ALICANTE (EFE/Ana Mengotti). El picudo negro, una plaga que ataca a las plantaciones bananeras o plataneras, ha traído hasta Miami a la empresa alicantina Infavi, que ha presentado en el VIII Congreso Internacional del Banano una trampa ecológica diseñada junto a expertos de una universidad canaria. "Stop Weevil", como se denomina el artilugio, consiste en una serie de piezas de plástico que se insertan unas en otras hasta formar una suerte de fortaleza a la que el Cosmopolites sordidus o picudo negro podrá entrar pero de la que nunca podrá salir.
Elena Vázquez, directora de Exportación de Enfavi, empresa con sede en Ibi, señala que la provincia de Alicante y especialmente su ciudad, que es conocida por la fabricación de juguetes, se han "reinventado" para seguir creciendo industrialmente. Enfavi, dedicada al plástico de inyección, ha presentado por primera vez en América su trampa para el picudo negro en el Congreso Internacional del Banano organizado por la Corporación Bananera Nacional de Costa Rica (CORBANA).
Enfavi lanzó la trampa "Stop Weevil" al mercado hace un año y ya esta implantada en cultivos de las Islas Canarias y las Azores. En América Latina la empresa alicantina tuvo contacto antes del congreso con productores bananeros de Costa Rica, Ecuador, Colombia y República Dominicana y ya hay estudios en marcha, pues antes de concretar la compra se realizan pruebas sobre el terreno con las trampas, explica Vázquez.
El precio aproximado de cada trampa para el mercado español es de 8 a 9 euros, señala Vázquez a título orientativo para posibles interesados. "Es una inversión a largo plazo que se amortiza rápido", señala en referencia a lo mucho que dura el plástico.
La ejecutiva alicantina no ha parado de exponer cómo funciona la "Stop Weevil" a los asistentes al Congreso de CORBANA, una de las citas más importantes de la industria bandera internacional.
Más de 700 productores, empresarios, científicos, consultores y especialistas en nutrición y medio ambiente han participado en el Congreso que se ha celebrado del 28 al 31 de mayo en un hotel del centro de Miami.
El puesto de "Stop Weevil" ha sido uno de los más visitados de los que este año ha habido en la feria comercial el Congreso, donde también se han presentado drones que fumigan, sensores remotos que son como "ojos en el cielo" que permiten ver cambios en la coloración y otras señales de que hay que actuar en los cultivos, además de fungicidas, insecticidas y herramientas.
Vázquez ha señalado a Efe que la idea de crear una trampa como ésta surgió a partir de que en 2015 se prohibiera en la Unión Europea el uso de químicos en la captura de insectos y plagas.
El departamento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal de la Universidad de La Laguna de Tenerife, donde se cultiva el banano, contactó con ellos para que diseñaran juntos una trampa que cumpliera con esa normativa. "Aceptamos el reto", dice Vázquez, quien muestra la rampas móviles de superficie rugosa a ras de suelo que facilitan la entrada de los insectos atraídos por una feromona o restos orgánicos.
Una vez que entran caen en un cestillo, éste de paredes lisas, por las que no pueden escapar los picudos, y el artilugio se cierra herméticamente para que nunca más puedan salir con vida. El agua, la hojas u otros materiales no pueden entrar en la trampa, que se puede cambiar de lugar con facilidad, y también es fácil de limpiar y de mantener. "Su efectividad es muy superior a las de las trampas caseras que tampoco usan sustancias químicas para atrapar estos bichitos destroza bananos", dice.
Pese a ser de plástico es una trampa ecológica, dice Vázquez, quien destaca que Enfavi está ya planificando pasarse a la producción de plásticos reciclables o más amigables con el medio ambiente. Como se pensó originalmente para las Islas Canarias, el diseño tuvo en cuenta a dos animales que tienen su hábitat allí y están protegidos. Las musarañas y un tipo de lagartos nativos pueden entrar y salir de la trampa como Pedro por su casa, al contrario que el picudo negro, dice Vázquez con orgullo.