MADRID (EP). Los niños entre las edades de 7 y 9 años pueden estar en mayor riesgo de desarrollar asma si consumen altas cantidades de fructosa en la primera infancia o si sus madres bebieron muchas bebidas endulzadas con azúcar durante el embarazo, según una nueva investigación publicada en la edición digital de Annals of the American Thoracic Society.
En Fructosa prenatal y temprano en la vida, bebidas que contienen fructosa y asma en la infancia, los investigadores analizaron a 1.068 parejas madre-hijo que participan en el Proyecto Viva, un estudio longitudinal con sede en el este de Massachusetts, Estados Unidos, diseñado para encontrar formas de mejorar la salud de madres y sus hijos.
"Estudios previos han relacionado la ingesta de bebidas endulzadas con jarabe de maíz con alto contenido de fructosa con el asma en escolares, pero hay poca información sobre cuándo durante el desarrollo temprano la exposición a la fructosa podría influir en la salud posterior", apunta la autora principal del estudio, Sheryl L. Rifas-Shiman, investigadora en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y el Instituto de Cuidados de la Salud Pilgrim de Harvard, en Estados Unidos.
Después de su primer y segundo trimestre, las madres que participaron en el estudio completaron cuestionarios sobre su consumo de alimentos y bebidas, como refrescos y bebidas de frutas. Cuando sus hijos llegaron a la primera infancia (3,3 años), las madres rellenaron otro cuestionario para informar acerca del consumo de una variedad de alimentos y bebidas por parte de sus hijos, incluidos refrescos y bebidas de frutas.
Con estas respuestas, los científicos calcularon la ingesta de fructosa y analizaron los resultados en función de los cuartiles de consumo de bebidas azucaradas y fructosa. Los investigadores señalan que era importante observar el consumo de fructosa porque es un contribuyente importante al consumo total de azúcar y puede tener efectos específicos en la vía aérea.
El asma a mediados de la infancia se determinó si una madre informaba sobre diagnóstico médico de asma, más sibilancias o el uso medicación para el asma durante el año anterior. El estudio encontró que, a mediados de la infancia, el 19 por ciento de los niños padecía asma.
Las madres en el cuartil más alto de consumo de bebidas endulzadas con azúcar y fructosa durante el embarazo fueron un 63% y un 61% más probables, respectivamente, que aquellas en el cuartil más bajo de tener niños con asma en la infancia media, cuando se ajustó por factores como índice de masa corporal antes del embarazo, edad, raza/etnia y otros factores que pueden haber afectado a los resultados. La diferencia entre los cuartiles superior e inferior fue de aproximadamente 2 frente a 0 porciones por día de bebidas endulzadas con azúcar y 46 frente a 21 gramos por día de fructosa.
Los niños en el cuartil más alto de consumo de fructosa durante la primera infancia eran un 64% más propensos que los que estaban en el cuartil más bajo a desarrollar asma a mitad de la infancia, cuando se ajustó por factores de consumo materno de bebidas azucaradas, similar tras ajustar por el índice de masa corporal en a mediados de la infancia. La diferencia entre los cuartiles superior e inferior fue de aproximadamente 44 frente a 15 gramos por día de fructosa.
Los autores señalaron que otros estudios han encontrado vínculos entre la obesidad y el asma y entre las bebidas endulzadas con azúcar y la ingesta alta de fructosa y el aumento del riesgo de asma. Estudios recientes, escriben estos expertos, sugieren que además de incrementar el riesgo de asma por obesidad, la fructosa en sí misma puede causar inflamación en los pulmones.
Las limitaciones del estudio incluyen el hecho de que un estudio observacional no puede mostrar causa y efecto y los participantes en esta investigación eran en su mayoría de familias más acomodadas, por lo que los hallazgos pueden no ser generalizables a familias socioeconómicamente desfavorecidas. Aun así, la doctora Rifas-Shiman, señala: "Evitar la ingesta alta de bebidas azucaradas durante el embarazo y en la primera infancia podría ser una de varias maneras de reducir el riesgo de asma infantil".