ALICANTE. El golpe que supuso el estallido de la pandemia del coronavirus en marzo de 2020 y las restricciones asociadas a la misma, pese a un buen verano (en términos de movilidad y actividad económica) y a la recuperación general, salvo la turística, en la segunda mitad del año, terminó por dar un buen 'bocado' al negocio inmobiliario en la provincia de Alicante. Según la estadística oficial del Ministerio de Agenda Urbana (antiguo Fomento) sobre transacciones inmobiliarias, publicada esta semana, el sector vio cómo su facturación total se reducía un 18%: nada menos que 1.000 millones de euros que se han quedado por el camino.
La imposibilidad de viajar a España durante buena parte del año pasado, e incluso de moverse entre regiones, dificultó de forma determinante el cierre de operaciones tanto con compradores extranjeros como nacionales. De esta forma, la provincia registró 32.800 compraventas, un 22% menos que en 2019, cuando todavía sin atisbo de pandemia el sector ya comenzaba a mandar señales de desaceleración (con una caída del 4,5% respecto a 2018). Con todo, el volumen de compraventas de la Costa Blanca supone el 47% de todas las registradas en la Comunitat Valenciana durante el año pasado, y el 2% de todas las de España.
La cifra final de compraventas y valor de las viviendas transmitidas, en todo caso, es mucho mejor de la que apuntaba el dato al cierre del primer semestre, cuando las operaciones y el volumen de negocio caían un 40%. La recuperación del segundo semestre ha permido cerrar ligeramente la brecha, pero en cualquier caso no se ha podido recuperar todo lo que no se pudo vender en primavera, periodo clave (especialmente el mes de mayo) para los promotores. La recuperación del precio de la vivienda, eso sí, ha provocado que una vez más la facturación se comporte mejor que las compraventas.
De esta forma, el volumen de negocio del sector inmobiliario ascendió en 2020 a 4.400 millones de euros, gracias sobre todo al cuarto trimestre (que aporta el 31% de toda la cifra de negocio anual), lo que supone una caída del 18% respecto a la facturación de 2019, que alcanzó los 5.400 millones (ese año el volumen de negocio crecía un 0,75% respecto al anterior pese a venderse menos unidades). De esta forma, el precio medio de la vivienda en Alicante se queda en 134.000 euros en 2020, frente a los 127.700 euros del año anterior.
El comportamiento de la demanda extranjera por la imposibilidad de visitar España, precisamente, influyó de forma notable en el cómputo global, dada la importancia que históricamente ha tenido el comprador foráneo para el sector en Alicante. Así, en 2020 hubo 4.720 compraventas protagonizadas por extranjeros residentes en la provincia, lo que supone un 15% del total, cuando un año antes las compras de vivienda por extranjeros suponían casi la mitad de todo el negocio. En términos absolutos, las compraventas por parte de foráneos cayeron un 75% el año pasado.
En cuanto al peso de la segunda mano en el total del mercado, la proporción se mantiene aproximadamente respecto a la época prepandemia. Así, según la estadística del Ministerio, 27.450 de las viviendas vendidas en la provincia el pasado año eran de segunda mano, lo que supone el 83% del total. El peso de la vivienda usada en el mercado de la provincia se ha venido manteniendo en valores similares desde que se reactivó la demanda tras la anterior crisis.