Veterano de la Segunda Guerra Mundial, experto en judo, atracador de bancos, presidiario y propietario de un restaurante vegetariano que triunfó entre las celebrities de Hollywood. Esa era la peripecia de Jim Baker hasta que a sus cuarenta y pico años, probó el LSD y decidió dar un cambio a su vida. Se hizo gurú de meditación y le fue igual de bien que con el restaurante, así que montó una comuna y se dedicó a difundir la "magia sexual" entre las chicas de 17 años que se unieron, mientras hacía rock psicodélico y conducía un Rolls
VALÈNCIA. Semana de sectas en los papeles. Primero, Putin cita Edelweiss para, a falta de espejos, lanzar acusaciones de nazis. En España tuvimos nazis bajo ese nombre, una secta que mezclaba nazismo, pederastia y alienígenas. Terminó con su líder degollado por un chapero adolescente. Segundo, en Gran Canaria, la policía ha detenido al líder de una secta new age con rituales chamánicos en los que se consumían sustancias peligrosas. Tres, en Lo de Évole se discutió si detrás de Vox, como ha asegurado Federico Jiménez Losantos, está la secta ultracatólica El Yunque. Hay más ejemplos, pero basta con estos.
Tanta secta me trae a la memoria un documental sobre una que, sin dejar de serlo, tenía una historia curiosa detrás bastante prosaica. Para empezar, por su legado, grabó una buena colección de discos de rock psicodélico. Luego, porque buena parte de sus ingresos procedían de un restaurante de moda que había montado su líder, el Padre Yod. De todas las biografías disparatadas que te puedas encontrar en el siglo XX, esta sin duda merece un lugar de honor.
Veterano de la Segunda Guerra Mundial, aunque parece que se inventó que había recibido una condecoración, experto en artes marciales, Jim Baker abrió varios restaurantes en Hollywood huyendo de su pasado como atracador de bancos. Uno de ellos, vegetariano y orgánico, se puso de moda, sobre todo entre los famosos -Woody Allen llegó a burlarse de él en Annie Hall, sentándose en la terraza y pidiendo alfalfa- le fue tan bien que decidió ir más allá y, siguiendo otra moda del momento, se introdujo en la sabiduría oriental, por llamarla de algún modo, y por la vía de dar en el restaurante cursos de meditación, acabó convirtiéndose en un líder espiritual. Un gurú.
Tras fundar una comuna con sus acólitos, en la que había un grupo de música que lanzaba discos actualmente codiciados por los coleccionistas, y moverse a todas partes en un Rolls Royce blanco escandaloso, marchó a Hawai con "la familia" donde falleció tras lanzarse en ala delta por un acantilado. Su vida, otra cosa no sé, pero no se pareció mucho a la de un funcionario de capital de provincia española.
El cambio de empresario a gurú con túnica lo dio gracias a la revolución hippie. Más concretamente, al auge del consumo de drogas que se produjo en esos años. Era un cincuentón con la vida más o menos dirigida, propietario, con una familia a la que había dejado atrás previamente, y de repente a base de ácido y speed empezó a ver el mundo de otra forma.
En el documental The Source Family de Maria Demopoulos y Jodi Wille, de 2012, aparecen numerosos ex miembros de la secta hablando, generalmente, bien de la experiencia. O no demasiado mal. Lo único estremecedor era la negativa del Padre Yod a que se emplearan medicamentos. Con niños de por medio, y en la comuna nacieron varios, eso no tenía ninguna gracia. Así lo dice un miembro del grupo, que tenía un niño con una infección de oído, y la prohibición de darle antibióticos se lo iba a llevar por delante. El hombre decidió abandonar la comuna e irse a un médico.
No obstante, el morbo del documental está en el sexo. Aunque las orgías no fueran el objetivo de la comuna, su líder acabó montando directa o indirectamente un buen harén. Primero, se casó con su novia, bien joven, pero luego, pasado el tiempo y viendo que la comuna funcionaba, le avisó de que también serían sus esposas el resto de mujeres. Así hasta trece, algunas de ellas menores de edad. Traducido, un individuo astuto, encarando la crisis de la mediana edad, ve las puertas que le abre la era hippy, lejos de la moral conservadora de la época, y se aprovecha hasta el punto de procurarse una corte de mujeres muy jóvenes para lo que llamó "magia sexual" y un ejército de fieles súbditos para lo demás. Esto es una jugada maestra y no las derivadas de la crisis de la mediana edad de nuestros compatriotas innombrables.
El documental es un placer visual porque la inmensa mayoría del metraje son fotografías y películas auténticas. El Padre Yod le encargó a una de sus discípulas que registrase la experiencia y así lo hizo durante años, hasta fotografiar su lenta muerte tras estamparse en una playa con un ala delta. Las fotografías tienen mucho encanto por la época y las pintas. Iban vestidos de templarios, de monjes orientales, semidesnudos... pero también por la belleza de los súbditos. Parece que había entre las 150 personas gente de todo tipo, pero que Isis, la fotógrafa, prestó especial atención a los que eran bien parecidos. De esta manera, algunas imágenes resultan icónicas.
El grupo de música también ha tenido gran predicamento entre los aficionados a la psicodelia. Grabaron más de medio centenar de discos en un estudio casero. Ahora han salido editados en una caja de trece cedés y, sueltos, vinilos para coleccionistas. La mayor parte del material es una turra fina con el pretexto de la psicodelia extrema, pero no deja de haber hallazgos que no están mal. De hecho, entre los miembros de la comuna había músicos de renombre, como Sky Saxon, de los Seeds, conocido por sus hermanos como Aerlich. En su momento, todos los sellos discográficos de Los Ángeles les dieron con la puerta en las narices, pero eso no les impidió tocar sus directos en las fraternidades universitarias y fiestas de graduación de estudiantes. Aparece un vídeo de uno de estos shows, con el Padre Yod dándole al tambor y cantando ante chavales un público de chavales de 15 años que no sabe dónde meterse.
Sin tener en cuenta las magufadas con grave peligro para la salud y el sexo con menores de edad, la historia se puede enfocar desde una óptica casi humorística. No obstante, chanzas irónicas aparte, es un buen ejemplo de todo lo que transcurre por la rama de los populismos y alejando de la aburrida, soporífera e inefectiva razón humana. Chavales que buscan la liberación total acaban sometidos a un anciano déspota que se los va follando ordenadamente. Es un ejemplo extremo, pero se recomienda a los docentes sentarse a debatir con alumnos sobre el particular para analizar los conceptos de liberación y servidumbre y sus contradicciones o, sobre todo, sus paradojas.
Los miembros del grupo, de todas formas, se desmarcan de otros casos de comunas como la de Charles Manson o la que dio pie al documental Wild wild country. Algunos dicen que gracias a las enseñanzas de Yod lograron reunir valor el resto de su vida para conseguir sus sueños. Uno de hecho fundó una empresa de software y la vendió por millones de dólares. Muy bien, pero de lo que no cabe duda es de que el que alcanzó sus sueños fue Yod. Alguna teoría sospecha que lo del ala delta fue un suicidio. La respaldaría un hecho contrastado, el placer cómo hábito deja de serlo.
Se bromeaba hace años con la noche de los unfollow largos en Twitter conforme se fue recrudeciendo el procés en Cataluña. Sin embargo, lo que ocurría en las redes se estaba reproduciendo en la sociedad catalana donde muchas familias y grupos de amigos se encontraron con brechas que no se han vuelto a cerrar. Un documental estrenado en Filmin recoge testimonios enfocados a ese problema, una situación que a la política le importa bastante poco, pero cambia vidas