ALICANTE. Partido Popular (PP) y Ciudadanos (Cs) se enfrentaron este martes a su primer debate sobre el estado de Alicante desde que sellaron su alianza al frente del ayuntamiento, hace medio año. Lo hicieron con la maleta cargada de proyectos para renovar la escena urbana de la ciudad como balance provisional y apuesta de futuro de su proyecto político en común. Una batería de propuestas, en las que se volvió a colar el manido compromiso de la redacción de un nuevo Plan General y el proyecto para construir un centro de congresos polivalente (otro viejo conocido y, también, asignatura pendiente), que deberían funcionar a modo de pegamento para ordenar, planificar y vertebrar la ciudad... Y también para coser la estabilidad del propio bipartito frente a las primeras fricciones internas que ya han comenzado a desatarse entre las dos fuerzas. Así lo señalaron los grupos de la oposición, que incluso llegaron a vaticinar a medio plazo la ruptura del pacto de gobierno suscrito entre las dos formaciones del centro-derecha en sus respectivas intervenciones.
Lo cierto es que, como mínimo, el debate dejó varias conclusiones. La primera y más evidente es que, en propiedad, no pudo considerarse un debate como tal. Los seis partidos representados en el pleno coincidieron en que el formato no permite el intercambio de propuestas ni la posibilidad de alcanzar acuerdos que obliguen a su cumplimiento, como señaló el portavoz de Unides Podem EU, Xavier López.
Como ha venido sucediendo desde 2016, cuando se reinstauró su celebración (o quizá esta vez más que nunca), todos los intervinientes se limitaron a hacer balance del último año con la consiguiente atribución de méritos (según el equipo de Gobierno) o fracasos (según la oposición) y a ofrecer pactos o formular anuncios sin garantía de eficacia ejecutiva alguna. Y, además, todos lo hicieron sabedores de ello, sin ninguna fe, básicamente para cubrir el expediente en un ejercicio de masoquismo que duró más de cuatro horas y media, con dos turnos de palabra encorsetados. Todo, al margen de los discursos extra del propio alcalde, el popular Luis Barcala, que cuenta con el privilegio de ofrecer los discursos de apertura y cierre y, por tanto, de copar gran parte del protagonismo con el anuncio de próximas acciones de gobierno. Está por ver si el bipartito y el conjunto de la corporación recogen el guante que lanzó el líder de Unides Podem EU para tratar de modificar el desarrollo del próximo debate anual para que realmente se debata y se adopten decisiones sobre las necesidades de la ciudad.
La segunda conclusión que se pudo extraer del debate es que nadie dispone de iniciativas nuevas que no se hubiesen expuesto en la campaña de las municipales de mayo. De hecho, casi todos los asuntos que se plantearon durante la sesión ya se recogieron en los sucesivos debates (más o menos todos sí lo fueron) que se celebraron en la antesala de la convocatoria electoral. Hubo pocos reproches inéditos (al margen de los que se refirieron a episodios como el retraso de las luces de Navidad y los fallos en la programación de actividades, con los que la oposición zarandeó al PP; o el de la condena, recurrida, del exalcalde socialista Gabriel Echávarri por el caso Comercio, con el que los populares replicaron al PSPV-PSOE). Prácticamente se repitieron en sentido literal los mismos proyectos que ya se desgranaron en mayo como parte de la hoja de ruta que manejaba cada partido para lograr a medio plazo una transformación económica y social que mejorase las condiciones de vida de la ciudadanía.
Por parte del PP, no faltó la referencia a su iniciativa Alicante Futura como "paraguas" para organizar otros proyectos como el Distrito Digital, el centro europeo de investigación sobre Inteligencia Artificial o el Parque Científico de la Universidad de Alicante (UA). Tampoco el anuncio sobre la creación de nuevas líneas de autobús; la ya citada redacción del nuevo PGOU (aunque, según Barcala, se impulsarán modificaciones puntuales para acelerar cuestiones prioritarias como la creación de suelo industrial); o la insistencia en formar bloque sin partidismos para reivindicar la llegada de inversiones e infraestructuras pendientes ante el Gobierno Central y la Generalitat. Entre ellas, las ya clásicas que siguen sin ejecutarse tras el paso de varios gobiernos de distintos colores políticos: la finalización de la Vía Parque; la construcción de los centros de salud de Playa de San Juan, Garbinet y PAU 2; el Parque Central en terrenos de Renfe o la estación intermodal. Todo, sin olvidar la propuesta para la recuperación del distrito escolar único para que los padres pudiesen elegir el centro en el que estudiasen sus hijos sin zonificación por proximidad, ya rechazado por la Conselleria de Educación, puesto que la regulación de la adscripción de centros es una competencia autonómica.
Sobre los proyectos que sí competen en exclusiva al Ayuntamiento, varias de las iniciativas esbozadas por el bipartito en su balance provisional ya se han ejecutado. La mayoría procedían de 2018 (sino de antes) como la renovación de aceras y de juegos infantiles en varios barrios de la ciudad. Otros proyectos están en licitación (o lo estarán en breve), como la remodelación de la avenida Padre Esplá o el nuevo acceso ciclo-peatonal desde la carretera de Urbanova hasta la Euipo. Y otros deberían ejecutarse en el horizonte de la próxima década como parte de la estrategia Alicante 2030, ya anunciada por el equipo de Gobierno en otros foros. PP y Cs los presentaron como instrumento para vertebrar los barrios y para asentar un modelo de ciudad capaz de atraer inversiones ligadas al emprendimiento, el desarrollo tecnológico y la nueva economía digital.
El propio alcalde, Luis Barcala, subrayó que ese paquete de actuaciones permitían desarrollar labores de mantenimiento que "hacía mucho tiempo que esta ciudad necesitaba". Y tanto Barcala como la vicealcaldesa, Mari Carmen Sánchez, reconocieron que muchos de esos proyectos que ahora estarían comenzando a convertirse en realidad derivan de la anterior etapa de gobierno, bajo el mandato de PSOE, Guanyar y Compromís. Así que los dos tampoco fueron originales en subrayar su discurso habitual -que aquel tripartito no fue capaz de desarrollarlos- con el fin de arrogarse el mérito de haberlos desbloqueado "tras tres años en los que no se hizo nada".
Por reiterar, Barcala también volvió a sacar pecho de la bajada lineal de impuestos y de la cancelación del Plan de Ajuste aprobada en 2018 (gracias al remanente dejado por el tripartito), hasta el punto de que representantes del equipo de Gobierno y de la oposición apuntaron al término de la sesión que, en el pleno, se habían reproducido los mismos argumentos que ya se utilizaron en el debate del estado de la ciudad del año pasado.