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en la frontera / OPINIÓN

Adif: el PSOE se hace el muerto

20/06/2021 - 

La construcción del Parque Central en Alicante, en los terrenos de Renfe, se remonta a un proyecto de 2003, cuando era alcalde Luis Díaz Alperi y concejala de Urbanismo Sonia Castedo: plantearon una especie de Manhattan, mucho más grande que el que quiere hacer Eduardo Dolón en Torrevieja, para pagar con las plusvalías la reurbanización de todo el área y el final del apartheid que marcan ahora las líneas del tren entre el barrio de San Blas y el PAU1 , Benalúa, Ciudad de Asís y La Florida. Insufrible apartheid. El batacazo del ladrillo, 2007, rompió aquella ensoñación y desde entonces, han pasado 14 años, se empezaron a barajar otras opciones, menos ladrilleras y más sostenibles. También han pasado casi dos décadas desde que se lanzó la operación integrada, la acometida urbanística más ambiciosa de las últimas décadas en Alicante tras la integración de la fachada marítima, años noventa.

Resulta cuando menos paradójico que el establishment político se saque en un pis pas, como un conejo de la chistera, un centro de Congresos a pie de mar, cerca del Panoramis, con una inversión de más de 50 millones de euros, y que pase de puntillas en este asunto en el que otras ciudades, Murcia y Valencia, ya están muy avanzadas en operaciones similares, como ha subrayado en una de sus informaciones Raúl Navarro, en este mismo periódico. La sociedad pública Avant es la que gestiona el parque central y está participada por el Estado al 50% (a través de Adif, Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), por la Generalitat, y por el Ayuntamiento de Alicante. Esta misma semana se reunía el consejo de Avant para aprobar cuentas y se destapó el truco del almendruco: el Estado (Adif) adeuda las aportaciones 2020 y 2021: más de 700.000 euros. Y el representante de la Generalitat , PSOE, a quien no tengo el gusto, las aprobó tan ricamente frente a la abstención "crítica" de lo representantes del Consistorio Alicantino, Mari Carmen de España (PP) y Adrián Santos (Cs); bien. No he sentido estos días la opinión de los grupos municipales de la oposición, ni de Paco Sanguino (PSOE), ni de Miguel Millana (que además de concejal es el secretario local del partido) ni de Compromís ni de Podemos....están entretenidos con otras cosas. Digo Sanguino, digo todos los prebostes del socialismo provincial, desde Ángel Franco a Alejandro Soler, con aspiraciones este último a liderar el partido a nivel provincial. Soler, embajador de Pedro Sánchez en Alicante, el mismo que no ha abierto la boca sobre los recortes del trasvase Tajo/Segura; ya se ha encargado muy mucho de ausentarse de todas las protestas, incluida la de Madrid, como ha recordado con su habitual socarronería el periodista ilicitano Gaspar Macià en uno de sus artículos dominicales en Información. Soler: todo un artista en nadar y guardar la ropa.

Palacio de Congresos, 50 millones. Parque Central de Renfe, cero patatero. Yo no sé si esto es pura desidia, pura miopía, puro ninguneo del Estado, puro pasotismo de casi todos, pura burocracia paralizante... Será una mezcla de todos estos factores y alguno más que seguro que se me escapa. Ni soterrar las líneas del tren, ni estación inter-modal (el AVE llegó hace 8 años), ni derribo del Puente Rojo (violento atentado estético) ni variante de Torrellano, ni papas en vinagre. Y el ministro de Transportes y Movilidad, José Luis Ábalos, comandante en jefe de Adif, haciendo un bolo en el aeropuerto para celebrar las nuevas conexiones, haciéndose el sueco, y el noruego, con lo del parque central; incluido un breve rifirrafe con el alcalde Luis Barcala. Ábalos, el supuesto baluarte del socialismo valenciano en Madrid, no nos quiere. Y encima confunde Alicante como la séptima provincia de España cuando por demografía es la cuarta o la quinta.

El nuevo presidente provincial del PP y alcalde Benidorm, Toni Pérez, hila discursos muy centrados, muy sensatos. Reivindica por ejemplo un "bilingüismo no excluyente", una manera elegante de posicionarse contra el requisito lingüístico que se pondrá en marcha dentro de un año para todos los funcionarios de la Comunidad Valenciana (salvo los médicos; contará como mérito). Las palabras cuentan mucho, son la resina esencial del discurso. Hace un par de meses el ya diputado tránsfuga de Cs en Les Corts, Vicente Fernández García, equiparaba el requisito, en el debate sobre la Ley de la Función Pública, con las marcas de los nazis a los judíos [sic]. Transfugón/tiburón. Nada que ver con lo de don Pérez, quien reivindica también como una de sus prioridades la cercanía al ciudadano corriente y moliente, nada de un PP solo para pijos.

Suena muy bien la partitura del alcalde de Benidorm, que gobierna con mayoría absoluta en su ciudad, sin tener que soportar la pesadilla de Vox (cero concejales). Una partitura compuesta a la medida de Carlos Mazón, presidente in pectore del PP regional. La número dos del PP provincial pasa a ser Ana Serna, alcaldesa de Albatera y diputada provincial, con fama de lista. Y elevan de estatus a Consuelo Maluenda, todo un clásico. O toda una clásica (uno ya no sabe cómo acertar con el lenguaje inclusivo). Bien. ¿Y qué papel va a jugar Elche, la tercera ciudad de la Comunidad Valenciana, en el nuevo politburó del PP? Me barrunto que ninguno: alguna golosina de Segunda B.

CODA: Casi que me tengo prohibido hablar de Vox por no darles fama, por una profiláctica indiferencia y porque detesto su simplismo populista (venenoso) y pueril. Hago una excepción: Rocío Monasterio arremetió el otro día, en la toma de posesión de Ayuso, contra el diputado negro y mantero de Podemos en la Asamblea de Madrid, Serigne Mbayé, con palabras muy soeces. Monasterio batió el récord de la cutrez. Racismo, xenofobia y, ojo, aporofobia. Tres en uno. Fin de mi indignación.

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