ELCHE. El palmeral ilicitano, Patrimonio de la Humanidad, aún a la espera de la aprobación de su nueva ley a pesar del final de las ponencias y debate en Les Corts, continúa generando investigaciones desde el ámbito académico. Aunque sobre todo son habituales las del entorno, como la realizada recientemente por Ana Irles Quirant (Graduada en Turismo) en su TFM de la Universidad de Alicante titulado 'El efecto Unesco en el Palmeral de Elche'. O como otro internacional que se está ultimando desde la Universidad de Aachen, alemana, que aborda las características tanto del palmeral ilicitano como del oriolano.
Sobre el estudio alemán, lo ha realizado un estudiante de la Universidad Técnica de Aquisgrán (Institute of Landscape Architecture of RWTH Aachen University), en la región alemana de Renania del Norte-Westfalia. Se trata de una investigación que aborda las principales características de sendos bienes naturales, empezando por su origen, en el caso de Orihuela, introducidas en el siglo V por colonos del Mediterráneo Oriental en forma de regalos, y cómo tras la llegada morisca, se va desarrollando hasta la actualidad. Y cómo el turismo a partir de los 60s (al igual que en Elche), la inclusión en la Red Natura 2000 y declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) acrecienta su interés como sistema agrícola.
Del ilicitano también hace un recorrido por su historia, desde las primeras plantaciones de los cartagineses en el siglo V, aunque desde el VII serían los árabes quienes le darían la forma y el sistema que se ha mantenido hasta la actualidad, el sistema de irrigación con las acequias, cuestión que destaca principalmente por su complejidad, interés y mantenimiento a lo largo de los siglos, así como por el sistema de plantación dentro de cada parcela. También haciendo un símil entre las redes de riego en España con las egipcias en el valle del Nilo. Un sistema, el de Elche, que contrasta con el oriolano, en el que también se añadieron acueductos y sistemas de drenaje por las inundaciones del río Segura. El estudio destaca cómo se tuvo que amoldar a su propia problemática.
Y en cuanto a los problemas y fortalezas actuales, destaca de ambos que tienen un peso exportador importante de sus palmas por toda Europa, así como que el desarrollo urbanístico oriolano no afectó tanto como en Elche debido al encontrarse fuera del centro de la ciudad. Sobre el ilicitano, el trabajo también destaca que también se sobre pone el turismo a costa del sistema agrícola por el encaperuzado para la palma blanca, del que asevera que un 10% mueren después del proceso. Y señala que la propuesta debe ser compatible con el objetivo de aumentar huertos urbanos como forma original de recuperación del uso agrícola.
Hay que tener en cuenta que se trata de un estudio incardinado en el marco del patrimonio agrícola urbano, una cuestión sobre la que incide en su argumentado final, destacando los productos extraídos de la palmera, así como el oficio de palmerero, y el papel de estas cuestiones ligadas directamente al palmeral como eje de conocimiento y conciencia que explotar a nivel educativo en los valores de la sociedad ilicitana. En definitiva, recomienda fortalecer el sentimiento de arraigo con el palmeral.
En cuanto al estudio pergeñado desde la UA, indica que es necesaria la planificación turística para evitar banalizar la singularidad de este tipo de bienes, al no concederle la importancia que tiene como Patrimonio de la Humanidad. En el caso del palmeral, "su identidad sigue desvaneciéndose y sustituyéndose por la imagen de lugar exótico promocionada a nivel turístico", en base a la observación de rutas desde la Oficina de Turismo o la Ruta del Palmeral. En este sentido, el trabajo de Irles revela que en los paneles informativos de estas rutas falta una profunda interpretación histórica y cultural, lo que acaba por descontextualizar el valor como bien Unesco.
Aunque también se reserva este problema para las rutas guiadas, porque únicamente se visita el Parque Municipal, "es decir, un conjunto de huertos de palmeras transformados en jardines". De esta forma el visitante no conoce la tradicional parcela de palmeras ni su sistema de riego ni el conjunto que forma junto al mismo o sus tradiciones. Asimismo, destaca que a pesar del reconocimiento Unesco, en términos de puesta en valor, las actuaciones fueron mínimas, solo se desarrollaron al principio y no ha habido mantenimiento ni mejora. Por último, sobre el estado del palmeral, de las 71 parcelas protegidas, solo 10 se utilizan para uso agrícola y y 26 muestran la alineación de palmeras alrededor de los bancales. Esta última una cuestión que pusieron de relieve los palmereros en el debate de la nueva ley. Muchos deberes por delante.