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ANÁLISIS AP - último DEBATE DE CANDIDATOS A LA ALCALDÍA DE elche

Ruz y Mollà llevan la batuta; González intermitente, Ontiveros desapercibido, y Pareja incisivo

24/05/2019 - 

ELCHE. El domingo está cada vez más cerca y eso se nota, algunos candidatos llegan físicamente con problemas por la intensidad diaria de la campaña, otros agradecerían dejar de asistir a debates, y otros los dosifican para no quemarse tanto. De hecho, se suele decir que en estos debates el margen de cambio de voto es reducido, pero en un marco como el local, y en un escenario como el ilicitano, con mucha sobreoferta en ambos lados del espectro político, quizá una buena o mala actuación puede acabar de decidir para el indeciso. En el último debate de la campaña, celebrado el jueves 24 entre Teleelx y Àpunt, se pudieron ver otras facetas y contextos, en los que el aspirante del PP Pablo Ruz y la de Compromís Mireia Mollà —mucho más cómoda y suelta sin competencia a su izquierda— fueron o quienes mejor aguantaron el envite del resto, o quienes más confiados se mostraron. 

Los candidatos

En ese sentido, quizá se trataba de un debate con más presión para todos, el último y también con bastante público, además de con la presencia de À Punt emitiendo para toda la comunidad, lo que le daba una mayor trascendencia al evento. Cosas del sorteo y paradójicamente, a Ruz le tocó en el centro, que ni pintado para ese discurso virginal de "ni de izquierdas ni de derechas", algo que medio en broma le reprochó más tarde en un brote de celos el candidato del Partido de Elche, Jesús Pareja, que desde su aparición en la política ilicitana se ha definido así. Puede que una estrategia de picotear en su electorado, alejándose del PP, en muy segunda fila en toda la campaña, para intentar trascender unas siglas que han sido duramente golpeadas por la corrupción en los últimos tiempos y más recientemente por el 28 de abril.

En cualquier caso, Ruz fue quien llevó la voz cantante en los primeros bloques o momentos del debate, planteando sus propuestas confiado, a pesar de su afónica voz. Es sintomático que la mayoría de las críticas fueran a él, justificadas o no. Eso le dio más protagonismo al tener que responder más por alusiones. Se volvió a enganchar relativamente con el alcalde Carlos González, en cuestiones como el Senado, posibles pactos con la ultraderecha como le tentaba el socialista en referencia a Vox, y con el mantra de la 'muerte del centro', uno de los más repetidos por la oposición en su conjunto durante esta legislatura. 

Sin embargo, mientras mentaba esa parálisis, la única mujer del debate, Mireia Mollà, fue calentando poco a poco, mostrando, tanto ella como el resto, que llevan algo más de rodaje con tantos debates, y fue erigiéndose como la candidata que mejor aguantó y respondió durante la noche. Se limitó a poner en valor los puntos fuertes de su formación, aquellos referidos al blindaje de parajes naturales o a la movilidad, y a sacar los dientes —relativamente, fue un debate tranquilo— de forma tajante para despejar balones, fuera sacando a pasear la corrupción del PP o reprochándole a su socio socialista que sólo no va a ir a ninguna parte tras las elecciones, puesto que las aritméticas ahora son otras

Donde flaqueó fue en el bloque de Comercio y Turismo, cuestión que siendo de su concejalía, sólo trató al final del bloque, y de pasada, para defenderse de las críticas del alcaldable de Ciudadanos, Eduardo García-Ontiveros, al reprocharle la discreta legislatura que ha hecho en Turismo. A pesar de que destacó que los datos turísticos son los más altos en diez años, están más ligados con la inercia del sector —apenas ha habido coordinación con AETE aunque así lo anunció— y su recuperación que no con el trabajo realizado desde la concejalía para poner en valor el patrimonio cultural y natural —o siquiera señalizarlo— y utilizarlo como reclamo, algo en lo que incidió García-Ontiveros.

A ese respecto, el candidato naranja estuvo una vez más discreto, desapercibido, casi cómodo con que muchos temas no fueran con él. Entendible por otra parte por su falta de experiencia, le falta la soltura que sí tienen sus compañeros, por lo que estará por ver si finalmente eso dará igual el domingo si es que Elche vota la marca y no a la persona. En cualquier caso, sigue intentando desmarcarse del resto de partidos, sobre todo PP y PSOE para emerger como alternativa real, pero esa falta de rodaje le lastra, a pesar de que tenga razón con las críticas a sendas formaciones y que plantee propuestas interesantes en varios ámbitos.

Como curiosidad, fue quien menos gesticuló, algo que el resto hicieron bastante, o más de lo habitual, ya que era el debate final y había que dar la imagen de cierta solvencia. Con esa gesticulación empezó el debate el actual alcalde, que empezó algo nervioso, para después asentarse. Sin embargo, su problema fue que estuvo desplazado bastante parte del debate, interviniendo sólo en ocasiones, unas veces más desdibujado, otras más elocuente con la materia impositiva que Cs y PP quieren rebajar. Estuvo más comedido que en otros debates, intentando mantener esa ventaja virtual que le dan las encuestas, y se permitió bajar al barro para decirle a Ruz que tiene encuestas internas que le dan hasta 6 concejales. Por otra parte, cometió algún error de bulto con su discurso de querer gobernar solo, algo que utilizó bien Mollà para advertirle que si sigue así se puede quedar sólo, o el otro socio presente, Jesús Pareja del Partido de Elche.

Aunque no participó en los enganches con otros partidos, Pareja se juega bastante estas elecciones: su representación. La dispersión del voto puede hacer que quede fuera del consistorio, según las encuestas. En cualquier caso, fiel a su estilo, sacó el látigo para golpear a quien consideró, como un cowboy más solitario, que en cierta forma lo es. Ha sido a veces díscolo con el tripartito, y anoche lo volvió a ser en cuestiones como la de González queriendo votar solo, alguna colleja oral con aire paternalista a Ruz para recordarle que él ya se paseaba por las pedanías antes, y puso en valor su gestión en Deportes y las actuaciones realizadas. También fue de los pocos que mencionó el calzado y los componentes, haciendo honor a la toponimia de su partido. 

Bloques endogámicos: Mercado Central, Centro y peatonalización

Respecto a los bloques y las propuestas, absolutamente ninguna novedad. Las mismas frases y los mismos chistes, como el de Ruz al tripartito: "si se descuidan, asfaltan hasta el Parque Municipal". En Urbanismo el Mercado Central volvió a monopolizar el debate —un debate que no da ya más de sí—, y tímidamente la peatonalización o el Plan General, dejando de lado otras cuestiones de otros barrios —que se desgranaron como Pareja con La Rata o Mollà con el ascensor para viviendas viejas— o aspectos integrales como un urbanismo hacia dónde y para qué o quién. En servicios públicos salió a relucir el tema de las pedanías, con acusaciones PP y PSOE sobre la culpa de la segregación, afirmaciones maniqueas mediante, el pliego de limpieza y su reciente aprobación o el Plan Edificant, cuestión en la que incidió García-Ontiveros, a lo que González y Mollà se limitaron a asegurar que la Xarxa Llibres funciona y que las inversiones potentes del Edificant están consignadas, aunque sigan sin fluir. 

En impuestos Pareja propuso asumir la labor de Suma para cobrar los impuestos y soltó uno de sus latigazos al candidato de Ciudadanos, sobre la obligatoriedad de devolver parte del remanente a los bancos. Contestó luego García-Ontiveros a Mollà con Visitelche y un cambio de planteamiento y que fue donde Mollà se limitó a hablar de algunos datos en abstracto. Protagonizaron un rifi rafe gracioso con corazones de por medio, y junto a Ruz, apoyó el Distrito Único en Educación, que por falta de entrenamiento González rechazó únicamente porque con él se quedaron alumnos sin matricular —que no es poco—, sin mención al potencial de creación de 'guetos' con este modelo, según denuncia la comunidad educativa. 

Por último, la cosa estuvo más divertida con los pactos y el minuto de oro: González alardeó de gestión, García-Ontiveros cargó contra la gestión de años de PP y PSOE, otra vez señalando que tiene un equipo "muy profesional", Ruz sacó su lado más ilicitano, recitando una carta de amor a la ciudad con ese mensaje puro de vacío ideológico, Mollà se mostró emotiva apelando a distintos colectivos, desde el feminista hasta los autónomos pasando por el ámbito científico —con Mogica— y Pareja puso en valor su paso por deportes, mencionó a las pedanías y recordó que él ya había llegado antes con lo de "ni izquierdas ni derechas". Cerró con un entrañable "el partido de la palmera, no se confundan" para evitar confusiones el domingo con Ilicitanos por Elche y Cristina Martínez, que por cierto declinó asistir al debate. Pero eso ya no es noticia. 

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