ALICANTE. Pablo Simón (Arnedo, 1985) se define como politólogo de vocación y de formación. Este doctor en Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra es habitual verle en La Sexta o leerle en El País. Acaba de publicar su primer libro, 'El príncipe moderno' (Debate, 2018), donde aborda cuestiones como la crisis de la socialdemocracia, el uso del referéndum o el auge de la extrema derecha. Se dio a conocer como editor de Politikon, donde analiza (junto a Jorge Galindo, Kiko Llaneras, Octavio Medina, Jorge San Miguel y Roger Senserrich) el seguimiento de las políticas públicas. El viernes estuvo en Alicante donde participó en un congreso de economistas en la Universidad sobre demografía. Antes de su participación, atendió a Alicante Plaza.
-Después de todos los acontecimientos que han pasado en el último año, ¿volvemos al eje político derecha-izquierda?
-Yo diría que nunca se fue. En los años 2014-15 se popularizó la idea de la nueva política, que suponía la emergencia de nuevos partidos, porque realmente no existe nueva política, existen nuevos partidos. La política siempre es la misma. Y lo que hemos a partir de 2016 en adelante, como los dos ejes que vertebraban la política se reactivaban, y que en el fondo nunca se fueron: derecha-izquierda, con el reposicionamiento dentro de cada bloque, de Ciudadanos y de Podemos. Podemos como un partido que ya claramente está a la izquierda del PSOE, y Ciudadanos como un partido de centro derecha, que aspira a ser reemplazo del PP. Y el eje territorial, que divide a los propios partidos estatales, con unos partidos conservadores mucho más duros en este tema, pero sobre todo con la novedad que supone tener a ERC y PDCat, en una órbita nueva, que es la del independentismo, con la distorsión que esto genera en nuestro sistema político.
"Realmente no existe nueva política, existen nuevos partidos. La política siempre es la misma"
Antes lo que había era un partido estatal que cuando no llegaba a la mayoría absoluta, se apoyan con los nacionalistas vascos y catalanes. Ahora esa fórmula es mucho más complicada porque estamos hablando de una crisis territorial de un nivel muy superior.
-¿Se está ahora más pendiente de Madrid que de Barcelona?
-Hay como dos movimientos. El tema territorial no sólo ha generado un resquebrajamiento de la sociedad catalana, sino también en el conjunto de la sociedad española. El nudo gordiano que tiene la política española es que hay comunidades autónomas que quieren ganar autogobierno y hay otras que desde la crisis quieren recentralizar competencias. De esta manera, tenemos a Comunitat Valenciana, Baleares, Navarra y Cataluña pidiendo más autogobierno, y otros territorios como Murcia, y las Castillas queriendo devolver competencias al Estado.
"El eje mediterráneo, Baleares y la Comunitat, va a ser fundamental para el ganar más desconcentración de poder de Madrid"
Hay otra cosa que también es curiosa: el Estado descentralizado, que ha sido una fórmula que ha dado buenos réditos hasta que se agota el modelo con la crisis, y ahora las radiaciones más fuertes que recibe vienen de la Comunitat Valenciana y de Baleares. Hasta ahora, esa locomotora que pedía más descentralización era Cataluña y que copiaban otras autonomías; ahora ese rompehielos ya no existe y por tanto, el eje mediterráneo va a ser fundamental para el ganar más desconcentración de poder de Madrid. Si se consolidan los gobiernos, Baleares y la Comunitat Valenciana van a ser los que más pidan un cambio del modelo de financiación autonómica y a consolidar sus niveles de autogobierno. Y esto es una novedad respecto a lo que había vivido en el pasado.
-Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sitúan a la Comunitat Valenciana como ejemplo de la convivencia de las izquierdas...
-Claro. Todavía va a mejorar más la proyección de la Comunitat Valenciana en el futuro, cuando empecemos a experimentar los gobiernos de coalición a nivel estatal. España ha sido de los pocos partidos de la OCDE, junto con Rusia y Rumanía, que jamás había tenido un gobierno de coalición a nivel estatal. Estos es algo que se va explorar en la próxima legislatura porque independientemente de que ganen las izquierdas o las derechas, van a querer entrar en el gobierno en igualdad de condiciones. Y creo que el pacto del Botànic tiene un elemento que es muy interesante: la propia configuración de la estructura del Gobierno de coalición. La idea del mestizaje, la de coordinar las políticas y competir políticamente, demuestra que este tipo de gobiernos son los más eficientes, los de coordinación de las políticas. Es verdad que los votantes están más despistados, porque no saben a quién darle el crédito o el castigo, pero son experiencias muy interesantes. Aunque es un poco tabú que se diga, la Comunitat Valenciana copia este modelo del segundo tripartito de Cataluña, pero es un ejemplo de que se pueden hacer gobierno de coalición, con estabilidad y con políticas de fondo en el imaginario colectivo.
"Todos los sondeos lo indican: los únicos partidos que mejorarían los resultados respecto a 2016 son PSOE y Ciudadanos"
-¿Cómo ves que está reaccionando el centro derecha, pues pone el foco más en el asunto catalán que en las políticas propiamente dichas?
-Hay que distinguir entre dos planos. Lo que está ocurriendo en el nivel estatal y en la propia Comunitat Valenciana. A nivel estatal lo que estamos viendo es un proceso de fragmentación y volatilidad del bloque de la derecha, que antes no habíamos visto. Con un escenario que puede convertirse en un espejo simétrico que ocurrió en 2015; es decir, entonces, el PP estaba muy lejos de Ciudadanos y estaban las izquierdas más equilibradas. Ahora puede pasar al revés: que el PSOE cobre distanciad de Podemos, y que PP y Ciudadanos estén más estabilizados. Todos los sondeos lo indican: los únicos partidos que mejorarían los resultados respecto a 2016 son PSOE y Ciudadanos. Lo que señalan es que Podemos y PP evolucionan a la baja.
-¿Y en el caso de la Comunitat Valenciana?
-Tiene algunas especificidades, dos o tres. El primer es que el eje catalán es un acto de movilización política muy importante, pero lo que a mi juicio está señalando por parte de las derechas de revitalizarlo es que no están tocando con la tecla del nuevo eje de competición; es decir, está repitiendo las mismas estrategias que se daban en los años 90 y 2000, con un contexto que es totalmente diferente.
El propio Gobierno del Botànic tiene un interés en rebajar la tensión sobre el eje territorial, y eso lo está haciendo de una manera muy eficiente. Pero además, el centro-derecha de la Comunitat tiene una especificidad organizativa, que es el PP sale de un proceso de hegemonía muy largo y, por tanto, tiene ahora problemas de reciclaje, ligado a los escándalos de corrupción. Y lo que hemos visto es que la principal alternativa, que es Ciudadanos, se ha fragmentado varias veces y tiene muchos problemas internos. Por lo tanto, así como en otras comunidades puede ocurrir que empeorando sus resultados el PP pueda sumar con Ciudadanos para gobernar, en la Comunitat Valenciana este escenario está más lejos porque no hay una organización de centro-derecha que capitalice todo esto por problemas internos y es posible que lo que veamos sea una desmovilización ante el escenario de las que las izquierdas vuelvan a sumar.
-¿La gran batalla entre las formaciones de centro derecha son las elecciones andaluzas?
-Sí. Esto es el primer paso que inaugura este carrusel electoral que se nos viene encima. Creo más interesante lo que pueda ocurrir en la derecha, que en la izquierda. Todos los sondeos indican que el PSOE será primera fuerza, y que no se podrán formar coaliciones alternativas.
El PSOE tendrá un problema para gobernar, pero PP y Cs no sumarán. Una primera señal que vamos a ver es qué medida hay una disputa por la hegemonía del centro-derecha y eso dependerá de cuánto espacio le come Ciudadanos al PP. Cada vez que Cs lo ha hecho bien en un contexto autonómico, como le pasa en Cataluña, después se ha disparado en los sondeos a nivel estatal. Si mejora las expectativas, y no digo los resultados, esto puede generar que Ciudadanos coja velocidad y el PP entre en barrena. Pablo Casado está evidentemente muy preocupado por esto y por eso se está volcando de forma muy intensa. También es verdad que el PP andaluz se caracteriza por no desaprovechar una oportunidad, y siempre comete errores al inicio de la campaña, como las declaraciones de la ex ministra Tejerina o con el ataque a los ex presidentes de Andalucía llamándoles ratas. Esto le sitúa en una situación contraproducente para el PP.
"El PP le ha dado una situación de prevalencia a Vox; Pablo Casado los cita y eso hace que se convierta en un monstruo"
-¿Hasta qué punto Vox le está influenciando en su mensaje?
-Vox tiene una peculiaridad, y es que estamos hablando de un partido fantasma, sin representación parlamentaria, que tiene menos intención directa de voto que el PACMA, que como máximo podría conseguir entre uno y cinco diputados, pero que en parte porque el PP le ha dado una situación de prevalencia al citarlo; Pablo Casado los cita y eso hace que se convierta en un monstruo, cebado por ellos mismos y que tenga más opciones de ser un partido viable.
Además, les está influenciando por un vector diferente: y es que Vox está creciendo en España por un elemento diferente al que está creciendo la extrema derecha en Europa. Y es la pulsión recentralizadora. Vox no existiría hoy si el PP hubiera estado en la oposición durante la crisis catalana. Si lo hubiera estado gestionando el PSOE, y hubiera salido también mal, el PP podría haber estado desde la oposición planteando una posición más dura. Pero al estar al Gobierno y gestionarlo mal, le da una alternativo a Vox. Sólo eso nos explica la obsesión de Casado por la aplicación del artículo 155 permanente y por ser duro con este tema. Saben que es el tema territorial es más que secciona al votante de la derecha.
-¿Cree que con ese discurso pueden mejorar sus resultados?
-En Cataluña, el PP corre el riesgo serio de ser una fuerza extraparlamentaria. Pero el PP no piensa en Cataluña, sabe que puede gobernar España sin Cataluña. Lo que está pensando es cómo Vox le puede comer espacio en otras plazas, sobre todo, en Madrid y València, donde puede tener cierta oportunidad. Es verdad que el sistema electoral va a penalizar mucho a Vox. IU, en 2015, con dos millones de votantes, sólo logró dos diputados.
-Y con todo este contexto que estamos hablando, ¿ves factible un cambio en el modelo del sistema de financiación autonómica que pide ese eje mediterráneo?
-No. No en el corto plazo. Tenemos que esperar a que termine el carrusel electoral porque España en los últimos seis últimos años ha cambiado muchísimo. Hemos cambiando tanto en tan poco tiempo que todavía no se ha aposentado el polvo. Ni los actores políticos saben todavía cómo dar en la tecla ni la ciudadanía está acostumbrándose a estas dinámicas nuevas de coalición y pacto. Piensa que el proceso de multipartidismo en Europa llevó 20 años, fue un proceso gradual. Aquí no, aquí nos hemos vuelto europeos en seis años. Necesitamos más tiempo y cuando se formen mayorías de gobierno más estables en el Congreso: el próximo gobierno se apoyará en do partidos estatales y un tercero periférico, y ahí es cuándo habrá que ver la pulsión descentralizadora. El sistema está caducado, y cuya reforma el PP no quiso hacer en su momento.
"Aunque la reforma de la Constitución debe ser interiorizada, la mayoría de las reformas que necesita España se pueden hacer en 176 escaños"
-De la reforma de la Constitución ni hablamos...
-Es difícil, pero soy de los que piensa que el consenso es el punto de llegada, no de partida. Habría que empezar a hablar en cosas en las que estamos más de acuerdo, y eso requerirá cierta generosidad y abrir el melón. Sentarnos a discutir cuáles son los puntos concretos, pactar el acuerdo y el desacuerdo. Y después ver las reformas posibles. La reforma de la Constitución tiene que ser normal e interiorizado, como en el resto de países, pero la mayoría de las reformas que necesita España se pueden hacer en 176 escaños, como las leyes orgánicas. Necesitamos una hoja de ruta para los próximos cuatro años y saber qué reformas queremos hacer.
-Hablemos de Compromís, ¿qué papel puede jugar en la política española?
-Tiene una doble ventaja. En primer lugar, es un partido que pese a que tiene un polo identitario en el Bloc, es un partido amalgamado con una estructura interna sofisticada y que emite radiaciones positivas sobre cómo debería ser el rumbo de todos los partidos que están a la izquierda del PSOE. Es un modelo exportable para ese modelo que después se vaya a configurar, y que debe relevar al que está en claro declive, como le sucede a Podemos. Podemos es una marca muy tocada, que paradójicamente es muy vertical en su funcionamiento, pero donde tiene más mando es donde no gobierna y no tiene ninguna influencia, y por lo tanto, quién tiene más capacidad son las organizaciones autónomas -Compromís, las Mareas, la sección andaluza/vasca y En Comú-Podem, en el caso de Cataluña-. Es muy posible es que estas naves se desgajen de la nodriza para conformar un nuevo espacio a la izquierda del PSOE. Y ahí Compromís va a tener un papel fundamental porque el liderazgo de Mónica Oltra es popular fuera de la Comunitat Valenciana.
"Compromís es un partido que emite radiaciones positivas sobre cómo debería ser el rumbo de todos los partidos que están a la izquierda del PSOE"
Hay un segundo vector que es muy interesante: Compromís ha demostrado tener autonomía a la hora de conformar alianzas políticas; es decir, marcar su propio perfil desde el Congreso. Y eso va a ser clave porque los cargos medios de Compromís se tengan que implicar en la gobernabilidad de España, y posibilitará que la Comunitat tenga una formación política exclusivamente valencianista que puede hacer bascular el poder hacia las demandas históricas de este territorio.
-¿Cómo ves a los jóvenes y la nueva política, o los nuevos partidos? ¿Han conectado ya?
-A tenor de las encuestas, esto no se ha producido. Es decir, con los votos tenemos una escalera de color: los más jóvenes votan morado; los siguientes, naranja; después rojo y finalmente, los más mayores, azul. Y a ambos lados, tienes una formación junio y otro senior. Ciudadanos-PP frente a PSOE-Podemos. El votante que nació a partir de 1985 hasta el 2000, los denominados horriblemente millenials, tiene una propensión de 20 puntos menos a votar a los partidos tradicionales del bipartidismo. Esto es algo que no va a cambiar en el corto plazo. El votante joven tiene un peso menor que el votante senior, y además piensa que es más evanescente: si tocas la tecla, sale a votar como pasó en 2015, o no va a votar, como en 2016. Esto hace que el voto joven sea más decisivo de lo que pensamos en un contexto en el que hay mucha fragmentación partidista porque puede decir el número de diputado de cada bloque. Así que no basta con tener líderes jóvenes, sino que hay que ofrecerles políticas.
"NO BASTA CON TENER LÍDERES JÓVENES EN LOS PARTIDOS, SINO QUE HAY QUE OFRECERLES POLÍTICAS A LOS JÓVENES"
Y ahí hay muchas ventanas abiertas, como vivienda, empleo, persecución del fraude, becarios, falsos autónomos,...Es verdad que los jóvenes actuales no va a votar mucho al bipartidismo, pero no sabemos que va a pasar con los jóvenes que vienen detrás, pues esos ya viven en una sociedad de cuatro partidos. No hay conocido el bipartidismo. Los jóvenes actuales han vivido bonanza y crisis, pero los más jóvenes sólo han vivido crisis. Y eso afecta a su socialización.