análisis ap - DEBATE DE CANDIDATOS A LA ALCALDÍA DE ALICANTE EN EL tramo final DE la CAMPAÑA

El pulso Cs-PP desaparece; Sanguino se borra y López y Bellido movilizan contra un sólido Barcala

23/05/2019 - 

ALICANTE. El debate entre candidatos a la Alcaldía de Alicante, organizado este miércoles por 12 TV, ofreció una foto que puede resultar definitiva sobre la evolución de los bloques políticos que se disputan el gobierno de la segunda ciudad de la Comunitat. 

A solo cuatro días de la cita con las urnas, los cinco aspirantes principales -Luis Barcala (PP), Paco Sanguino (PSPV-PSOE), Xavier López (Unides Podem EU), Mari Carmen Sánchez (Ciudadanos) y Natxo Bellido (Compromís)- volvieron a confrontar iniciativas a lo largo de 90 minutos en el cuarto coloquio electoral de lo que va de campaña. 

A grandes rasgos, todos se dedicaron a repetir las propuestas centrales que vienen desvelando desde hace diez días, en asuntos como la necesidad de que se redacte un nuevo Plan General, casi como si esa fuese la panacea, la solución a los problemas y carencias que arrastra la ciudad. Nadie se sacó ningún conejo de la chistera para atraer votantes (aunque sí salió a colación la tienda de pequeño formato de Ikea), ni para tratar de restar crédito a los oponentes. Pero sí pudo verse cómo se han modificado algunas posiciones de partida.

El primer cambio significativo que se pudo apreciar fue la aparente pacificación en el eje del centro-derecha. A diferencia de lo que sucedió en los primeros actos electorales, y en el primer debate organizado por Radio Alicante, esta vez no hubo confrontación directa entre Sánchez y Barcala. La representante del partido de Albert Rivera estuvo mucho más comedida y casi no prestó atención al aspirante del PP, más allá de tímidos reproches a la paralización de la ciudad (en la que la alcaldable de Cs responsabilizó tanto a Barcala como al extinto tripartito). Al margen de eso, también fue reseñable la referencia a la supuesta corrupción del PP vinculada a su propuesta de Plan General investigado en Brugal.

Barcala le contestó con críticas sobre la inviabilidad de su propuesta de fiscalidad (rebaja del IBI para dejar el tipo al 0,4%, y de la plusvalía hasta el 50%) que, según dijo, no tiene encaje legal y que, además, tildó de improvisada.

Por lo demás, ambos se apoyaron mutuamente para contradecir al aspirante de Compromís, Natxo Bellido, y para recriminarle tanto a él como al candidato socialista, Paco Sanguino, su corresponsabilidad con las decisiones -o con la falta de inversiones- del Consell, compuesto por sus respectivos partidos. 

Eso sí, ni Sánchez ni Barcala dieron señales de un posible pacto postelectoral. El popular insistió en su pretensión de crecer en concejales para poder gobernar en solitario con pactos puntuales desde el consenso, y la líder de Cs reiteró que tiene una hoja de ruta para Alicante y que sólo contempla encabezar una posible alianza con partidos constitucionalistas que la aceptasen.

Barcala se mantuvo sólido en sus intervenciones a la hora de defender sus propuestas, tanto por la condición cualificada que le proporciona ocupar la Alcaldía en la actualidad, como por el bagaje y la experiencia acumulada a lo largo de todo el mandato. Fue, junto a Bellido -el otro candidato que ha ejercido como portavoz municipal estos cuatro años-, el que transmitió mejor sus posiciones, pese a tener que defenderse de las embestidas del alcaldable de Compromís y de su homólogo de Unides Podem EU, Xavier López, sobre los casos de corrupción que afectan al PP y sobre la deuda millonaria que el PP dejó en el Ayuntamiento en 2015.

Sánchez flojeó a la hora de comunicar e incurrió en algunas contradicciones sobre los impuestos y la mejora de los servicios municipales (en las que hurgaron sus contrincantes), aunque sí consiguió mantener un tono propositivo sobre su proyecto de parque empresarial junto a Mercalicante, por ejemplo. Con todo, abusó del ideario nacional de Cs sin llevarlo al terreno de Alicante con medidas generales repetidas por el partido en las últimas convocatorias electorales, como adelgazar la administración o simplificar burocracia para ayudar a generar empresas, negocios y empleo.

En el eje progresista, el alcaldable socialista, Paco Sanguino, tampoco tuvo esta vez una participación acertada. Parte con el handicap de ser el único alcaldable que no procede del mundo de la política y quedó demostrado que el debate no es un formato que le beneficie por la evidente falta de rodaje. Volvió a parecer ausente, más preocupado por la forma de sus intervenciones (muchas veces apoyadas en lugares comunes) que por su contenido, y renunció a interactuar con el resto de candidatos. No replicó los ataques directos sobre su gestión en el Teatro Principal y no llegó a explicar bien cuál era su estrategia: no caer en el enfrentamiento, ni en las acusaciones personales, para centrarse en las propuestas que sí interesan a los ciudadanos y en cómo solucionar sus problemas. 

La cuestión es que, no obstante, no consiguió vender sus iniciativas, salvo la apuesta ya reiterada de potenciar las empresas tecnológicas bajo el paraguas del Distrito Digital y la necesidad de crear una marca cultural como referente turístico de la ciudadPero lo cierto es que hubo turnos de palabra en los que hablaba sin decir nada. Casi se dejó fluir, con mensajes tipo sobre el feminismo y la inclusión social, y pareció fiarlo todo a las siglas y al apoyo que pueda llegar de Madrid y València. Sobre alianzas postelectorales, dijo que su objetivo era liderar un proyecto progresista pero no añadió más al considerar que hablar de pactos era "reduccionista". 

El aspirante de Unides Podem, por su parte, volvió a cuajar una intervención solvente. Explotó su juventud e hizo bandera de su homosexualidad para atraer el voto de ambos sectores; estuvo hábil junto a Bellido al recordar a Barcala que las inversiones que su equipo de Gobierno está aprobando ahora son en gran parte producto del trabajo realizado por el tripartito y dejó claro cual es su modelo de ciudad con referencias concretas a la realidad, a la vida cotidiana. Planteó el reto de recuperar el centro, sin más expansiones para formar nuevas urbanizaciones; apostó por potenciar los servicios públicos y planteó aprovechar las oportunidades de empleo ligadas al medio ambiente, por ejemplo. Aunque también cometió errores y flaqueó, lo cierto es que él, Bellido y Barcala fueron quienes transmitieron más confianza y quienes mostraron más capacidad para movilizar al voto. López en concreto fue el que llamó con más claridad a "no confiarse" y a acudir a las urnas "para que las tres derechas no puedan sumar".

Bellido, por su parte, estuvo incisivo, en un tono en el que se encuentra cómodo, con constantes rifirrafes con Barcala (quien le volvió a acusar de hablar mucho y trabajar poco, y quien le recriminó falta de ética por los encargos a Escola Valenciana). El líder de Compromís también recriminó al alcaldable del PP que su partido había gobernado Alicante 20 años sin haber conseguido inversiones para Alicante; reiteró su oferta de mano tendida para consensuar los grandes asuntos de la ciudad (PGOU, servicios como la limpieza, etc.) y fue el más claro y transparente al sostener que lo honesto era decir ahora cuáles eran las preferencias de posibles pactos. Así, sostuvo que Compromís acudía a las elecciones con el objetivo de ganar y repetir un pacto de progreso alineado con el nuevo Consell y con el nuevo Gobierno central.

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