BENIDORM. El futuro centro comercial de Benidorm, cuyas obras se iniciaron y están paralizadas, tiene en estos momentos un futuro con muchas incógnitas. La idea de los promotores es que pudiera abrir sus puertas en 2022, pero la Covid no sólo ha pospuesto este objetivo, sino que además ha envuelto al proyecto dentro del debate que existe sobre cuál debe ser el futuro de este tipo de infraestructuras comerciales. Como todo modelo comercial presencial, ha notado los efectos del confinamiento, primero, y de la nueva normalidad, después: atrae a muchos menos visitantes y, por primera vez, algunos de ellos han cerrado sus puertas durante la pandemia. A ello se suma, la parálisis burocrática que viene sufriendo el proyecto desde antes del Estado de Alarma: los promotores, Unibail Rodamco Westfield, vieron como el pasado mes de febrero, el Ministerio de Fomento autorizaba la modificación del plan urbanístico en el que se desarrollaba y por tanto, podía seguir con la tramitación de la aprobación definitiva de la Generalitat que aún no se ha producido. Tras esto, todavía quedaba camino por recorrer a este proyecto.
Con este escenario de incertidumbre, muchos interrogantes se ciernen sobre el proyecto. ¿Qué será de él, arrancará finalmente o no? ¿La empresa seguirá con sus planes de iniciar las obras de los edificios comerciales? ¿Modificará su estrategia y esperará a que vengan mejores tiempos, con la recuperación del turismo internacional?
Las preguntas podrían tener una respuesta más o menos taxativa, pero, como ha ocurrido con otros sectores, la Covid ha acelerado la transformación de los centros comerciales. Aunque el sector ha demostrado durante los últimos años una gran resistencia, adaptándose a las preferencias y gustos del nuevo consumidor, la pandemia ha incrementado las preferencias y exigencias del consumidor, y muchos centros comerciales han cerrado por primera vez en su historia. Operadores como El Corte Inglés o Zara han empezado una estrategia de repliegue en plazas en las que se han perdido ventas y, por tanto, mucha rentabilidad.
A ello, se suma la tendencia de los últimos años de que los grandes operadores han apostado por las tiendas urbanas, y fuera de las grandes superficies. Es el caso de Primark o Media Markt que se ha instalado en los grandes ejes comerciales de las ciudades. En algunos foros se comenta que los centros comerciales del futuro serán más urbanos -muy próximos a la ciudad o integrados en ella-, con espacios abiertos y mayor presencia de zonas verdes para el esparcimiento y descanso, debate que parece haber anticipado la pandemia y que ya aplican muchos ayuntamientos con la estrategia de restricción de tráfico para que el peatón gane espacio y protagonismo.
A todo ello hay que incorporar un nuevo elemento, que se ha consolidado durante esta crisis: la tecnología se ha ubicado en el centro de las operaciones comerciales. Los expertos dicen que estará muy presente en las transacciones, desde el pago a la recogida de los productos (el denominado delivery), y se buscará una experiencia de compra lo más atractiva posible. Además, es posible que los edificios del futuro integren propuestas de ocio y servicios complementarios, como puedan ser hoteles, oficinas o espacios para el trabajo.
Con este escenario, hay noticias que aportan nubarrones a cualquier proyecto como el del centro comercial de Benidorm. Lo admiten muchos: existe incertidumbre y confusión por la evolución de la pandemia. Sucede en todos los sectores, pero especialmente en el comercial, lo que puede acelerar el debate sobre la reinvención de los centros comerciales. Y sobre este imput, aparecen otras dos incógnitas: la primera, la crisis puede acelerar la venta de activos. Unibail Rodamco Westfield, mayor grupo cotizado del sector inmobiliario comercial en Europa y promotor del centro comercial de Benidorm, no es ajeno a esta situación. Aunque la empresa no ha confirmado este extremo, el diario Expansión publicó recientemente que el grupo estudia la venta de La Vaguada y Parquesur. La segunda, puede tener consecuencias para las infraestructuras presentes: puede acelerar la transformación de centros comerciales en nodos logísticos.
Por ello, con este estado de la cuestión, el futuro del centro comercial de Benidorm podría estar en el aire más que nunca. La situación podría ser completamente distinta si el ritmo de desarrollo hubiese sido otro. Pero ahora, en la fase de desarrollo en la que está y dado el contexto del coronavirus, habrá que esperar qué decide el promotor. Lógicamente, la caída del turismo no ayuda. Y la parálisis administrativa, tampoco.
Por tanto, alguien debería preguntarse o interesarse sobre el futuro del proyecto. Quizás puede ser un revulsivo de la economía local, por el empleo generado, las nuevas infraestructuras que comportan (es público el convenio firmado con el Ayuntamiento de financiación del nuevo Enlace Norte), los tributos que dejan en la ciudad y la oferta comercial, de ocio y turística que conllevan.
Hay que tener en cuenta que el Ayuntamiento de Benidorm y la empresa llevan unos dos años esperando a que la Conselleria de Medio Ambiente mueva ficha ya que les sigue faltando el informe favorable al proyecto. A esto se le suma la aprobación definitiva de la modificación del Plan Parcial, que se espera que pueda llegar a finales de este año.
Hasta ahora, a pie de obra lo que han podido ir ejecutando es el movimiento de tierras para el parking del complejo. Una tarea que iniciaron nada más obtener el permiso municipal, fiel reflejo del gran interés que puso la mercantil en este proyecto desde el principio, siendo el primer centro comercial de la capital turística. El camino para llevar las obras a buen puerto no está siendo fácil, ya que el visto bueno de Fomento ha supuesto el incremento de las infraestructuras viales necesarias para la apertura del Sector. Para agilizar el asunto, la empresa llegó a comprometerse a pagar 3 millones de euros de la rotonda