ALICANTE. Para los amantes del cine de terror resulta muchas veces complicado no terminar decepcionado con la mayoría de las propuestas del género. No porque se vea venir el giro final, o porque las reglas de la maldición de turno tengan más lagunas que un plan de Paco Miranda, sino porque últimamente (y 'últimamente' abarca varios años, por desgracia) para dar miedo en el cine parece que solo se puede recurrir al plano cerrado de la puerta de la nevera o a subir mucho el volumen de la música. Y eso cuando la propuesta no es directamente heredera de 'Holocausto Caníbal' y su carta para asustar es enseñar mucha, mucha sangre y muchas, muchas vísceras: 'Las colinas tienen ojos', 'Hostel', 'Train', la pretenciosa saga de 'Saw'...
Por eso resulta tan estimulante que, de repente, a Netflix le haya dado por incluir en su catálogo (y en sus recomendaciones) un puñado de interesantes cintas de la productora Blumhouse, famosa por hacer buenas (o al menos, aceptables) películas de terror con pocos dólares y excelentes resultados en taquilla. Algunas, de hecho, muy buenas. Tanto que no encajan con el resto del catálogo, como sucede con 'La Visita', que supuso la redención de Night Shyamalan tras meter una pata tras otra desde 'El Bosque'. O la primera 'Insidious' (James Wan es un valor seguro para el género, pese a haberse consagrado precisamente con Saw).
'La Visita' no está (alguna 'Insidious' sí), al menos por ahora, entre las opciones que puede recomendarnos el algoritmo, pero sí un buen puñado de productos elaborados en la factoría de Jason Blum, algunos incluso recién salidos del horno, como 'Fantasy Island'. Esta última en realidad no se puede decir que sea una película de terror, e incluso por momentos cae en la comedia involuntaria (o voluntaria, quién sabe), aunque nada que ver con las patrañas que parió hace dos décadas la española Fantastic Factory de la mano de Brian Yuzna, y de las que apenas se salvan 'Darkness' y 'Romasanta' (dirigidas por Jaume Balagueró y Paco Plaza, respectivamente).
'Fantasy Island' se basa, como habrán deducido solos aquellos que la conozcan, en la mítica serie de televisión del mismo nombre, en la que el propietario de un resort caribeño hacía realidad los deseos de sus 'afortunados' invitados, solo para hacer bueno aquello de "ten cuidado con lo que deseas". La serie estaba protagonizada por Ricardo Montalbán como el doctor Roarke y el actor francés con enanismo Hervé Villechaize, inquietantemente parecido al Felipe González de Suresnes. En la versión de Blumhouse tenemos a Michael Peña (el amigo bocazas de 'Ant-Man') como anfitrión, y a Maggie Q (más habitual del cine de acción) entre los invitados.
Casi al mismo tiempo, Netflix ha incluido otra producción previa de Blumhouse, 'Verdad o Reto' (en su versión extendida), en la que un grupo de amigos se pone a jugar al juego del título en una abadía abandonada durante un viaje de vacaciones a México, con nefastas consecuencias para su salud. Si la película isleña actualiza la serie setentera de la ABC, esta cinta (de 2018) sigue el clásico esquema de los slashers tipo 'Scream' o 'Viernes 13'. Un detalle que particularmente me parece delicioso porque define a la perfección las preferencias presupuestarias de la productora es que, cuando el 'mal' hace su sutil aparición, al personaje de turno se le dibuja una sonrisa imposible inspirada en la de Momo, esa foto de una escultura de gallina horripilante convertida en leyenda urbana en internet, que supuestamente retaba a retos mortales a los niños que jugaban con él.
Pero no nos engañemos. Que Blumhouse haya hecho de la contención presupuestaria su seña de identidad (una estrategia, por lo demás, de simple sentido común en una industria, como es aunque no queramos el cine) no convierte a su cine en low cost, en el sentido peyorativo del término. Sus producciones serían al cine lo que Ryanair a los vuelos, o si se quiere, lo que Primark a la moda. Y cualquiera de sus películas presenta una factura técnica impecable que ya quisieran las cintas (esas sí que daban miedo, pero de puro malo) de la ya mentada Fantastic Factory.
Estos dos últimos estrenos se suman a otra producción muy recomendable estrenada en la plataforma hace unos meses, aunque se aleje también del terror puro, como es 'Feliz día de tu muerte'. Una especie de 'Atrapado en el tiempo' en la que la prota, una excelente Jessica Rothe, revive una y otra vez el día de su cumpleaños, que es también el día en el que un asesino con una careta ridícula acaba con su vida. La única forma de romper el bucle es descubrir quién la quiere muerta y evitarlo. Y la lista sigue: 'Hush', del (ahora) director de culto de series de terror Mike Flanagan; la lynchiana 'Cam', de Daniel Goldhaber; 'Múltiple', de Night Shyamalan...
Normalmente de la factoría Blumhouse se destaca lo que aquí se ha dicho en varias ocasiones: que Jason Blum es especialista en no perder dinero haciendo cine. Pero lo cierto es que lo más importante, para lo que aquí nos ocupa, es que aunque se suela acusar a sus películas de ser clichés de 90 minutos, lo que hace Blumhouse es, siempre, respetar el género de terror en sus más diversas variantes excepto la gore; casi siempre, actualizar el género con planteamientos originales; y en algunas ocasiones, es cierto que las menos (no todos los días puedes producir 'Hereditary' o 'Verónica'), innovar y regalarnos peliculones, de esos que no te dejan irte a dormir sin encender la luz del pasillo.
Por ejemplo, y sin desmerecer a 'La Visita' o 'Insidious', ya citadas, la última recomendación de este artículo, y un lujo para el catálogo de la plataforma: 'Sinister', con Ethan Hawke, considerada la película más terrorífica de todos los tiempos según un estudio científico que midió el ritmo cardíaco de los espectadores. Lo dicho, apaguemos Netflix que hay que irse a la cama, pero con la luz encedida. Por muchas más Blumhouse.