiro de su discurso, admiradores de las palabras y los hechos de tan ilustre alicantino. Durante su estancia de varios días en Alicante tuvo diversos encuentros y reconocimientos. Permitan que no me extienda más en estos actos populares de agradecimiento, para centrarme más en las consecuencias de su estancia en Alicante, la profunda huella que dejó entre los intelectuales locales y en el por qué Altamira es uno de los protagonistas de esta crónica, además de lo ya mencionado que no es poca cosa.

Este artículo tiene que ver con la educación, tan importante para que un pueblo avance y se desarrolle en libertad.  Y tiene que ver con la enseñanza primaria al aire libre. Sí, lo ha leído bien, aprender en contacto con la naturaleza. Ahora le cuento cómo su mayor impulsor – Ricardo Villar i Negre – puso en práctica en Alicante la primera escuela pública con enseñanza al aire libre de España, cómo llegó a conseguirlo y cuáles son los pasos que tuvo que realizar para lograr este reto. Y para ello contó con el apoyo de Rafael Altamira que, además de alicantino, entonces era director general de Primera Enseñanza. El fin de tanto esfuerzo fue un “Jardín-Escuela” que se inauguró en agosto de 1913.

Pero antes de conseguirlo tuvieron que pasar muchas cosas, consecuencia directa del paso de Rafael Altamira por Alicante antes mencionado. Uno de sus discípulos afincado en la capital alicantina, Salvador Canals i Vilaró, decidió homenajear al genio alicantino con un Premio Pedagógico que llevara su nombre, en el que podrían participar los maestros en activo de la ciudad que daban sus clases en escuelas públicas de primera enseñanza. Tenían que presentar un trabajo que desarrollara “la enseñanza de la lengua nacional en las escuelas”, estar escrito en español y ser inédito. ¿Se imaginan esta iniciativa ahora con la Ley Celaá dando que hablar?, vamos para atrás, no cabe duda. Sigamos. El ganador tendría un premio de mil pesetas. El 21 de septiembre de 1910 el periódico el Heraldo de Alicante publicó la lista de los trabajos participantes. Reunido el Jurado el 13 de enero de 1911, decidieron premiar al trabajo titulado “Voluntad” de Ricardo Villar i Negre. A su vez, también se concedió un accésit al trabajo titulado Niños y flores de Regina Pérez Alemán. Ambos eran maestros precursores de enseñar de manera diferente a sus alumnos con una enseñanza más cercana y práctica. Casualmente los dos eran los directores de las escuelas primarias en la plaza de Ramiro, edificio que había donado para la ciudad Jose María Muñoz, filántropo y generoso empresario.

Siendo Rafael Altamira director general de Primera Enseñanza tuvo como propósito mejorar las condiciones profesionales de los maestros y escuelas españolas de educación primaria. ¿Se acuerdan que hace muchos años se decía eso de que “vas a pasar más hambre que un maestro de escuela”? recordando las penurias de antaño de estos profesionales. Altamira también se había propuesto mejorar su formación con cursos de perfeccionamiento, así como que conocieran las experiencias pedagógicas que se habían puesto en marcha en países europeos. Para esto, organizó un viaje de tres meses por las escuelas europeas más innovadoras durante la primavera de 1911. Entre los maestros pensionados para este viaje estuvo Ricardo Villar i Negre. Estaba de enhorabuena, era uno de los elegidos.  Visitaron Burdeos, París, Bruselas, Lovaina, Gante, … Ricardo Villar i Negre además visitó Alemania y Suiza. Conoció la escuela bosque de Charlottembourg. Tenía una idea en la cabeza que no le daba descanso y quería conocer que se hacía en otros países.

Villar i Negre estaba convencido que la reforma de la enseñanza primaria no era sólo tener amplios e higiénicos edificios como los que había visto en Francia o en Bélgica (escuela-almacén), sino dando la enseñanza al aire libre. Su propuesta era un “jardín-escuela”, una idea “ingeniosa y activa, basándola en la vida al aire libre y en el trabajo sano y agradable”, decía. Una utopía entonces (aunque no tanto, ya verán), y ahora. Pero Villar se empeñó, le contó su idea a Altamira y ¿qué creen que pasó? Se entusiasmaron los dos y se pusieron en marcha. Necesitaban a un político alicantino en el Ayuntamiento de Alicante que fuera su aliado para que apoyara su propuesta. Lo encontraron en Federico Clemente Ayala, del partido liberal-demócrata. La prensa, que se entera siempre de todo, divulgó sus intenciones. El Diario de Alicante de 31 de enero de 1912 manifestó que “D. Federico Clemente, gran amante de la cultura y conocedor de las simpatías que por la transformación y modernización de las escuelas siente Rafael Altamira, presenta esta tarde al Ayuntamiento una moción interesantísima bajo el punto de vista pedagógico”. 

Clemente presentó una propuesta ese día al Ayuntamiento en sesión ordinaria en la que, además, compartía una carta de Rafael Altamira, como director general de Instrucción Pública, donde solicitaba el apoyo del Consistorio a Ricardo Villar i Negre para que aprobara “utilizar para la enseñanza parte del Paseo de Ruíz Corbalán (Paseo de Ramiro) para practicar la enseñanza al aire libre; … ejecutar en el solar propiedad del Ayuntamiento … las obras necesarias …”. Después de la disertación de Clemente en este sentido, recibió el apoyo de José Guardiola Ortiz para que el alcalde Federico Soto y resto de miembros del Ayuntamiento aprobaran la idea de Villar i Negre. Después de varias deliberaciones entre los presentes, convencido el alcalde y acordado por unanimidad, este mandó al arquitecto municipal – Francisco Fajardo Guardiola - realizar el plano de las obras necesarias para su realización.

Las obras se iniciaron en abril de 1913. Se propuso y se aceptó que este jardín-escuela llevara el nombre de Altamira en agradecimiento con su implicación en este proyecto.

Ignacio Ramos Altamira, autor del interesante libro que tiene por título Ricardo Villar i Negre y el Jardín-Escuela Altamira de Alicante, editado por la Universidad de Alicante, que he consultado para escribir esta crónica, manifiesta que “la ambición de Ricardo Villar i Negre es que el Jardín-Escuela Altamira fuera modelo para la política de educación primaria de todo el Estado español”.

El Jardín-Escuela se inauguró durante las fiestas patronales de 5 de agosto de 1913, a las 5 de la tarde. Acudió el alcalde Edmundo Ramos acompañado del Gobernador Civil de Alicante, concejales del Ayuntamiento, del Inspector Jefe de Enseñanza Primaria y de numero público. Como Rafael Altamira no pudo estar ese día se hizo otra inauguración – académica – con su presencia el 18 de septiembre de 1913. Fue recibido en el Ayuntamiento por Ernesto Mendaro de Alcázar, alcalde en funciones al estar Edmundo Ramos de vacaciones por el norte de España; después Altamira participó de un banquete invitado por el Círculo de la Unión Mercantil – en España todo se celebra con mesa y mantel, ya ven que no es sólo de ahora – A las cinco de la tarde, en la plaza de Ramiro, se hizo la inauguración académica en presencia de profesores, alumnos y mucho público. Como en la inauguración de agosto, los niños escolares también tuvieron su protagonismo con un concurso de globos.

“La escuela será alegre – dijo Ricardo Villar i Negre en una conferencia en el salón de sesiones del Ayuntamiento de Alicante el 3 de febrero de 1912 – Allí, en el jardín, - siguió diciendo - aprenderán viendo, razonando por cuenta propia mientras juegan ….” Este castellonense afincado en Alicante, “llenaba toda la escuela. Recuerdo perfectamente a mi maestro – escribió el dirigente socialista Rodolfo Llopis Ferrándiz (1895-1983) -, y siguió manifestado que era “alto, de ojos pequeños, profundo mirar. … con su dulce severidad inolvidable. … Y ahora que la vida me ha empujado hacia los problemas educativos, comprendo mejor la meritísima labor que realizaba Don Ricardo al frente de la escuela. Muchos de los actuales postulados de Pedagogía de vanguardia los realizaba ya mi maestro en su escuela de la plaza de Ramiro. … Y cuando la ocasión fue propicia, creyendo que la escuela debe nutrirse de vida, y que esta no cabe en las cuatro paredes de aquella, abrió de par en par las puertas de la escuela hasta desparramarla por los jardines de la plaza contigua. Desde aquel día la escuela de la Plaza de Ramiro se transformó en el Jardín-Escuela Altamira”. Buena definición del perfil y obra de Ricardo Villar i Negre, este alicantino de adopción que tanto dio por la enseñanza primaria y a las jardín-escuela. Otros siguieron sus pasos y lo tuvieron de ejemplo. Pues eso.

Pascual Rosser Limiñana

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