ALICANTE. A riesgo de caer en una profecía autocumplida, la mayoría de expertos coincide en señalar que estamos a las puertas de una recesión provocada por la inflación y la crisis energética. Una 'caída' que se anticipaba para el tercer trimestre de 2022 (fin de la moratoria concursal y de la carencia de los ICO), luego para el cuarto (tras una especie de verano consumista de 'despedida'), y que ahora se marca en el calendario en algún momento del primer semestre de 2023. Mientras, el empleo resiste y las empresas, en líneas generales, llegan al final del año con buenas perspectivas, aumentos de facturación y balances saneados.
Entremos o no en recesión en los próximos meses, lo cierto es que el sector privado de la provincia de Alicante llega a esa hipotética crisis en condiciones mucho mejores que las de 2008 (teniendo en cuenta además que la naturaleza de la crisis sería también radicalmente distinta). Principalmente, porque frente al elevado endeudamiento de las empresas que precedió a aquella recesión (y que se llevó a muchas de ellas por delante), en estos momentos la situación es la contraria: empresas y familias cuentan con más dinero ahorrado que el que tienen que devolver a las entidades financieras. Y eso que el postcovid ha mermado mucho ese 'colchón' a base de tirar de recursos propios.
Así, el sector privado de la provincia afronta la posible recesión de 2023 con poca deuda y una cantidad de ahorros que supera en casi 3.000 millones de euros todo el crédito que familias y empresas deben devolver a las entidades financieras en los próximos años. Según el informe de coyuntura del Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca) para el segundo trimestre de 2022, el sector privado guarda en el banco 35.775 millones de euros, mientras que el crédito vivo a particulares es de 32.973 millones.
Es decir, el saldo a favor de los depósitos es de 2.803 millones de euros, de forma que los créditos representan el 92,2% de los depósitos en la provincia. Se trata del mínimo histórico y del mayor diferencial entre créditos y depósitos desde el principio del siglo XXI, según el informe de Ineca. Además, cabe destacar que la tendencia se ha ido acentuando, porque si bien los ahorros han vuelto a crecer desde el mínimo que registraron en septiembre de 2021, con el crédito ha pasado al revés: empresas y familias han ido amortizando a un ritmo mucho mayor del que conceden nuevos préstamos las entidades.
De esta forma, los 35.775,5 millones de euros que guardan en el banco hoy empresas y hogares suponen 664,1 millones más que en el trimestre anterior, con casi dos puntos porcentuales de incremento. En España, en el mismo periodo, el incremento del volumen de los ahorros privados fue del 1,6%. La provincia aún no ha cerrado la 'brecha covid' en esta variable, pues en junio de 2021 el volumen de los depósitos era de 38.800 millones (la caída más acusada se produjo en el tercer trimestre del pasado año).
En cuanto al crédito, se ha estancado en 2022, con 32.973 millones de euros en junio frente a los 35.794 millones de diciembre de 2021. Es decir, la provincia debe a los bancos 2.821 millones menos que hace seis meses. Entre el primer y el segundo trimestre del año apenas hubo cambios, con solo 9 millones de euros de incremento, lo que significa que (bien porque los bancos lo han negado o bien porque los alicantinos no han necesitado, o han preferido no pedirlo), la deuda se contiene. Esta tendencia, que viene de hace un año, provocó que en marzo de 2022 se invirtieran las tornas y el ahorro superase al crédito, tras haber caído los dos en paralelo durante la postpandemia.
En este sentido, el CEO de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, ya anticipaba durante su ponencia en el encuentro de ejecutivos Opendir, organizado el pasado septiembre por el Círculo Directivos de Alicante, que "estamos mucho mejor que en 2009", con el endeudamiento de las familias y las empresas por debajo de la Eurozona, y muy por debajo de la anterior crisis, por lo que "hay capacidad de aguante, no estamos ante una burbuja hipotecaria". Todo ello sumado a que el nivel de solvencia de los bancos se ha multiplicado por dos, al exigirse un 12% de capital, y a que los depósitos superan a los créditos. "Tenemos un exceso de liquidez; si el sector bancario está fuerte, las crisis duran menos y son menos profundas".