La dimisión del concejal de Elche José Navarro puede convertirse en el tiempo con un ejemplo de lo que no debe hacer un político cuando tiene una crisis: saber que hay bomba política en sus alrededores e intentar por todo los medios que quede en un rumor. La bomba estaba en los alrededores del alcalde de Elche, Pablo Ruz, desde después del viernes de Dolores. Para el lunes siguiente el affaire Navarro -su estado y las supuestas relaciones sexuales bajo un trono en la iglesia de El Salvador, el pasado viernes de Dolores- ya circulaban por la sociedad ilicitana, más allá de los ámbitos de la propia Senana Santa.
A los días posteriores, era el momento de evaluar los daños y tomar una decisión. Posiblemente se hizo, pero se optó por el camino placentero: si nadie publica, es un rumor. Pero alguien con perspectiva más amplía debió convencer a Ruz: si el asunto salta a la esfera nacional, puede ser incontrolable. Y así ha sido. Y entonces era el momento de actuar antes. Una dimisión por motivos personales; todos los honores para José Navarro y el tema hubiera quedado fuera de todo reproche, moral y político. De haber estado Navarro fuera de la corporación ilicitana la primera semana de abril, Ruz se hubiera cargado de razones para fundamentar su decisión. Y en caso de haberse publicado algo, hubiera exhibido las razones de la salida de Navarro, y con argumentos. Y de no hacerse (la publicación), con el tiempo Navarro podría haber tenido una salida honrosa (y otras cosas más tranquilas) y cualquier información sobre el asunto, hubiera quedado en todo caso descontextualizada y ahora sí, atribuida al ámbito moral y personal (que tampoco es baladí porque si alguien ha elevado el espectro religioso a la escena pública de Elche ese ha sido el Gobierno de PP y Vox).
Pero aquí entró el elemento acelerador: la prensa nacional y, sobre todo, las televisiones y sus tertulias políticas, que no distinguen, sólo huelen sangre. Esas que igual que dimensionan el Que Te Vote Txapote (para regocijo de las derechas) o te hacen un politono con las escuchas de Gürtel (para deleite de los otros).
Y claro hasta el miércoles -día en el que se publica la primera información en El Plural (con una percha algo maliciosa, por cierto)- la estrategia fue una y el jueves, cuando se publica la segunda -el audio del testimonio contando el relato de los hechos-, fue otra. Para entonces, el edil de Elche, la Semana Santa, la Hermandad de la Flagelación y Gloria ya era un juguete para la prensa de Madrid, a pesar de los intentos por mostrarnos al edil como responsable de una conducta más común entre los españoles: haberse tomado alguna copa de más y atribuirlo a la esfera personal (con la pertinente reprimenda a los medios de comunicación).
Y no, no era eso. Era algo más. Porque de haber sido una copa de más, algún medio hubiera retrocedido o rectificado; y las tertulias televisivas, también. Pero a día de hoy nadie ha rectificado. Lo que hemos tenido es un intento por parte de otros medios de mostrarnos a un José Navarro autor de conducta menor, cuando la mayoría -y así lo demuestran los audios posteriores- sabía que lo del concejal era indefendible. Lo era como concejal (porque a un político lo menos que se le exige es ejemplaridad, y desde luego que pasó el Viernes de Dolores no fue ejemplar), pero aún menos como cofrade y miembro de la Semana Santa. Lo que es extraño es que Ruz se dejara embaucar con la estrategia del buenismo, a sabiendas de que estaba traicionando sus propios principios. Todo por salvar a un amigo. Solo las palabras de Carlos Mazón, el jueves, en Santa Faz, pidiendo más tiempo y calma, explican que el asunto tomara otra dirección esa misma tarde del jueves, cuando además más material sonoro -con relato más o menos creíble- y las memes con el munícipe ya eran vox populi. Todo hacer indicar que esa noche del jueves o el viernes por la noche todos se convencieron de lo mejor: la salida de Navarro. No solo para el Gobierno de Ruz, o del PP. Sino para la ciudad de Elche.
¿Por qué salió el asunto diez después? ¿Fuego amigo? La lección que debe aprender el alcalde de Elche es que si hay bombas políticas a su alrededor, se detonan a tiempo. O de lo contrario, le pueden estallar, como ha estado a punto de suceder.
¿Faltó determinación, suya o de sus socios? Con el tiempo se ha demostrado que la conducta de José Navarro no tenía defensa alguna, pese a los intentos de presentarlo solo como un error en la esfera personal. Todo era muy raro, y sobre todo el silencio de Vox Elche. ¿Las esencias religiosas mancilladas y no dices nada?
¿Se imaginan que un concejal de la oposición se le hubiera pillado en un control de alcoholemia superando los límites legales de consumo de alcohol? ¿Hubiera quedado en una conducta errónea en el ámbito personal? No. A ese concejal le hubieran pedido la dimisión. Pues esto tenía (y tiene) pinta de ser peor. A veces, el mejor criterio para actuar es ponerse en el lado contrario y analizar cómo se actuaría. Ruz, portavoz de la oposición, hubiera pedido la dimisión del Navarro gobernante (creo que hubiera pedido hasta la excomunión). Y sobre todo, lo que tiene más inri, habiéndose producido el desliz bajo techo sagrado.
Pues eso, una pequeña lección. Uno puede equivocarse, tardar en reaccionar, acusar sin fundamento, etc. Pero lo que no tiene pase es el intento de engaño.