Esperábamos más de él. El niño Albert es la eterna promesa de la política nacional. Estas elecciones decidirán si pega el estirón o se pierde en el olvido. Últimamente se equivoca mucho —feminismo liberal, primarias, aceptación de privilegios fiscales—, lo que cabe achacar a sus vaivenes sentimentales. Menos mal que nos queda doña Inés