ELCHE. Tras la peatonalización de la Corredora y la Plaça de Baix, cuyo resultado ha supuesto una gran afluencia de gente desde su apertura a los viandantes, desde el seno del propio Ayuntamiento varios funcionarios están impulsando un manifiesto y una carta al alcalde pidiéndole que no permita que la céntrica arteria se convierta en la 'calle Castaños (en referencia a la vía alicantina)' de Elche, conocida por estar repleta de terrazas de restauración y cafeterías. En este sentido, señalan que "es necesario un espacio para el peatón" y que para evitar que las terrazas pueblen la calle, se modifique la ordenanza de actividades económicas.
Bajo el título de 'Elche, una ciudad más amable', el manifiesto expone que la ciudad necesita una calle comercial "íntegramente peatonal", al igual que otras españolas y europeas. "El éxito de las obras de peatonalización de la Corredora ha quedado demostrado con la gran afluencia de público paseando por ella, sobre todo los fines de semana; familias con carritos de bebés y niños en bicicletas, personas en sillas de ruedas, grupos de mayores, jóvenes viendo escaparates o paseando al perro, etc. Una estampa que hacía años que no veíamos", destaca.
Apoyándose en que la pandemia ha hecho a mucha gente apreciar los espacios públicos y naturales, piden no cometer "el error de convertir la Corredora en una calle de tardeo como ha sucedido en la ciudad vecina de Alicante con la calle Castaños, por poner un ejemplo". Y en ese sentido, relatan que no hay una sola calle del centro que no tenga un bar con terraza, considerando que en Hospital o la calle Carmen "las terrazas entorpecen el paso y ensucian y deterioran el suelo".
En ese sentido, critican la "privatización y mercantilización del espacio público, que ha llegado a tal punto que se ha usurpado la finalidad de las plazas públicas como es el caso de las plazas de la Mercè y la de Eres de Santa Llúcia", donde aseveran se ha expulsado a los niños y personas mayores o cualquiera que quiera sentarse en un banco. "El argumento de que se debe apoyar a los negocios y la economía es un arma de doble filo", prosigue la carta, y añade que "si una calle se convierte en zona de hostelería esto puede perjudicar más que favorecer al comercio", referenciando que en Castaños han desaparecido prácticamente los comercios.
Además, apuntan, no tiene por qué ser incompatible el hacer una ciudad accesible recuperándola para el peatón con ordenar el uso de las actividades económicas. "Pensemos en la Glorieta de hace años que pasó de ser una lugar de hostelería, con sus terrazas y paseo, al híbrido que es hoy día por haberse permitido el uso comercial y financiero, desvirtuando así su valor urbano. Las terrazas de los bares deben ir donde beneficie a los ciudadanos, que podemos ser consumidores o no. Por ello, no hay que confrontar posturas sino buscar soluciones".
Como comparación, pone de relieve el manifiesto que la separación entre zona de restauración y comercial se ve claramente en los centros comerciales. Adhieren que es algo que se ha trasladado a la peatonalización de otras ciudades, aseverando que en algunos casos "se han reformado antiguos mercados para concentrar los bares y restaurantes; por ejemplo, en la calle Fuencarral de Madrid". Y explican que la Plaça de Baix es un ejemplo de "dejadez en la ordenación de las terrazas; tan bonita como ha quedado la plaza y se deja instalar una terraza búnker", cuando en otros municipios de alrededor ya se han llevado a cabo medidas de control, "por ejemplo, en Santa Pola con los chiringuitos de playa que guardan unas condiciones técnicas y estéticas unificadas".
Por todo ello, reflexionan que se debería modificar la Ordenanza reguladora del ejercicio de actividades económicas para no permitir la instalación de terrazas en la Corredora, "incluso la calle Ancha para intentar unir el centro con el Parque Municipal como zona de paseo. Hay que tomar decisiones para que la falta de ellas no acabe en hechos consumados que con casi toda seguridad se convertirán en irreversibles". Estiman que con la peatonalización "ha quedado en evidencia la necesidad de que el Plan del Centro se abra a otras ópticas, más sociales y participativas. La prioridad debe ser la convivencia y hacer de Elche una ciudad más amable con un diseño urbano centrado en las personas y la Agenda 2030".
Aunque el manifiesto salió de desde uno de los departamentos del Ayuntamiento, ha sido firmado por otras áreas municipales, así como distintos colectivos o particulares representativos de la sociedad civil. En total, una cuarenta firmas que van desde arquitectos hasta periodistas, pasando por profesores universitarios, el colectivo Àgora, el Institut d'Estudis Comarcals del Baix Vinalopó (IECVB) la cátedra Pere Ibarra, el Archivo Municipal, docentes o algún exconcejal como Josep Antoni Pérez Aledo.