ALICANTE. El Vaticano ha consumado el relevo del hasta ahora obispo de Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, por el prelado vasco José Ignacio Munilla, hasta ahora obispo de San Sebastián. Un movimiento que estaba decidido a comienzos de verano, pero que se ha postergado hasta finales de año por varios motivos. El primero, las condiciones que el propio Munilla habría puesto para cumplir el mandato de poner orden en la Diócesis de Orihuela-Alicante, salpicado por diversas polémicas durante este 2021.
Munilla no fue la primera opción de Roma para relevar a Murgui, aunque se le considera el perfil idóneo para cumplir el mandato encomendado. Tiene aún 60 años, con trayectoria por delante para consolidarse (llevaba diez en su anterior destino); es un reputado teólogo y se le atribuye 'mano dura'. Quizá demasiada, especialmente en la defensa de algunos preceptos morales conservadores (famosas son sus polémicas con la homosexualidad, el feminismo o el aborto), pero Roma entiende que es lo que toca para devolver el orden a Orihuela-Alicante.
Porque Munilla no llega por casualidad a Alicante. El nuevo obispo de la Diócesis, que tomará posesión en febrero de 2022, tiene por delante el reto de 'limpiar' una gestión económica bajo sospecha, desde que salieron a la luz las presuntas prácticas del anterior ecónomo, Francisco Martínez, en la venta de patrimonio de la Iglesia. Unas prácticas desveladas en enero de este año por Alicante Plaza y que han terminado en una investigación judicial que sigue su curso. A Martínez lo acusan varios promotores y consultores inmobiliarios de imponer el pago de comisiones en negro a través de un testaferro para cerrar las operaciones.
El ecónomo fue cesado en marzo de este año, tras enfrentarse también a un juicio por estafar a una consultora inmobiliaria que participó en la venta del asilo de Benalúa, y que está pendiente de que se dicte sentencia. Sin embargo, Martínez logró que su sucesor fuese una persona de su confianza, el sacerdote Vicente Martínez, presidente de la Fundación San José Obrero (por la venta de cuyo terreno en Guardamar saltó el escándalo de las comisiones). Este es uno de los retos que tiene por delante Munilla.
El otro es recuperar la imagen, al menos para los fieles, de una Diócesis demasiadas veces en el ojo del huracán durante la pandemia. El mismo ecónomo fue denunciado por sus parroquianos de la Vega Baja por oficiar las misas sin mascarilla, y se le atribuye un brote entre las internas del Monasterio de la Santa Faz, así como otro en el interior de la casa sacerdotal. Poco después, en febrero, saltó otro escándalo: la vacunación contra la covid del propio Murgui y algunos familiares fuera del turno establecido.
Desde que saltaron los citados escándalos, y más teniendo en cuenta que Murgui cumplía la edad canónica de jubilación en abril, en Roma se estaba trabajando en su relevo. Sin embargo, según fuentes conocedoras de la operación, hasta tres candidatos se mostraron reacios a asumir el Obispado de Orihuela-Alicante al ser sondeados. Finalmente se optó por Munilla, con un movimiento que se lee en dos direcciones: la Iglesia no solo releva a Murgui en Alicante, sino que aleja al controvertido obispo de San Sebastián, donde las polémicas (en este caso, ideológicas) también le persiguen.
En su despedida, un Murgui muy emocionado ha asegurado que ha disfrutado como obispo "aunque he pasado lo mío, pero estoy muy orgulloso". Tras confesarse enamorado de Alicante, que es "la millor terreta del món", ha defendido que la Diócesis está "muy viva" y "en perfecta armonía" con la provincia, ya que es "de las zonas de Europa más acogedoras" y "una región muy creativa". Nueve años después de su nombramiento, Murgui buscará una solución "mixta" para su desempeño, ya que la pandemia complica su anhelo de ir de misión a Perú.
En cuanto a Munilla, que se presentó en el mismo acto a través de un vídeo, resaltó que accede a esta responsabilidad "con confianza", porque pese a que la responsabilidad le "supera", va a tener la "colaboración" de toda la diócesis, a la par que ha asegurado que ya reza por todos los católicos oriolanos y alicantinos. "Acojo con paz, gratitud y confianza la nueva encomienda que la Iglesia me hace, al tiempo que le doy gracias a Dios por estos doce años como obispo de San Sebastián", afirmó el prelado.
Nacido en Zumárraga (Gipuzkoa) en 1961, José Ignacio Munilla fue ordenado sacerdote en la diócesis de San Sebastián en 1986, tras lo que fue coadjutor en la iglesia de La Asunción, en su localidad natal, para ser nombrado posteriormente párroco de El Salvador, en esta misma ciudad. En 2006, fue nombrado obispo de Palencia por Benedicto XVI, que tres años más tarde, lo designó obispo de San Sebastián, cargo del que tomó posesión en enero de 2010.