Vuelven los viejos rockeros de la izquierda cultural, ahora en agitación permanente contra Ayuso. Cualquier excusa es buena para erosionar a la derechina. Son cobardes y callan sobre las trapacerías del Gobierno.
En el fondo no son tan malas personas. En vísperas de la Navidad, acordémonos de esa legión de hombres que viven solos. Nadie repara en ellos. Y no se lo merecen. Necesitan un poquito de comprensión y cariño