ELCHE. Este martes el Colegio de Arquitectos de Alicante organizaba la conferencia de Yolanda Spariani, Doctora en Edificación y Arquitecta Técnica, quien abordó el recorrido histórico de la basílica de Santa María, con su construcción y evolución a lo largo de 111 años, tiempo que tardó en edificarse el actual inmueble que hoy se conoce. Pero también aprovechó para hablar del Plan Director para la restauración, en el que participó y que elaboró el despacho Lavila Arquitectos —aunque la primera fase se ha encargado a otro estudio, Almagra—. Entre otras cuestiones, las grietas en cubiertas, riesgos de capilaridad, humedades o degradación de la piedra son algunas de las principales casuísticas sobre las que intervenir. Además, el Plan Director plantea la instalación de un ascensor en la sacristía para ganar en accesibilidad.
Spariani, integrante también del Instituto de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico (INAHP) y directora del grupo GIRA en Restauración Arquitectónica, pone de relieve que la basílica sufre mucha degradación pétrea, ya que su piedra está "muy sedimentada", al haber hallado en estudios químicos restos de algas, lo que significa que el origen de estas viene del agua. Además, por el tipo de piedra, biocalcarenitas, algunas de ellas de las canteras de Ferriol, "son muy sensibles a las lluvias ácidas", plantea la investigadora, que prevé publicar su tesis sobre la basílica a lo largo de 2025. Por esa afección, apunta, la degradación que producen las palomas con sus excrementos es un asunto preocupante. De hecho, vaticina que quizá en el futuro las figuras de la Portada Mayor se acaben retirando, "porque están muy sometidas".
Asimismo, dependiendo de las fachadas, los problemas detectados son unos u otros, pero en general las líneas son comunes: degradación, filtraciones o también en la Portada Mayor, humedad por capilaridad. Señala que los morteros de cal se van endureciendo con el tiempo, lo que supone un problema, por lo que explica, hablando coloquialmente, que "habría que poner morteros malos, que sean poco resistentes". Los buenos con el tiempo adquieren más resistencia y rigidez y generan un una capa gruesa. Y son elementos más recientes, de anteriores restauraciones.
A nivel de grietas, hay en las muchas cubiertas, algunas reparadas, pero son áreas donde destaca que primero habría que intervenir —como así recoge la primera fase de la rehabilitación—. Cabe destacar, indica Spariani, que las cubiertas se han ido transformando, pero se conserva alguna parte de las originales, sobre la girola. Eso sí, en el sistema de cubiertas explica que se han detectado hongos, los cuales se han estudiado, porque el equipo que elaboró el Plan Director era multidisciplinar —con incluso una bióloga—. Y que también se van moviendo con el tiempo, como se ha ido comparando con mediciones de años anteriores, debido al empuje de las bóvedas. De hecho, uno de los testigos de la fachada Este colocado en los años 40 se ha fracturado y se han abierto grietas.
También exponía la doctora que hay que reparar filtraciones en la cubierta de la capilla de la Virgen, que las gárgolas están en constante deterioro, elemento de los que se muestra en contra porque "se roturan constantemente" y con el paso del agua pueden contribuir al deterioro, lo que ya ha pasado en fechas recientes. Por otra parte, y como curiosidad, el plan recoge algo que no se reconoce a simple vista, y es la inclinación de la torre campanario, "más visible claramente en el interior". Así pues, el documento, de un millar de páginas, incluye cinco niveles de riesgo.
Y también plantea la posibilidad, atendiendo a los usos, especialmente de los edificios patrimoniales, de instalar un ascensor que podría habilitarse en el entorno de la sacristía. El Plan, como ya se mencionó en su día, traza un coste estimado de 7 millones de euros para rehabilitar el templo a lo largo de cuatro grandes fases a una década vista. Eso sí, por ahora aún queda impulsar la primera fase de ejecución y lo más importante, obtener la financiación para materializar la actuación. Cabe recordar que no solo el documento se refiere a lo meramente arquitectónico, también tiene un extenso inventario de 700 páginas sobre bienes muebles.
Por último, Spariani también destacaba de la basílica que el actual es el cuarto inmueble, los tres previos, mezquita, gótico y renacentista se edificaron donde está el actual, empezado en 1673 y finalizado en 1784. Una trayectoria que se ve en las cicatrices y piedra del templo, con algunos vestigios de las anteriores épocas. De hecho, destaca que la planta del edificio e interior "es más neoclásico que barroco, a pesar de la Portada Mayor". Hizo un repaso a algunas curiosidades como la portada esquinada de San Agatángelo, también de de Bussy, "quizá porque cuando la diseñó no contaba con la torre", y por eso acaba en un lateral de la misma. También que las distintas biocalcarenitas (familia a la que pertenece la piedra caliza), medias —en la primera fase, y en la torre— o fina —del grueso del inmueble— son del entorno, de la sierra de Peligros o Novelda, y que está demostrado que la capilla de la Comunión es de piedra de Ferriol, como la Dama de Elche. Se nota su afección en los bajos del edificio, más erosionado, al tener esta piedra también arcilla. Se va deshaciendo con la humedad.
Asimismo, esos diferentes tipos de biocalcarenita se aprecian en las distintas tonalidades de los muros de la basílica, con tonos más claros y oscuros (rojizas por su exposición al sol en la cantera más blancas en zonzas frescas), y que también son señal de su envejecimiento, "que es lo que da carácter al patrimonio". Se muestra ese reciclaje de materiales en su transformación a lo largo del tiempo. Asimismo, Spariani traza las influencias posibles de su diseño viendo otras basílicas o iglesias de su época, con inspiraciones posibles en Santa María de Alicante en su etapa gótica, en el colegio de Santo Domingo de Orihuela en escaleras y contrafuertes, "o en la iglesia de Jumilla del siglo XV, donde hay también una escalera en la sacristía porque por allí se subía a su misterio que también representaban", el mismo papel que cree que tiene la escalera de la sacristía de Santa María. De cuando la representación era desde la nave y no desde la cúpula.
En resumen, una basílica, como es conocido, constantemente alterada, con materiales reciclados de sus etapas, a modo de 'remaches', y cuyos muros hablan, porque los colores y marcas muestran el 'ensamblado' de fábricas que se han ido uniendo hasta configurar el actual templo. También atravesado por sus capítulos más fatídicos, más o menos evidentes, desde la parte conservada del incendio de 1936 a las cicatrices del terremoto de 1829, fotografiadas por Pere Ibarra en algunos arcos que muestran su piedra desplazada.