En este oficio vendido a la inmediatez, escribir una columna con dos días de antelación no es fácil. Ustedes saben como yo que han ardido las Fallas de València, pero en su caso conocen hasta el último detalle y yo solo puedo engancharme a referentes del pasado, como la mayoría de los partidos políticos a la hora de confeccionar sus listas para las generales. Ustedes están al tanto de noticias que para mí ni siquiera han empezado a germinar. Y yo tengo frescos unos acontecimientos de este fin de semana que probablemente ustedes ya hayan olvidado. Es la maldición de una profesión en la que cada amanecer viene con una página en blanco. Ustedes necesitan una actualización permanente del estado de las cosas y yo, ahora mismo, aquí, sentado frente al ordenador, ya soy un archivo de hemeroteca. Para cuando algún incauto pinche en esta columna, el atentado en Utrech de mi hoy no será más que un coletazo con las últimas novedades del caso, quizá un nuevo saldo de heridos, quizá la detención del autor, quizá una manifestación global en contra de la islamofobia, en su hoy. Y la atención se habrá desviado a otro punto del planeta, a otro desembarco político, al último descubrimiento de la ciencia.
El periodismo es un insecto con veinticuatro horas de vida. Y creo que, en cierta medida, todos los que nos dedicamos a esto tenemos constancia de lo efímero de nuestro trabajo. En eso nos diferenciamos de los políticos, que suelen enarbolar un elevado sentido de su perpetuidad. Pataletas como la protagonizada por Susana Díaz este fin de semana, después de que Pedro Sánchez haya borrado cualquier vestigio de andalucismo en las listas del PSOE, dan buena muestra de ello. O las declaraciones del número uno de las listas del PP por Alicante, César Sánchez, que ve compatible sentarse en un escaño del Congreso de los Diputados y seguir al frente de la Diputación Provincial. O la decisión final de Ángel Franco de no liderar la candidatura alicantina al Senado por Alicante. O esa manera que han tenido históricamente ambos partidos de deshacerse de lo que les molesta ubicándolo en otro puesto muy alejado pero de similar relevancia, como hace la Iglesia con los curas sospechosos de pederastia. Tanto para ustedes como para mí, que vivo dos días antes, PP y PSOE siguen sin tener una alta consideración de la política como servicio para el resto de la sociedad.
En determinadas esferas, los políticos se comportan como Ulises, disfrutando del trayecto hacia Ítaca mientras hay buena mar y amarrados al mástil en espera de que callen las sirenas que cantan su perdición y su final. Era uno de los argumentos principales para el nacimiento de nuevos partidos. Renovar las instituciones, abrir ventanas. Ya se ha demostrado, tanto hoy como pasado mañana, que los penúltimos en llegar han olvidado este propósito como ustedes el periódico del pasado domingo. Para cuando accedan a las últimas noticias, habrán podido comprobar, solo con la elección de candidatos, sin tener siquiera que demostrarlo en el ejercicio de su profesión, que lo que cuenta es la estrategia para llegar, no la táctica para gobernar. Retales de otros partidos, fichajes estrella, pucherazos de primarias y globos sonda son el pan nuestro de cada día, del suyo y del mío. Salvo en el caso de quien está desembalando soldados como un okupa en una vieja fábrica de madelman. No se quieren dar cuenta de que así no hay quien confíe en sus posibilidades de arreglar esto. Ellos sabrán.
@Faroimpostor