Podríamos hablar ahora de un desastre arqueológico si el incendio que arrasó el domingo pasado el yacimiento romano de los Baños de la Reina de Calp hubiera afectado a sus elementos más preciados. También si las decisiones administrativas sobre esos restos hubieran sido más diligentes: de haberse hecho más excavaciones, habría más elementos visibles y, por tanto, el fuego del domingo hubiera generado más impacto.
El incendio que afectó sobre los Baños de la Reina ha sufrido el efecto del pobre. Poco se ha hecho sobre el yacimiento, poco le afectaron las llamas. Suerte hasta en la desgracia. La primera lección es que no se puede lanzar un castillo de fuegos a tan poco distancia de un yacimiento, aunque no hubiera ningún advertencia legal que lo impidiera. Pero vistos que los daños podían haber sido mayores, mejor lanzarlo más adentro -como hacen Altea- o buscar una nueva ubicación. Sería recomendable.
Pero más allá de las circunstancias que lo originaron, también importante, creo que toca poner el foco en el Patrimonio. Suele ser el hermano pobre de la gestión cultural, que también sufre penurias de concepto. Espero que la llegada de Pilar Tébar a la Dirección General de Patrimonio cambien los aires. La cuestión es que los Baños de la Reina están como están a base de titulares, primero, y de decisiones políticas tardías, después. El PGOU de Calp permitió hacer edificios a su alrededor, pero conforme saltaban las promociones urbanísticas los políticos locales optaron por impedirlo (a su manera) o permutar suelo si la justicia les obligaba a ello. En Calp la edificabilidad de esa zona está repartida por varias manzanas. Eso es así porque el político de turno no se anticipó nunca a las decisiones y los verdaderos logros vinieron después, en los últimos años.
La cuestión es que el yacimiento siempre estuvo ahí; sin demasiados edificios a su alrededor, milagrosamente, se han hecho varias excavaciones, pero ha faltado la gallardía de poner en valor ese zona del litoral y musealizarlo. No ha corrido la suerte de los edificios del arquitecto Bofill, que sí han tenido un tratamiento premiun de promoción y pedagogúa. Es lo que tiene el Instagram.
Ejemplos para hacer de los Baños de la Reina un gran museo al aire libre los hay, y muchos. La Illeta del Banyets, de El Campello o el Tossal de Manises, dos ejemplos en los que las autoridades provinciales se han volcado. Sin tanto foco, ahí está la Villa Romana de L'Alfàs del Pi, un espacio musealizado y visitable sin tanto foco como el que pudiera tener los Baños de la Reina, a pie de paseo marítimo y que podría ser un argumento nuevo para hacer pedagogía del pasado del municipio de Calp y convertirse en un espacio muy atractivo y pedagógico. Hasta Benidorm se ha tomado en serio el castellum del Tossal de la Cala, que ya es BIC.
Pero lo dicho, los Baños de la Reina no han tenido nunca suerte. O poca. Todas las decisiones que le han afectado se han tomado tarde, y ahora el incendio lo ha vuelto a poner de actualidad. No ha tenido suerte ni con los políticos ni con los momentos.
Hace algo más de un año, en marzo de 2022, se presentó el Plan Director de los Baños de la Reina. Era el proyecto definitivo para finalizar las excavaciones y ponerlo en valor. Entonces, la Diputación de Alicante presentó el proyecto, valorado en 7 millones, para darle el espaldarazo definitivo. Pero ni esas. Ya saben que pasó en el seno del Partido Popular local (en enero de 2023), que gobierna el municipio desde 1995 con algunos lapsos: la cúpula entró con la escopeta y resulta que la alcaldesa ya no es del partido. Ni para eso los Baños de la Reina se han beneficiado de las olas electorales. Siempre a contracorriente.
Los que suelen frecuentar las ciudades de Estados Unidos dicen que una de las cosas que más llama la atención es el contraste entre el lujo de casas, tiendas, hoteles y coches con los homeless acampados en algunas avenidas. Algunos de esos homeless lo son porque rozaron la prosperidad y se cayeron en el olvido de su círculo, y de la atenta sociedad que peatonaliza las ciudades. Pues los Baños de la Reina son en la actualidad un homeless arqueológico, que tuvo su prosperidad y que ahora -o desde hace años- asiste a como la prosperidad del municipio le pasa por adelante, ante la atenta mirada de los turistas que disfrutan de su pasado, todavía visible, pero desconcertado porque los políticos nunca llegaron a tiempo. A pocos metros brota un Manhattan, con apartamentos a 200.000 euros con una habitación, y vistas borrosas por la trasposición de edificios. Ahora un conato de incendio, pues lo que pasó el domingo fue eso, un conato, que ha mostrado los infortunios de un patrimonio olvidado, pero que tampoco da la sensación que vaya a acelerar su puesta en valor. Qué injusticia, cuánta desgracia.
P.D. Desde aquí mi más sentido pésame a la familia de Juan Carlos de Manuel. Ànim xiquet.