ELCHE. Aunque a final de la sesión plenaria de marzo celebrada este lunes sí hubo algo de tensión a colación de la liquidación del ejercicio 2023 (por el que el PSOE interpeló al concejal de Hacienda Francisco Soler), una de las novedades del pleno fue la rebaja de la crispación y los choques broncos. Principalmente auspiciados porque apenas hubo debate; PP y Vox evitaron debatir en el grueso de las mociones presentadas. Algo que sorprendió y cabreó a partes iguales a la oposición, PSOE y Compromís, por no confrontar ideas o propuestas.
Así, y de forma paradójica, el primer pleno con el nuevo Reglamento Orgánico Municipal (ROM) no solo no ha durado más, a pesar de la interpelación que han utilizado los socialistas, sino que ha sido de los más cortos hasta la fecha. PP y Vox tan solo han intervenido para explicar el voto en las mociones sobre la adhesión de Elche al programa de Estrategias Territoriales Integradas (ETI) para vivienda social, renovar el compromiso con el Plan Estratégico ELX2030, la creación de ayudas a las familias ilicitanas o la condena por la situación de Palestina. En esta última ni intervinieron, directamente votaron en contra. Tan solo hubo una pulla de Vox en el punto siguiente, y precisamente ellos ni explicaron el voto en todos los puntos en los que no hubo debate.
Tan solo existió en las mociones de PP y Vox, la primera sobre la Pasión de Elche y Fiesta de Interés Turístico Autonómica (y solo para mostrar acuerdo) y la segunda sobre el taxi. Como apuntaba Claudio Guilabert por los populares, para qué iban a debatir si están de acuerdo, por si acaso se enredaban en cuestiones superfluas, algo que ha sido tradición en los últimos años en los plenos, además con cuestiones ya tratadas de sobra en días o semanas anteriores al ser temas candentes. Así pues, el bipartito ha ido pasando o no cada una de las mociones, como si fuera un mero trámite. En cualquier caso, al albur de tantas veces, aprobar una moción no significa que se ejecute, porque tampoco hay seguimiento sobre ello. Si es para no embarrarse, no dilatar, o para hacer el vacío al oponente, está sujeto a interpretaciones.
Con todo, ha generado la crítica de la oposición, con el PSOE a veces bromeando de forma irónica porque no sabía qué votaría el Ejecutivo y ya en serio porque "les parece urgente y más importante debatir sobre una confrontación lingüística estéril en lugar de temas importantes como vivienda o ayudas familiares", decía el portavoz Héctor Díez. Por parte de Compromís, Esther Díez daba "la bienvenida" de forma irónica a Ruz por participar solo en la parte del valenciano, y lamentaba que "no quieran confrontar ideas, no se atreven a hablar de modelo de ciudad", una idea sobre la que han insistido los socialistas en los plenos recientes.
En definitiva, una de las sesiones más cortas, pero que más consenso ha generado en las mociones, lo cual hacía tiempo que no se veía con tantas. Incluso con algún momento curioso, con papeles casi intercambiados, entre PP y Vox, donde estos últimos a través de Aurora Rodil se mostraban más proclives a rotular en valenciano en aquella cartelería que esté solo en castellano. Una bajada de decibelios generalizada, salvo el tenso choque entre Soler y Maciá al final, y una estrategia que habrá que ver si el bipartito sigue empleando, ya que si bien tampoco dan pábulo o evitan embarrarse en ciertas cuestiones, dejan el espacio para que PSOE y Compromís lo rellenen con su relato o postura. Que será la que más visibilidad tenga aunque no se apruebe su moción.