ELCHE. Finalmente esa pulsión de cambio que decía percibir el candidato popular Pablo Ruz se ha consumado. Su partido hace historia por segunda vez en democracia, pudiendo asaltar el feudo socialista ilicitano, después de lo que hiciera Mercedes Alonso en 2011. Su otrora delfín ahora será previsiblemente quien asuma el bastón de mando. El PP no es el partido más votado, pero ha logrado aumentar dos concejales, llegando a 11, gracias a sus 42.068 votos; 14.000 más que en 2019. Podrá gobernar gracias a Vox, que ha duplicado sus sufragios, pasando de poco más de 6.000 a 12.860, lo que le permite conseguir un tercer concejal. Ambos tienen números para una mayoría absoluta, lo que impide la aspiración de Ruz de gobernar en solitario (no es la lista más votada, por lo que no tiene opción de proclamarse regidor en segunda vuelta si no hay pacto). En cualquier caso, las declaraciones tras el escrutinio mostraron que no debería haber problema.
Así pues, y por segunda vez en cuarenta años, la derecha volverá a sentarse en la Alcaldía. Al PP le han dado los números y los parámetros que manejaban: de un lado una participación alta, que tradicionalmente les ha beneficiado (y así ha sido, con 65.92%, frente a los 59.65% de 2019), y suele traducirse en aires de cambio; y del otro, bolsas de votos que pescar como los de la debacle de Ciudadanos (de 8.950 votos a 1.324) o aquellos que estaban huérfanos tras la desaparición de Ilicitanos por Elche y Partido de Elche en 2023. Algunos de ellos no solo han vuelto a la 'casa común', sino que la gran movilización ha permitido crecimiento para el PP y para Vox.
En la sede de Plaza de España, junto al Corazón de Jesús, júbilo en estado puro. Ruz daba sus primeras palabras, señalando que no gobernarán con arrogancia y que "gobernaremos para todos". El aún edil tendía la mano a todas las fuerzas para llegar a acuerdos, "el primero, un pacto por el empleo y la economía", como había venido señalando. Henchido de orgullo, se acordó también de su siempre mano derecha, el fallecido Sergio Rodríguez, y como otra de las instantáneas de la noche, se fundió en un abrazo con su mentora, Mercedes Alonso. Otro viejo rockero, Antonio Luis Martínez-Pujalte, ha sido el coordinador de campaña, a quien también hay que atribuirle su peso. Asimismo, y sobre posibles pactos con Vox, reconocía haber hablado ya con Aurora Rodil, la candidata de la formación de Santiago Abascal, con la que ya ha cambiado el discurso. Después de haber evitado responder si pactarían con ellos, como hizo en el último debate y en anteriores ocasiones, decía Ruz que "es más lo que nos une que lo que nos separa". Y así han actuado en bloque estos años en la oposición. Daba el acuerdo casi por hecho.
Una mano tendida como también lo mostró Rodil en el post-partido, con una alegría más contenida, y en la que apuntaba que empezarán este lunes a hablar. "La gente eligió un cambio, hay que saber interpretar lo que nos dicen en las urnas". Valoró su crecimiento por las propuestas planteadas, aunque el beneficio de la marca no es menor. En su discurso tradicional por la ventana y al público, Ruz ya avisaba de por dónde irán los tiros: "Aquí no se quitan cruces ni se divide, no se quitan aparcamientos, que haya libertad para quien quiera ir en coche o en bici", apuntaba, anotando que cumplirán con las pedanías y resolverán la cuestión del Mercado Central.
En cuanto al PSOE, de forma paradójica, es el gran perdedor de la noche a pesar de ser la lista más votada (43.543) y de haber crecido en 6.000 votos, pero ello no se ha traducido en más concejales. Mantienen los 12 actuales, pero Carlos González no podrá repetir su tercer mandato, algo que hasta ahora solo ha logrado Diego Macià. Aunque el recuento empezaba con buenas perspectivas para ellos y sus socios, dando al PSOE 13 concejales y 1 a Compromís, lo apurado de los bloques mostraba que cualquier concejal bailando iba a ser clave. Y así fue, al 30% del escrutinio, el PSOE perdía uno en favor del PP, pasando de 10 a 11. Un resultado que ya no se movió en toda la noche.
Los cuatro años de gestión (ocho contando el anterior mandato) no le ha valido al bipartito progresista para rentabilizarlo. De hecho, el único incremento son esos 6.000 sufragios más del PSOE, porque Compromís se ha quedado con una única representante, la candidata Esther Díez. Su electorado se ha mantenido en general muy estable, en 2019 fueron 6.598 votos y en 2023 han sido 400 menos, 6.174 sufragios. Una cifra que les ha arrebatado un concejal, y que sigue con su pérdida en este ciclo, después de los 4 obtenidos en 2015 y los dos de 2019. En un marco de previsible movilización y tendencia al alza de las derechas, en este caso el no acuerdo entre Compromís y Podemos sí ha penalizado.
A pesar de ir en confluencia Podemos con Esquerra Unida, y en menor medida Alternativa Republicana y la marca Alianza Verde, han obtenido tan solo 2.405 votos (el 2.13%), la mitad que Podemos en solitario en 2019, que se quedó a las puertas de entrar con 4.660 votos. Aunque en política y pasados intentos a nivel nacional han demostrado que ir juntos no siempre garantiza más votos, a nivel local los tempos son otros y esa agrupación sí podría haber asegurado al menos dos ediles. Algo en lo que incidían en la noche electoral desde el PSOE. En cualquier caso, es momento de análisis interno en la izquierda por los resultados y no haber rentabilizado la gestión del gobierno.
Mientras que en Compromís se quedaban con las políticas implementadas y destacaban su labor con dos ediles, como apuntaba Esther Díez, en General Cosidó 49, la sede del PSOE, González marcaba como nota positiva ese crecimiento, con un obvio gusto amargo. Tanto él como el secretario provincial y local, Alejandro Soler, felicitaron a Ruz. "Las reglas son las que son", decía el aún alcalde, y se mostraba preocupado "porque la a derecha y la ultraderecha podrán gobernar". Asevera que están convencidos de que han hecho un buen trabajo, y asumen "con entereza" la decisión que han tomado los y las ilicitanas. "Y que asumimos". Decía el candidato que realizarán una oposición "responsable y serena, una oposición constructiva". Lo cierto es que mientras en el PP entraban en la recta final de la campaña hacia arriba, más frescos y proyectando ilusión, en el PSOE, muy confiados hace un mes, parecían llegar más desfondados (el último mitin 'importante', con Puig y su campaña de perfil bajo, fue más modesto). Y con un programa electoral que el PP ha ido dosificando durante estos meses, lo que permite dejar más poso. Pero es solo una de las variables a tener en cuenta dentro de una campaña en que llegaba con una derecha muy movilizada. A partir del lunes empieza una nueva etapa. Pero no solo en los partidos, también en los candidatos. Una de las incógnitas ahora es qué pasará con el futuro político de González...