ALICANTE. Selfie, retrato, paisaje o panorámica. Saturadas, con tonos más apagados, con filtros de FaceApp o sin editar. Frente al espejo (homenajeando a Tuenti), bajo el agua, en el pub o en la playa. Con amigos y amigas, en pareja, sola frente al objetivo, con tu gata o con tu agaporni. Con poses estudiadas a lo Victoria's Secret o utilizando la técnica "sácame una foto así, haciendo como que no miro". Sea como sea, la fotografía es hoy, más que nunca, cazadora de momentos, máquina del tiempo y una prolongación de nuestras manos. Con solo desenfundar el móvil del bolsillo (si es que no se lleva ya entre los dedos) y apretar un botón, una ráfaga de 20 fotos aparecerá en la galería (¿de arte?). Por tratarse de una herramienta accesible y fácil, cualquier persona puede disparar esta arma. Pero eso no lo convierte en fotógrafo/a, solo en quien toma la instantánea. Para entender la profesionalización dentro del mundo de las cámaras y conmemorando hoy, 19 de agosto, el Día Mundial de la Fotografía, Lolo Díez (Novelda, 1985), creador, responsable y único equipo de @Lamochiladelolo (Instagram), recuerda que "si sigues unos patrones, es decir, si haces lo típico, no vas a destacar. A veces se tira a las fotos de principios de Instagram, con la bañera, los cereales y el confeti; algo que es ahora muy básico, pero que antes era muy bueno porque te visibilizaba, pero como está tan visto ya no creces. Tienes que hacer lo que te guste siempre, no lo que creas que va a gustar", subraya.
¿Y qué gusta a Lolo? En su perfil se pueden encontrar fotos con comida estampada sobre la cara de las modelos, basura recogida en la playa o apresurados retos Disney, detallando el recorrido con maps y el making of en sus stories: "El reto Disney es la segunda vez que lo hago; la primera fueron siete días seguidos sin descanso, pero esta me la he tomado con más calma para que salga mejor. Es más complicado de lo que parece, porque puedes meterte en Pinterest y ver cosplay de Disney, pero no es igual que la manera en que yo lo hago", replica Lolo. Un contenido visual que el noveldense complementa con los textos a pie de foto: "Son todos un significado de algo de mi vida. Hablo en primera persona sobre cosas mías y cosas que vivimos. Me comparo con cómo era yo al principio, cuando ponía solo una frase o una palabra, y faltaba argumentación. Fotografía más texto hacen más partícipe al resultado final", concluye.
Con un perfil en Instagram que suma 32.800 seguidores, el fotógrafo comenta que sus orígenes se sitúan en YouTube, en un canal que se abrió en 2015. Sin embargo, en 2017, cuando cursaba su segundo año del grado en Turismo, le regalaron una cámara por su cumpleaños, la cual valía más para fotografía que para vídeo: "Fue entonces cuando empecé con la fotografía de una manera muy amateur y muy mal, porque reconozco que eran fotos malas, pero he ido aprendiendo a base de esos errores", comenta echando la vista atrás. Su crecimiento llegó de la mano de una colaboración con la empresa ilicitana (y muy internacional) Hawkers, en una foto en la que aparecía "una chica semidesnuda en la playa, pero tapándole el pecho con un objeto, que eran unas gafas de sol Hawkers. El contraste de esa fotografía quedaba muy bien y mucha gente me la imitó, llegando incluso a tener discusiones con algún instagramer porque me imitó la foto sin darme crédito. Yo creo que a partir de ahí la gente ya me tomó más en serio, porque hacía fotografía con el objetivo de 50mm y editaba con Lightroom, por lo que la calidad se notaba", recuerda.
Pese a que Lolo rechaza que se le catalogue como fotógrafo influencer, existe una diferencia en cuanto al contenido y la forma con los fotógrafos de estudio, de barrio, de bodas, bautizos y comuniones: "Existe una horquilla muy larga entre los amateur, los que estamos más posicionados y los de bodas y comuniones. Los fotógrafos de toda la vida también suelen criticar a los que venimos por detrás. Yo fotografié una boda, pero no es lo mío. El dinero viene muy bien, pero no deja de ser algo para fotógrafos adultos, como los llamo yo", confiesa Lolo. Y sostiene que prefiere el título de "influyente al de influencer, porque mucha gente me pregunta en qué restaurante estoy, dónde he hecho una foto, qué estilo he usado o dónde he viajado hoy, porque influyo en mucha gente que me visita".
Es debido a esa influencia por la que en redes sociales crea opiniones dispares y no solo recibe amor -aunque sí en su mayoría, según cuenta-: "Para mí el hater es indispensable; hace falta. Si crees que lo estás haciendo bien aparece el hater y te ayuda a hacerlo mejor todavía. Sí que es cierto que si tienes una mentalidad cerrada te puede hacer daño y te puede afectar, pero yo lo sé llevar bastante bien", admite. En el top 1 de la crítica más recibida se sitúa el feminismo: "Está claro que yo no me puedo meter en la lucha feminista porque no es mi lucha, sino de las mujeres, pero mis aportaciones son a base de ellas. Es decir, los textos que publico en días señalados para el feminismo pertenecen a mujeres, las fotografías que les he hecho se fijan en chicas trabajadoras o luchadoras, que reflejan los valores. Como hay gente que tiene odio para todo me han acabado denunciando fotografías y me han eliminado algunas del 8M. Yo creo que mi criptonita es el feminismo pero, a la vez, es algo que me estimula para que las mujeres tengan la igualdad que merecen", reivindica el artista.
Natural de Novelda, se mueve por la provincia (y por el territorio español) para desarrollar y promocionar su arte. Unos viajes que le permiten observar el panorama local y nacional de la fotografía y compararlos: "En Alicante no existen, por así decirlo, fotógrafos influencers. Madrid lo veo más posicionado que Barcelona, por ejemplo, porque en la capital hay muchos fotógrafos, artistas y creadores de contenido. En Barcelona, por el Barrio Gótico, se ve a muchos artistas y galerías de arte, de pintura y músicos. Barcelona es más artística, más cosmopolita, más bohemia; sin embargo, en Madrid es todo más serio, más remunerado. Alicante está a escalones y a peldaños larguísimos, incluso Valencia lo está; falta mucho por explotar allí", expone su visión el creador de La mochila de Lolo. Y apunta que cree que está destacando por no hacer lo común o lo correcto, por "no seguir unos patrones de fotografía. Me los salto, lo hago a mí manera y es lo que me va bien; no sé si a los demás les irá igual. Y digo que no sé porque, en Alicante, por ejemplo, la gente tiende más a criticar y a hablar mal entre nosotros, en lugar de apoyarnos. Yo creo que si todos fuéramos un poco más condescendientes en el arte nos iría mejor a todos", propone su solución el creador de contenido.