tribuna invitada  / OPINIÓN

¿Quién se acuerda de Catalina García-Trejo?

18/11/2022 - 

“El saber de mis hijos hará mi grandeza” es el lema de la Universidad de Sonora y define bien la paradoja del legado de Catalina García-Trejo (Alpera, 1870 – Alacant 1952).

No es hasta 1847 cuando la Educación se vuelve obligatoria en España. Pocos años antes de que Concepción Arenal publicara La mujer del porvenir, el porcentaje de alfabetización de mujeres era del 9,2%. No es casual pues que en 1876 nazca la Institución Libre de Enseñanza, y menos casual aquí que sea por un conflicto: a partir de un grupo de catedráticos separados de la Universidad Central de Madrid por no ajustarse a ningún dogma en materia religiosa, política o moral. Un grupo liderado por Francisco Giner de los Ríos al que se unieron el regeneracionista Joaquín Costa, Clarín, Ortega y Gasset, Ramón y Cajal, Machado o Federico Rubio. Además de la escritora Emilia Pardo Bazán, la republicana y librepensadora Rosario de Acuña, la conservadora Ángela Grassi, o la citada Concepción Arenal. En este contexto de regeneración y de acuerdo educativo entre conservadores y progresistas españoles es en el que se forma Catalina García-Trejo.

Desde el mismo inicio del siglo XX, Alicante se muestra además como la ciudad mediterránea en la que residen o bien acuden personalidades de las Humanidades y de la Educación de la altura de Rafael Altamira, Rodolf Llopis o Rosa Sensat i Vila. Por la Escuela Normal de Alicante pasan Alfred Binet, Ovide Decroly, Èduard Claparède o Maria Montessori. García-Trejo emerge en este contexto como una maestra innovadora, incansable y de gran preocupación por las cuestiones sociales y educativas, siempre desde su posición regeneracionista, católica y liberal.

A pesar de su ideario político conservador, tuvo una estrecha relación de emprendimiento con el maestro socialista y sindicalista alcoyano Joan Agulló Garat coorganizando actividades educativas relevantes. Agulló es hoy día una figura bien reconocida en la memoria de Alcoi, a diferencia de García-Trejo, mal olvidada en Alicante. Entre estas actividades “al alimón” destaca un curso de Educación Física -para maestras de toda España- en Alicante a finales de los años veinte. Curiosamente, el curso se realizó gracias a la financiación del maestro socialista (!). Fueron una ecléctica alianza por la mejora de la Educación, una alianza molesta tanto para la República como para las dictaduras de Primo de Rivera y luego de Francisco Franco. De hecho, ambos fueron primeramente depurados por el régimen, aunque luego restituidos.

García-Trejo fundó la revista El Magisterio y abordó en sus artículos sin rodeos el tema de la coeducación. Implantó las colonias escolares para niños y niñas desfavorecidas. En estas colonias participaron numerosos médicos, farmacéuticos, docentes y estudiantes de manera desinteresada. Fue presidenta de la Junta para la Represión de Tráfico de Blancas (antecedente de la Comisión Central Provisional para la Protección de la Mujer y del Consejo Superior de Menores de la República).

Pero seguramente lo más significativo es que fuera elegida regidora (1924-1930). Llegó a ser no solo la primera regidora en la historia de Alicante junto a dos maestras más, sino también teniente de alcalde de Alicante. Como tal, defendió la actividad del Ateneo, una entidad asociada a los liberales y contraria a la dictadura, lo que le supuso un enfrentamiento con el equipo de gobierno, alineado con Primo de Rivera, o criticó públicamente el abultado presupuesto para las primeras Fogueres de Sant Joan (1928) en contraste con los exiguos fondos destinados para la educación de los más vulnerables para su concejalía de Educación (Instrucción Pública). García-Trejo se rebeló siempre ante lo que entendía abuso de poder y menosprecio de sus colegas varones tanto en las instituciones educativas como en el Ayuntamiento, a los que llegó a llamar “ingratos” en algún artículo por no trabajar por la igualdad real de oportunidades entre maestros y maestras.

En esa época, fue promotora y artífice de la creación de la Escola del Bacarot (1926), una edificación proyectada para mejorar la educación al aire libre. La escola sigue en funcionamiento y en tres años cumplirá su centenario.

El gobierno de la República propuso su jubilación en 1937, cuando contaba con 67 años, algo que ella consideró todo un atropello. Catalina no formó parte de los tribunales de depuración del profesorado durante el franquismo, seguramente por los muchos colegas afectos que en estos se juzgaron, como su amigo Joan Agulló. El franquismo ratificó su jubilación en 1941 para su disgusto, pero siguió trabajando. Catalina murió en 1952 a los 82 años, en su casa de la calle López Torregrosa.

Las y los responsables públicos o docentes que somos defensores de una Educación pública de calidad tenemos la obligación de hacer reconocimiento a todas aquellas personas que, formando parte o no de nuestro espectro ideológico, demuestran compartir una idea de sociedad bajo el consenso por una formación igualitaria, por lo que no debemos sentirnos muy orgullosos de que Alicante no tenga una calle o plaza dedicada a nuestra maestra, o a nuestra activista contra la trata de blancas, o a nuestra pedagoga por la formación y empleo de las mujeres alicantinas, ya fueran aspirantes a maestras o esposas de obreros. Tampoco debemos sentirnos muy orgullosos de que el Ayuntamiento no tenga distinguido ningún elemento material o inmaterial en el recuerdo de la primera mujer edil de su historia tras cuarenta y tres años de democracia, y ahora que se cumplen los 70 años del fallecimiento de la maestra. Como profesor y concejal socialista no puedo por menos que proponerlo modestamente en aras de ese consenso. Y por la misma razón no sería justo tampoco olvidar el admirable trabajo de los profesores José María Beltrán Reig y a Rafael Sebastià Alcaraz, a quienes debo los datos que recabé en sus publicaciones para poder ofrecerles el artículo que ahora leen.

Catalina García-Trejo no tuvo hijos, pero la mayor parte de los que hemos nacido, criado o formado en Alicante somos deudores de la maestra por su legado educativo, social y filantrópico. Cumplamos pues el lema universitario con el que arranca este artículo, y sobre el que se debe erigir cualquier institución, sea educativa o no.

Francesc Sanguino es profesor y escritor

 

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