Después de lo visto en el pleno del miércoles en las Cortes Valencianas, donde se votó la petición de Compromís sobre la dimisión de Carlos Mazón, las cartas ya están al descubierto: el futuro del president está en manos de Vox, en lo político, y de la jueza de Catarroja, en la responsabilidad judicial, si la hubiere. Todo lo que pueda quedar entre los movimientos en el futuro tanto políticos como judiciales ya no dependen de Mazón. Bueno sí, le queda el adelanto electoral, en caso de que quisiera apretar el botón nuclear. Pero entiendo que en su último acto de servicio (si se da el caso), debería ya ser de acuerdo con la cúpula del PPCV para evitar que los daños fueran los menores para el futuro de la organización y del propio Núñez Feijóo. Da la sensación de que todo lo que suceda de ahora en adelante, van a ser maniobras de dudosa veracidad; ejercicios de escapismo para contentar a los suyos (ni siquiera a todos los del partido) y tener controlado el respaldo de Vox, como ahora, para que el mandato se alargue hasta que las conclusiones de la investigación judicial sean irreversibles.
No se augura nada nuevo, o mejor. El discurso del president en el acto de los Importantes del diario Información lo pone de relieve. Anunciar, otra vez, el Centro Tecnológico del Agua (o del regadío) para Orihuela como gran apuesta suena ya a quimera. El resto de la hoja de servicios en matería de inversión que presenta son, en todo caso, todo proyectos heredados del Botànic (estación centra del Tram, fin de las obras del Tram d'Alacant, postrasvase Júcar-Vinalopó, etc), que en todo caso tuvieron matices del nuevo Consell para hacerlos propios (o evidenciar los retrasos del pasado) o se siguen viendo lejanos, como el tranvía de Elche. Ya me gustaría decir lo contrario, pero es así. E imagino que en el resto de comarcas y provincias pasará igual.
El futuro de Mazón es el que es por varias razones. En lo económico, porque no se augura -y la convocatora del próximo Consejo de Política Fiscal así lo corrobora- un cambio de sistema de financiación autonómica, con lo que la Generalitat Valenciana va a ser seguir con el agua al cuello. Quizás sea el mensaje oculto de Pedro Sánchez: ayudas, todas, aunque lleguen tarde; pero financiación la misma o peor -ahí están los gritos de auxilio para renovar los sistema de financiación doméstica, el FLA-. Por lo tanto, por mucho que se empeñe el Gobierno valenciano, con nuevo presupuesto o no, con el apoyo puntual de Vox, o no, la reconstrucción la estamos pagando fundamentalmente los valencianos, en cuanto al pago de las infraestructuras que son competencia autonómica, con un política fiscal a la baja, lo que se traduce en una consecuencia clara: el aumento de la deuda, la denominada, en este caso, décima conselleria, con un presupuesto mayor que el de Educación o Sanidad.
Eso en lo económico. En lo político, como ya quedó evidente el miércoles, el futuro de este Consell está en manos de Vox. Y del futuro presupuesto. Y la presa a batir, como también quedó claro, es el vicepresidente Gan Gampols, el gran fichaje para la reconstrucción. El único político que, más allá de filias o fobias, ha demostrado sentido común en la colaboración interadministrativa en aras a hacer más eficiente la reconstrucción, y que ha tenido que recurrir a un contrato con una consultora para sacar el trabajo ante la ausencia de estructura y equipo. Eso que a priori era una buena medida se ha convertido en un arma arrojadiza.
Así que como quedó evidente en la crónica de Jesús Lorda, Gan Pampols se ha convertido en la gran pieza a batir por Vox. Y va camino de convertirse en el elemento distensión para que la Generalitat cuente con presupuestos en este 2025. En definitiva, con presupuestos para la reconstrucción. El colmo del relato de Mazón sería tener que sacrificar a su gran fichaje para seguir en el cargo.
Pero aunque da la sensación de que esto va a durar hasta que Vox quiera, lo que de verdad marcará el futuro este Gobierno valenciano será la revisión de lo que pasó el 29-O. Eso está en manos de la jueza, que así lo ha acotado, y lo veremos. Pero lo que es un error por parte del Palau es imponer su relato en lo que sucedió en esta fatídica tarde. Y hacerlo con audios manipulados. Porque sí, es posible que el resto de administraciones pudieron tener errores -también se verá-, pero volver a revisar la tarde del 29-O es poner a Mazón desnudo, hurgar en lo que pasó verdaderamente en el Ventorro -de lo que sabemos a través de varias versiones, pero quizás no la definitiva, y sin ninguna prueba- y conocer el timing del Cecopi, que acabará esclareciéndose. Si el foco estuviera en la reconstrucción, posiblemente se hablaría menos del 29-O, pero la persistencia sigue siendo la contraria: disparar a la CHJ (o a la Amet) es volver al fatídico Ventorro. Mientras, esto durará hasta que Vox quiera con un débil Mazón, o la jueza dicte.