ELCHE. Esta semana volvía a comentarse entre círculos y colectivos que suelen estar al tanto del patrimonio local sobre el posible derribo de un edificio emblemático ubicado en pleno casco histórico, en la calle Salvador, Almacenes Parreño. Fue la primera y más importante juguetería de Elche —además de mercería—, cuya actividad empezó en la primera mitad del siglo XX, aunque puede que cimentado sobre otro anterior por la sillería de piedra. En cualquier caso, el inmueble ya tiene la licencia de derribo solicitada en el Ayuntamiento, algo que vuelve a poner de relieve el problema o más bien la necesidad de un nuevo Catálogo de Protecciones. El que hay vigente es de 1998, aprobado junto al Plan General, aunque idéntico al de 1982. Sin embargo, no evitó que se hayan derruido más de una veintena de elementos protegidos.
Uno de los principales problemas, independientemente de los intereses urbanísticos con los que tiene que lidiar un Ayuntamiento, que por otra parte en este caso lleva décadas sin actuaciones relevantes con su patrimonio, es que tampoco se respetó el catálogo de 1982 durante su vigencia, independientemente del nivel de protección. Por ejemplo, la casa nobiliaria de los Roca Togores, una de las emblemáticas a nivel patrimonial se derruyó a pesar de tener un grado de protección estructural; el propio Consistorio incumplía su labor de vigilancia. En ese plan de 1982 se marcaron protegibles 36 yacimientos arqueológicos, cuatro conjuntos del Camp d'Elx, 23 elementos del Camp d'Elx, y 71 elementos de la ciudad. En el de 1998, 16 años después, se fijaron como protecciones 45 elementos del Camp d'Elx, doblando prácticamente los del anterior, pero apenas 73-75 elementos de la ciudad. Es decir, un plan casi idéntico en el que al menos en la parte urbana no se actualizó para ampliar las protecciones a más inmuebles o elementos.
Con el catálogo de 1998 se establecieron tres niveles de protección —omitiendo el cuarto de 1982, 'parcial', que ejercía del 'ambiental' de hoy—, la integral, que es la total; la estructural, que protege todos los elementos internos y el 'sentido' del edificio; y la ambiental, la mínima, que permite proteger la fachada o derribarla y restituirla para "guardar la apariencia física del edificio", menta el plan. En la práctica, más de una veintena de inmuebles protegidos en el plan de 1982 y en 1998 se han demolido para levantar otras casas. Muchos estaban con un grado de protección 'ambiental'. Eso sí, ni siquiera en todos se mantuvo esa apariencia del inmueble anterior. Aparte de los cambios como el de Nuevos Riegos el Progreso al separar el inmueble por partes en un texto dudoso, como se planteó cuando se habló sobre la demolición.
También hay que tener en cuenta que en todo caso, cuando se elabora el plan de 1982, con la propuesta de listado del arquitecto Gaspar Jaén, ya se había destruido parte de lo más valioso del patrimonio municipal, como el entorno de Santa María, con edificios como la Casa Gómez y las casas nobiliarias de Carrer de la Fira i Major de la Vila, además de todo lo que había en la Plaza del Congreso Eucarístico que es destruye en los 60. Y tampoco en 1982 había una ley nacional al respecto que sirviera como referente.
En los últimos tiempos, entre esos inmuebles que se han dejado caer, la mayoría edificios de viviendas, algunas están en el campo como una modernista con torreta en Torrellano Alto, y muchas en la ciudad: casas solariegas en la Plaza de la Constitución, edificios de la Corredora o las Cuatro Esquinas, de estilo romántico también en la Corredora, antiguos edificios racionalistas en la calle Jorge Juan, edificios industriales en Manuel López Quereda, modernistas en Porta Oriola, art-decó en El Salvador, barrocos en San Isidro y algunas de las más indicativas, la casa de los Roca Togores en Puente Ortices, el antiguo cuartel de la Guardia Civil, el edificio de la Coral Ilicitana (en la izquierda) en la Glorieta o una fábrica neoárabe en Porta de la Morera. Y por supuesto, la torre Estanya, que en los 70 aún tenía un buen estado, y que a pesar de la protección de 1982, se siguió catalogando como protegible en 1998 a pesar de estar ya en ruinas, con alguna pared medio en pie.
Después hay otras que se han derribado parcialmente, como la casa nobiliaria de los Condes de Torrellano (Carrer Troneta), el cine Alcázar, a los que se les ha restituido o mantenido la fachada, respectivamente. Además de otros elementos parcialmente derruidos como el conjunto de construcciones del sistema de riego tradicional tanto de la Acequia Mayor del Pantano —Patrimonio de la Humanidad—, como de la Acequia Marchena: molinos, acequias, partidores, acueductos o puentes del siglo XVIII que conectaban a Elche para la entrega de agua potable, como es el caso de las estructuras que lindan con Aspe en el pantano. Muchos aún en pie, aunque en mal estado, y sin contextualizar.
Parte de este registro de edificios derruidos lo tiene l'Institut d'Estudis Comarcals del Baix Vinalopó (IECBV). Como indica el arquitecto técnico Jose F. Càmara, "también hay que decir que se han pintado y repintado fachadas como la de la Casa del Cirio y las casas racionalistas de la Corredora o de la calle Ancha, se ha dejado actuar sobre el entorno de los edificios, como pasó también en el Hort del Gall y en tantas casas rurales de aquellos huertos convertidos en patrimonio mundial". Y entre esas casas desaparecidas señala también elementos solariegos del Hort de la Creu o de casas racionalistas como la de Carrer Passatge.
Y todo esto sin hablar de algunos edificios de los que se han dejado caer sin estar protegidos, como la ermita de san Pascual en el Toscar, reconstruida en un lugar próximo, o la casa modernista de la carretera de Alicante derrocada para ampliar el Parque Empresarial. O el mercado de abastos del Pla, único gran edificio brutalista de la ciudad, que se derribó por poco funcional para los placeros. O los cines Avenida, convertido en un aparcamiento, o el cine Paz. Asimismo, también hay otros casos curiosos, ya contados, como que la protección del Gran Teatro tan solo sea ambiental, que la que se le dio al inmueble de San Fermín, de notable valor arquitectónico, también solo sea ambiental, o que la casa de arquitectura popular del yacimiento de la finca El Arsenal esté sin proteger.
En cualquier caso, se trata de una trayectoria que vista en perspectiva muestra el trabajo que queda por hacer a nivel patrimonial en la ciudad, tanto por el estado del actual, que ya en el catálogo de hace 22 años en algunos casos se menciona que el estado no es bueno, como por la escasa vigilancia que se ha hecho. Además de que tampoco se amplió holgadamente el catálogo de protección, lo cual tampoco es necesariamente excluyente del desarrollo urbanístico de una ciudad, como explicó en una charla un técnico de patrimonio de Alicante, jugando con edificabilidades y modelos de rehabilitación con los promotores. A menudo se olvida que en mayor o menor medida, el diseño arquitectónico y los propios edificios explican el desarrollo de un pueblo y están atravesados por su historia. Con múltiples opciones de rehabilitación y diferentes usos, sean culturales, turísticos o residenciales.