ALICANTE. Ponerlo en un comunicado es fácil, ponerlo en un 'contrato' no tanto... Así se puede resumir la ruptura entre Luis Castillo y Enrique Ortiz, aunque el segundo cree que la situación es reconducible y el primero tampoco cierra la puerta a ello.
El empresario hotelero se refería (a su manera) este lunes en el programa Som Fills del Poble de 12 TV a lo sucedido semanas atrás. Castillo no quiso hacer sangre, es más, llegó a lanzar algún piropo a Ortiz al recordar que es él quien pone el dinero en el Hércules, pero tampoco escondió que no tardó en darse cuenta de que es muy cierto eso de que del dicho al hecho hay un gran trecho, que "le cuesta soltar las riendas": "Enrique me llamó con muy buenas intenciones. Todo estaba claro al principio. Se habló de independencia y de plenos poderes. Yo puse unas condiciones, pero me di cuenta de que no iba a poder trabajar", decía Castillo, quien tampoco ocultaba su decepción por no haber cumplido "su sueño" de ser presidente, después de que años atrás, el mismo tampoco se hiciera realidad "por culpa del entorno de Ortiz y de un político".
La realidad es que las dos semanas largas que duró el idilio entre Enrique Ortiz y Luis Castillo para que este fuera presidente "con autonomía en todos los niveles de decisión" tuvieron de todo, como en botica.
Al día siguiente de que la plantilla, cuerpo técnico y directiva hubieran tenido que abandonar el otrora coliseo propiedad del Hércules escoltados por la Policía, Ortiz llamó a Castillo. Era lunes 1 de mayo, Día del Trabajador. A esa primera conversación telefónica seguiría una primera reunión, luego una segunda y, tras quedar claras las posiciones de ambas partes, la decisión de dar publicidad al acuerdo.
El departamento de Comunicación del Hércules redactó un borrador de comunicado que, tras varias modificaciones a propuesta de Luis Castillo, vio la luz la tarde del 3 de mayo. Que en el mismo se programase una rueda de prensa de presentación para siete días después fue un arma de doble filo que ambas partes aceptaron y que no tardaría en volverse contra ellas. El empresario inició una ronda de contactos con terceros para acompañarle, bien en el consejo de administración, bien integrarse en el organigrama de la entidad (en el área deportiva y en la económico-administrativa). Varios de ellos le fueron planteando diferentes escenarios y, especialmente, advirtiendo de la necesidad de conocer determinados datos (en materia de deudas y presupuesto) para avanzar en las conversaciones para acompañarle.
Lo anterior fue lo que llevó a Castillo a retrasar el 9 de mayo su presentación una semana: fue una decisión unilateral... que el club tuvo que comunicar públicamente y que hizo que aflorara la desconfianza mutua que subyacía bajo el acuerdo, una desconfianza que inicialmente giró sobre la posibilidad de que una de las partes filtrara a algún medio afín que estaban hablando, pero que terminó pivotando sobre los ya famosos plenos poderes y como consecuencia de las filtraciones: concretamente, aquellas en las que se daba publicidad a todas las reuniones que mantenía Castillo con terceros para entrar en el club de su mano. Cuando no se trataba de alguien con quien había contactado previamente el club, caso de Javier Subirats (quien la semana pasada seguía esperando que se acordaran de él, por cierto), se trataba de alguien por quien Castillo abogaba, Ortiz no tanto y a quien ver su nombre publicado sin que hubiera nada cerrado tampoco le animaba a mantener su voluntad de seguir negociando. De manera paralela a lo anterior, Luis Castillo veía cómo no se producían las reuniones solicitadas al Hércules, para darle a conocer aspectos tan importantes como a cuánto ascendía la deuda con la Agencia Tributaria, si había o no un acuerdo de aplazamiento o una negociación abierta para alcanzarlo, o de qué presupuesto se iba a disponer y, especialmente, en qué grado este estaba comprometido por los contratos de futbolistas y cuerpo técnico.
El jueves 11 de mayo, sus respectivos quehaceres impidieron a Ortiz y Castillo sentarse en una mesa tal y como habían previsto para tratar de reconducir la situación. La reunión tuvo lugar un día después, pero no se consiguió recuperar la confianza perdida. Tras el paréntesis del fin de semana, el martes 16 las partes anunciaron (cada una por su lado) que al día siguiente no tendría lugar la anunciada rueda de prensa de presentación y que posponían 'sine die' las negociaciones.