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análisis - el inicio del curso político 

El PSPV y su candidatura a la Alcaldía de Alicante: mejor pacto que primarias 

2/09/2018 - 

ALICANTE. Arranca el curso político, y sólo dos partidos políticos, el PP y Compromís, parecen tener resuelto sus liderazgos electorales, tanto en Alicante como en Elche: Luis Barcala, como actual alcalde, será el candidato en la capital; Pablo Ruz en Elche, por los populares; Natxo Bellido y Mireia Mollà repetirán por los valencianistas. Los socialistas, con Carlos González como candidato a la reelección en Elche, tiene en Alicante ciudad su principal incógnita a despejar en los próximos meses. Ciudadanos, en cambio, tiene los dos frentes abiertos y hasta febrero no lo resolverá. EU-Podemos depende de las primarias para definir a los alcaldables de sus confluencias en ambas ciudades.

¿Qué sucederá en el PSPV-PSOE de Alicante? Esa es la gran incógnita con la que arranca el curso político, una vez perdido el trono municipal con la dimisión de Gabriel Echávarri y el acceso del PP, de nuevo, al poder local, el pasado mes de abril. Lo más normal es que se convocaran primarias y que fueran los militantes los que eligieran a su candidato. Y en este escenario, lo más normal es que el candidato que lanzara el ex senador Ángel Franco fuera el ganador. Y todo hace indicar que el elegido sería el actual secretario general de la agrupación socialista de Alicante, el ex conseller y presidente de la sociedades laborales de la Comunitat Valenciana, Miguel Millana. Franco, y por extensión Millana, controlan el 80% de la militancia; es decir, que a menos que retuvieran una gran parte de ese voto, tendrían las primarias ganadas. Pero, ¿de verdad es ese el escenario deseado por otros agentes del PSPV-PSOE?

La respuesta está clara: no. Tanto la cúpula del PSPV, que se juega parte de su éxito autonómico en Alicante, como los sanchistas de la ciudad -y por extensión de la provincia- no ven oportuno en estos momentos celebrar unas primarias, aunque las hayan pregonado durante su campaña a la secretaría general. Es más, algunos recuerdan que el 50% más un afiliado pueden solicitarlas y se celebrarían. Pero esa no es la razón: tanto los sanchistas como Blanquerías preferirían un pacto a lo Etelvina Andreu, como sucedió en 2007. Hubo consenso en una candidata, la entonces subdelegada del Gobierno, y se confeccionó una lista de consenso entorno a su figura.

Por partes. Los sanchistas de Alicante no tiene un liderazgo claro, y por tanto, una persona que pretendiera aspirar al cargo. Bueno, sí que lo hay, pero no lo ha manifestado: sería el catedrático de la UA José Asensi, pero para que optara al cargo se le deberían pedir y que, además, hubiera consenso sobre su figura, algo que no se da porque el sector de Franco no es muy partidario de ese tipo de perfiles.

A falta de las preferencias del PSPV y del president Ximo Puig, la otra persona que sí ha manifestado, aunque sea en círculos internos, querer optar a liderar la lista es Eva Montesinos, la actual portavoz del grupo socialista. Mujer en su momento muy ligada al ex alcalde Gabriel Echávarri, Montesinos logró el consenso para ser alcaldesa, pero no portavoz. Pero pese al boicot de Franco y los suyos -que le retiraron la portavocía durante unas horas-, Montesinos sí que logró el respaldo en su momento de Puig -y, sobre todo, de José Muñoz, el hombre que controla el partido en la Comunitat Valenciana-, lo cual podría ser una aval respecto a un posible pacto. La alcaldesa fallida no tiene muchos respaldos en el seno de la agrupación, pero sí que tiene, a diferencia de otros candidatos, un amplío grado de conocimiento en la ciudad merced a la crisis que generó la pérdida de la Alcaldía. Pero, como ha quedado demostrado, no tiene la confianza ni de Franco ni de Millana.

Ante esta situación de bloqueos internos, el camino del PSPV  de Alicante va dirigido a un pacto entre las tres familias en liza: ximistas, sanchistas y franquistas. A los dos primeros no les convienen las primarias; a Franco sí, pero imponer su candidato lo puede dejar aislado de otras pugnas futuras, como la lista autonómica o la confección de la futura Diputación de Alicante. Debe sopesar ese desafío: ganar a cambio de nada más; o pactar a cambio de tener influencia en el resto de instituciones.

Los sanchistas, por su parte, están a lo que marque Ferraz, e, incluso, el PSPV. Saben que su líder ahora tiene buena sintonía con Ximo Puig y también requieren de un buen resultado en las grandes ciudades; de lo contrario, las expectativas de Sánchez pueden quedar mermadas en caso de un hipotético adelanto electoral. En resumen, los seguidores de Pedro Sánchez están por pactar y hacer piña, más que lanzar candidatos alternativos. Es lo que han evitado -pudiendo-, dicen, en Elche.

Así que la situación, que se debe resolver en los próximos meses, pasa por o un candidato o candidata de consenso o conocido por explorar, o a las primarias, a riesgo de romper la unidad de acción ante posibles citas electorales que podrían adelantarse, bien las generales, bien las autonómicas. Todo eso sin descartar que entre Sánchez y Puig haya un pacto por las altas esferas que incluya a Alicante, que pudiera desbaratar cualquier acuerdo local o, incluso, unas primarias. Y en esa balanza, se pondrá también la candidatura a la Alcaldía de València, y por tanto, apuntalar el nombre de Sandra Gómez. Así, que ha empezado el sudoku socialista. O un viejo conocido o conocida de consenso -sin descartar nombres clásicos como Juana Serna; Juan Antonio Gisbert, o Esteban Vallejo-, o primarias a cara de perro. Pero mirlo blanco, de momento, no lo hay, y no parece que lo haya, y si lo hay, están rotas las relaciones con él.

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