ALICANTE. La libertad de expresión, ese derecho que no salpica sino que da de lleno en el bolsillo en que los ciudadanos y ciudadanas guardan su opinión, cosida en numerosas ocasiones por el humor y la crítica. Resulta un derecho fundamental en el día a día de la sociedad aunque es cierto que existen oficios que batallan más de cerca con esta libertad, tantas veces coartada y censurada. El periodismo, la escritura, el audiovisual o las artes plásticas son algunas de las profesiones más representativas. Es por ello que la Universidad de Alicante (UA) dedica la XIX edición de las Jornadas de Humor Social a la libertad de expresión, una iniciativa con recorrido que incluye la exposición titulada con el mismo nombre del derecho fundamental, que se inauguró el miércoles, 8 de mayo, en la Sala Aifos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UA.
Esta muestra, que se puede visitar hasta el 7 de junio, contiene 65 obras de 51 autores internacionales y está compuesta por viñetas e ilustraciones, unos vehículos artísticos que cuentan con esa doble vertiente de la bendición y el azote que otorga la libertad de expresión. En la exposición resuenan firmas de primera fila, "la mayoría, miembros de FECO-España, la Federación de Humoristas Gráficos", apunta el comisario de la muestra y organizador de las jornadas, Enrique Pérez. Y es que matiza que los autores que la conforman "son muchos y muy buenos", por lo que resulta imposible ensalzar una pieza por encima de otra debido a que "no todo el mundo nos reímos con lo mismo. Hay a quien le gusta Forges; a otro, El roto y a otra persona, Malagón", enumera.
La alianza entre la crítica y el humor -un elemento que golpea y otro que suaviza- es una constante en las viñetas que reivindican temas sociales. Además, en una sociedad gobernada por la imagen las ilustraciones resultan un método impactante pero sencillo de digerir y recordar: "Las cosas hoy en día entran por el ojo. Un artículo es muy difícil de contar entero a otra persona, pero el dibujo es muy directo", confirma el comisario. Aunque la exposición supone la parte más visual de estas jornadas, el acto central tendrá lugar el jueves, 16 de mayo, con la organización de una mesa redonda con la ilustradora y caricaturista colombiana Elena Ospina, una oportunidad para que el público "conozca eso que quiere saber y nunca se atrevió a preguntar", expone Pérez.
Como cada año, se entregará el premio Notario del Humor, "que es un ninot pequeño, una figura de cartón de un dibujante agarrado a un lápiz", detalla el organizador. Un galardón que en esta edición lo recibirá la propia Ospina, por tratarse de "una persona que lleva colaborando con nosotros prácticamente desde que se inició Humor Social, además de tratarse de una dibujante excepcional, una ilustradora fabulosa y una de las actualmente más premiadas en el mundo", explica. Esta será la segunda ocasión que las jornadas entreguen el premio a una mujer, habiendo recaído la primera vez en manos de la ilustradora gallega María José Mosquera. El comisario asegura que lejos de ser una cuestión de sexos se trata de números, ya que, considera, "en España habrá unos 400 dibujantes de humor masculinos y debe de haber unas 12 mujeres, sin olvidar que muchos de esos ilustradores tienen una trayectoria de muchos años atrás, épocas en las que no existía ninguna mujer dibujante". Y completa añadiendo que se trata de "un premio por méritos, en el que no existe discriminación".
La línea entre el humor y el ataque es bastante invisible, casi inexistente, motivo por el que resulta complicado y subjetivo encontrar las fronteras de la libertad de expresión. "Yo creo que los límites están en que hemos perdido el sentido del humor", valora Pérez, quien atribuye a los juzgados la responsabilidad y el derecho a decidir qué atenta y que no al honor de las personas. Además, considera que "la gente se ha olvidado de que hay humor blanco, negro, verde, rosa... hoy en día hay más censura que hace muchos años, porque todo es susceptible de mosqueo; parece que todo chiste que se haga contra cualquier colectivo -mujeres, homosexuales, niños, personas con diversidad funcional- pretenda ridiculizarlos, lo cual es mentira". Y justifica que "con Ibáñez, en Mortadelo y Filemón, nadie pensaba que nos queríamos reír de los ciegos, sino que ese personaje lo era y le ocurría una serie de cosas".
Resulta innegable que la libertad de expresión permanece de forma constante en el punto de mira y que no son pocos los que han intentado coartarla, en numerosas ocasiones desde el ámbito político. Sin embargo, el organizador considera que "la libertad de expresión no acabará nunca porque poder opinar es algo muy personal y no lo podemos perder, por lo que seguiremos luchando". Menciona que en la época de la dictadura "no se podía decir casi nada, pero todos los días se arañaba para conseguir que el listón de la libertad de expresión estuviera más arriba", una lucha que no ha cesado en los países "en los que solo por abrir la boca te pueden cortar la cabeza", comenta, "donde sigue habiendo dibujantes que se juegan el cuello, lo que quiere decir que siempre habrá gente dispuesta a que jamás se acabe con la libertad de expresión", enuncia Pérez.