ALICANTE. Juan Riera, con 75 años de edad y toda una vida dedicada a la Cámara de Comercio, iba a anunciar su retirada en la Noche de la Economía Alicantina. Carlos Baño, 54 años, CEO de Tescoma y recientemente elegido presidente de Facpyme, iba a dar el paso con el conocimiento previo y la bendición de los principales representantes empresariales de la provincia. Este era el guion que estaba escrito para el futuro de la Cámara de Alicante desde hace varios meses, refrendado en petit comité durante la celebración de Alicante Gastronómica (impulsada precisamente por Baño) el pasado septiembre.
Pero todo cambió hace dos semanas. Riera quería continuar. El presidente de la Cámara, tras siete años en el cargo (solo cuatro como electo), no quería retirarse sin ver cumplirse su gran proyecto: la construcción de una nueva sede para la institución, que como adelantó este diario se proyecta en terrenos del puerto. El presidente trasladó sus intenciones a su comité, incluido Baño, que actualmente es su vicepresidente segundo. Un movimiento que pilló a contrapié al establishment y que rápidamente provocó la mediación de unos y otros para que no pasara lo que finalmente pasó el jueves.
Los dos protagonistas se llegaron a sentar. En varias ocasiones. La última, la noche del miércoles. La propuesta continuista, avalada entre otros por la CEV, que tiene ocho vocales de los sesenta del pleno, pasaba porque Riera repitiese como presidente, con Baño de vicepresidente primero (ahora es el segundo, lo que le cierra las puertas de la sucesión en caso de dimisión), y que se retirase a los dos años, en 2024. Un calendario que, además, era visto con buenos ojos por la Generalitat, que al final es de quien depende la Cámara: ese planteamiento dejaba a Riera, un presidente cameral 'cómodo' para Puig, al frente de la institución hasta después de las próximas elecciones.
Todo se rompe el miércoles por la noche. Riera y Baño se ven, pero no sellan el acuerdo. Uno lo exige por escrito, cosa que el otro no está dispuesto a hacer. El presidente de la Cámara anticipa a su vicepresidente que piensa anunciar su candidatura en la Noche de la Economía Alicantina, como ya hiciera en 2017. Baño propone que, al mismo tiempo, explicite que él será su vicepresidente primero, con el compromiso de cederle el paso llegado el momento. No hay acuerdo. Y el presidente de Facpyme se levanta de la mesa.
Jueves. Faltan menos de cinco horas para la gran noche de la Cámara de Comercio, en la que Riera va a anunciar su voluntad de continuar un mandato más. Baño, que dos meses antes no contemplaba tener que ser 'el otro', se mueve a contrarreloj. Para no ser el aspirante que se presenta 'contra' Riera, decide marcar los tiempos. Y lanza un comunicado anunciando sus intenciones. El presidente sigue el guion previsto y también se postula desde el escenario. La precipitación de su rival le permite defender su candidatura por contraposición: saca proyectos (la sede, los fondos europeos, la digitalización), reivindica sin levantar la voz, y dibuja su propuesta para repetir.
El resto de poderes fácticos de la Cámara asiste con preocupación al desarrollo de los acontecimientos. Esto no era lo que estaba previsto. La confrontación, coinciden unos y otros, no es buena. Y menos en estos momentos. Tampoco sienta bien el momento elegido por uno y otro para lanzarse a la carrera electoral. "Es una falta de respeto a los premiados", sentencia una voz autorizada del empresariado alicantino. La CEV apuesta por el consenso. También dirigentes locales con predicamento entre los pequeños empresarios. Quedan seis meses para elegir presidente y la Cámara no puede desgastarse en luchas internas.
Sobrevuela la 'explicación' política. Al presidente de la Diputación de Alicante y del PPCV, Carlos Mazón, le conviene un presidente de la Cámara incómodo para el Consell antes de las elecciones, en las que se enfrentará a Ximo Puig por la Presidencia. 2024 es demasiado tarde. Al PSPV le viene bien que continúe Riera. A Compromís, que ocupa en la persona de Rafa Climent la Conselleria de Economía, responsable de las Cámaras, no le gusta la confrontación. Baño tampoco es su perfil preferido. Tampoco Riera, en realidad. Surgen rumores en la noche sobre una tercera vía.
Pero queda tiempo para negociar, en realidad. Primero hay que convocar las elecciones, cosa que aún no ha sucedido, luego poner al día el censo, ver qué empresas se presentan por cada grupo... La elección del presidente de la Cámara no solo es indirecta, es mucho más compleja que la del presidente de la Diputación o el del Gobierno. Primero debe entrar en un pleno formado por 60 vocales de los que 40 son electos, 8 corresponden a la CEV y 12 se ganan el asiento en función de sus aportaciones económicas. Estos últimos 20 no son elegibles como presidente, pero también votan.
Baño lo tiene claro. Si hay acuerdo, pasa entre otras cosas porque Riera se comprometa por escrito a dimitir en dos años, con él como sucesor. El presidente actual cuenta con el establishment a favor, y el empuje de una corriente que no quiere que el presidente de la Cámara sea de Alicante ciudad. Su rival cuenta con su conocimiento de la fontanería cameral, su predicamento en la capital y su área metropolitana, el beneplácito de la Diputación y el prestigio (bien ganado) que le ha conferido su papel al frente de Alicante Gastronómica en lo peor de la pandemia.
Hay tiempo y ganas incluso para una tercera opción, pero si dos candidatos en una lucha que parta la Cámara no es lo mejor para la institución, quien ose ser el tercero en discordia tendrá un serio problema de imagen. Los más veteranos creen que Riera y Baño han corrido mucho. "Primero hay que entrar en el pleno, y luego ya veremos. Si tienes 31 votos de ese pleno, perfecto, si no, esto es el cuento de la lechera". Se buscan mediadores. La CEV está por la estabilidad. Riera tiene a favor a un peso pesado, su vicepresidente primero. Baño, a los que creen que la Cámara necesita un 'lifting'. Y a partir del lunes, a seguir negociando.