ALICANTE. Al momento de publicar estas líneas se habrá celebrado ya en Alicante la que pretende ser una gran manifestación por la mal llamada Ley Trans, una más de las protestas que se están anunciando y organizando estos días a lo largo de todo el país, concentración a nivel autonómico cuyo propósito es reunir a la mayor parte del activismo LGTBI valenciano en nuestra Plaza de la Montanyeta. Se habrá celebrado en la tarde del pasado sábado y, representando a mi asociación, Entendemos LGTBI, yo habré participado de forma activa en ella, escribiendo y leyendo una sección del manifiesto reivindicativo.
Y lo cierto es que, si he estado, habrá sido simple y únicamente por mi convencimiento de que no podía no estar. Porque, a día de hoy, y lo cierto es que ya lo llevo pensando algún tiempo, me pregunto, ahora más que nunca, por la verdadera utilidad de todo esto. El pasado sábado 19 de noviembre de 2022 se habrá vivido sin duda una jornada histórica para nuestra ciudad y nuestro activismo LGTBI, la primera concentración-protesta de personas trans en la Comunidad Valenciana, a la que, cómo no, no habrán faltado los inevitables gerifaltes políticos que poco entienden de luchar por derechos, pero sí, y mucho, de hacerse fotografías.
Creedme que, a estas alturas, su presencia no me es del todo molesta; es más, esta vez deseo que cuantos más estén, mejor. Porque me habrán brindado así la oportunidad de gritar y poder lanzarles a la cara una serie de verdades que, a día de hoy, muy pocos en el movimiento LGTBI se atreven a decir, al tener hipotecada la mayoría “oficialista” su independencia y su pretendido activismo. Me habrán brindado la oportunidad de darme el gustazo de señalarles con mi índice acusador preñado de mala baba y, por fin, y sobre todo, la oportunidad de poder utilizar esta presencia “institucional” para liberar de una vez una en mí largamente rumiada y curativa catarsis. Y tengo claro que, aunque no se atreviesen a aparecer, van a estar muy pendientes y lo van a escuchar igual.
Por lo que a mí respecta, esto es todo y no espero más de esa concentración. Aunque tampoco pierdo de vista la idea de que esta particular intervención de cirugía catártica y acusatoria está también prevista e incluida en el omnipresente tinglado teatral convenido por todas las partes, de que ellos la esperan y de que, desde antes de yo lanzarla, ya la han asimilado. Son políticos, son zorros viejos, son PSOE, no pueden no esperarlo.
En la pasada semana el PSOE ha presentado 37 enmiendas a esa ley Frankenstein que hace ya más de un año ellos mismos presentaron llamada Anteproyecto de Ley para la igualdad Real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos LGTBI, un proyecto legal que ya nació de por sí castrado, retorcido y mutilado. En resumidas cuentas, una desactivada Ley cosmética de las que suele estilar el partido socialista cuando por razones políticas no tienen más remedio que hacer ver que “trabajan” en un proyecto de justicia social, pero de ésos que a ellos no les convienen.
No abundaré en ello al haber expuesto el tema de forma ya exhaustiva en un artículo anterior, pero sí no más recordar que este proyecto legal incluye las tres páginas a las que han quedado reducidas las treinta que conformaban la original Ley Integral Trans que presentó la Plataforma Trans hace ya más de tres años, tras pasar por la batidora modelo PSOE por la que este proyecto de justicia y bienestar para las personas trans ha quedado afeitado hasta sus mismísimos tuétanos. Y todo ello con el silencio y la aquiescencia de Unidas Podemos, sus socios en el Gobierno de España. Ni una sola protesta por parte de la formación política que en un principio registró la Ley Integral Trans en el Congreso de los Diputados. Los mismos que, a día de hoy, producen un espectáculo de verdadera vergüenza ajena desgañitándose hasta quedarse afónicos con ese mantra, ya convertida en legendario hashtag: “Habrá Ley Trans”. ¿Habrá Ley Trans? ¿De verdad? ¿Qué Ley Trans si ya no existe, si ya no está ni se la espera?¿De verdad no vamos a decir ni hacer nada, de verdad nos vamos a conformar con tan poco?
Sólo quedan de ella tres páginas en modo alguno representativas, ésas mismas que el PSOE, desde el Gobierno de España, pretende ahora mismo reducir prácticamente al efectivo nivel de la nada. Y, ya metida en el tema, no puedo resistirme a mencionar, más bien a nivel anécdótico, al cantamañanas señor Feijoo, el cual, en un gesto ortopédico y teatral de ésos que le caracterizan, nos lanza hace unos días la perla de que cuando llegue al Gobierno (si es que llega) lo primero que va a hacer será derogar la “Ley Trans”. Pobrecico... o él o sus asesores no se enteran de nada. No se dan cuenta de que, malas intenciones aparte, para acabar con eso a lo que llama “Ley Trans”, ni sus esfuerzos ni los de su partido son ya en absoluto necesarios.
Por lo tanto, ¿Por qué clase de engendro se supone que estamos luchando y también empeñando nuestras fuerzas y una gran cantidad de nuestro valioso tiempo? No es por nada y ruego me perdonen y no se enfaden mis compañerxs activistas trans cuyos esfuerzos siempre admiraré y respetaré, pero esa incitación que se nos propone a perseguir las sobras de esa primitiva Ley Integral Trans que entre todos los poderes fácticos y medios de manipulación de masas ya se han merendado, me empieza a sonar a táctica de distracción. Una invitación a una inerte y reivindicativa marcha hacia la nada.
Una de las enmiendas que ha planteado el PSOE para satisfacer políticamente a su jauría feminista, para cuyas cultivadas mentes “la infancia trans no existe”, es la proposición de un aval judicial para que los menores de 12 a 16 años puedan cambiar su nombre y su sexo en el registro civil, una medida del todo inconstitucional y contraria a las recomendaciones europeas. Otra enmienda propone introducir “garantías jurídicas” para la reversibilidad del cambio de sexo y nombre, un claro intento de medida disuasoria. Todo ello en una ley de la que se ha eliminado toda referencia a infancia trans y personas no binarias. Con estas medidas la autodeterminación de género quedaría así reducida, las personas trans seguiríamos necesitando un aval y, por tanto, no dejaremos de ser ciudadanía de tercera sin poder sobre nuestras vidas.
La despatologización sí está ahí: el acompañamiento psicológico debe ser un derecho, pero nunca un condicionante. El apartado de empleo se reduce a incentivos y buenas intenciones, un vacío legal que ahora mismo está siendo aprovechado por ciertos oportunistas, los cuales, habiendo sido amablemente invitados a irse de ciertos sitios, han visto en ello una perfecta ocasión para seguir medrando políticamente a costa del “activismo”. El desabastecimiento farmacológico ni siquiera se menciona, ni tampoco una sola medida de protección a los mayores trans.
Se habla también de establecer una regulación para perseguir y castigar las terapias de conversión, medida que actualmente sólo existe en los textos legales de ocho comunidades autónomas, y también de la prohibición de cualquier cirugía de modificación genital a las personas intersexuales hasta que cumplan los 12 años… dos medidas racionales y del todo necesarias, pero que no las publiciten como “un triunfo de la Ley Trans”. La primera no está dirigida específicamente a nosotras y la otra no nos atañe, ya que las personas intersexuales son minoría a reconocer y proteger, pero no son personas trans. También se contempla la “educación de la sociedad en la diversidad”… Ah, ¿pero no es ése el trabajo que llevamos realizando las asociaciones y colectivos LGTBI en colaboración con instituciones y medios de comunicación desde hace ya años? Y todo esto, sin contar con que la Ley evita cuidadosamente el término identidad de género, sustituyéndolo por “identidad sexual y expresión de género”, una expresión, valga la redundancia, que, aparte su propósito de satisfacer a la corriente feminista transfóbica impulsada y financiada por el partido socialista, puede dar lugar a ambigüedades interpretativas nada deseables. No sé, Rick…
Y entonces, ¿Cuáles son los escenarios que a partir de ahora se nos plantean?
De aprobarse tal y como está ahora mismo, la mal llamada Ley Trans, no será más que un paripé publicitario electoral e inofensivo y del todo inoperante que, tal y como he expuesto más arriba, muy poco nos va a beneficiar. Un “triunfo más de los derechos humanos” a mayor gloria del PSOE y su plataforma de asociaciones palmeras, FELGTB, los cuales no dudarán en aprovechar y sacar rentabilidad política y electoralista a éste que no es sino un engaño más no sólo a las personas trans, también a toda la ciudadanía española. Mientras tanto, la aprobación de este engendro servirá también como excusa para contener durante unos años la reclamación de esos derechos básicos reales que nos seguirán faltando a las personas trans. Una repugnante estratagema para “mantenernos en nuestro sitio”. Ya tenemos una Ley, mira que somos desagradecidas y aún queremos más… Por otro lado, esta estrategia de postergamiento beneficiará una vez más a su red clientelar de plataformas oficialistas (feminismos varios y FELGTB), las cuales podrán seguir ejerciendo su “activismo” de cara a la galería y, de paso, seguir teniendo de qué comer. Porque, ¿Qué sería de estos pretendidos activistas si, de repente, se equiparasen nuestros derechos, los de las minorías a los del resto de la ciudadanía española? Pues eso, que toda esta pobre gente perdería su trabajo o tendría que “reciclarse”, y el PSOE perdería también las pocas armas políticas y electorales que le quedan para seguir considerándose un partido “progresista”.
El otro escenario posible (probable) sería el del PSOE alargando el proceso hasta final de legislatura, la Ley no saldría adelante y habría que empezar de nuevo. Sería el fracaso final de un proceso que se ha alargado durante cuatro años y la culminación de la monumental estafa del partido socialista hacia las personas trans.
Pero quizá (quien no se consuela es porque no quiere) también pueda representar una nueva oportunidad, y esta vez para hacer las cosas bien. Y quizá no esté más que pensando en estos momentos lo que ellos quieren que piense pero, ¿Qué otra salida queda?
Cuando cese esta tormenta, cuando se acalle todo este marasmo de ladridos, quizá haya que repensárselo todo. Lo ideal sería construir cierta unidad entre la parte del activismo LGTBI no condicionada políticamente y emplear todas nuestras energías en edificar nuestra propia estructura colaborativa, ejercer la educación de la sociedad a todos los niveles, deshacer toda la madeja de bulos que nos rodea ahora mismo y empezar a elaborar una ley seria para arreglar de una vez nuestro irreversible encaje en sociedad, la cual estaría basada en las necesidades e integración de las personas, y no en viciados dogmas e interesados constructos ideológicos. Ésa, sin duda, sería la verdadera inversión en futuro.
Como meros apuntes a esta nueva Ley, podría mencionar los siguientes:
-Empleo: una legislación activa y específica a nivel nacional de inserción para las personas trans, que habría que conjuntar con leyes generales de empleo ya existentes: incentivos, punitividad para la discriminación por identidad de género. Una reglamentación de discriminación positiva a la hora de optar por ciertos empleos a nivel funcionariado; una medida coyuntural y para algunos impopular, pero en estos momentos del todo necesaria. Eliminación de foto e indicación de sexo en el currículum, el llamado currículum ciego.
-A nivel registral: eliminación del género en los documentos de identidad. Una medida simplificadora ya existente en países como Alemania, Italia y Serbia, y que en otros países se está comenzando también a implementar. Se eliminarían de un plumazo todos los problemas y procesos administrativos relativos al cambio del género en el registro.
- A nivel sanitario: legislar en lo posible medidas para paliar las oleadas de desabastecimiento farmacológico que periódicamente sufrimos las personas trans. Realizar una investigación seria y rigurosa sobre medicación específica y sus efectos con vista a mejorar nuestros tratamientos (la medicación que se nos receta actualmente está indicada para mujeres con menopausia u hombres con problemas de infertilidad aparte de diversos desarreglos hormonales, y no está indicada para algunas personas trans, pudiendo en algunos casos llegar a ser perjudicial).
-Infancia trans: Medidas de protección para los menores trans y una investigación seria sobre los efectos de los tratamientos médicos y que se les suministran actualmente con vistas a su perfeccionamiento, mejora y seguridad.
Con respecto al tema identidad de género, abandonar de una vez la falsa teoría new age del “constructo social” y trabajar desde los confirmados condicionantes biológicos y ambientales. Partiendo de esta base, el género y su autodeterminación pasan de ser objeto de un artificial conflicto político e ideológico a asumir su real caracter de cualidad natural psicobiológica connotativa e intrínseca a todo ser humano.
-Mayores trans: Protección económica y amparo psicológico a los mayores trans sin medios para subsistir.
-Deporte: pasar de la catalogación de sexo y género a la de cuerpos diversos y sus diversas afinidades y diferencias (una medida, naturalmente a reglamentar en colaboración con organizaciones deportivas internacionales).
-Delitos de odio: repasar y adaptar en lo necesario la legislación ya existente. Modificar la reciente Ley para la igualdad de Trato y No Discriminación (Ley Zerolo) para sustituir la expresión “identidad sexual” por “identidad sexual y de género” o, directamente, “identidad de género”. En caso de ser aprobada, suprimir la expresión “identidad sexual y expresión de género” presente en la mal llamada Ley Trans que se debate en este momento y utilizar la expresión “identidad sexual y de género” o, directamente “identidad de género”.
Ideas… mientras tanto, nos vemos en la Plaza. Allí estaré.