ALICANTE. ¿Qué hacemos con el barrio de Sangueta? Ese fue, en resumen, el tema sujeto a análisis en la jornada de debate organizada por el Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante (CTAA) y el Ayuntamiento de Alicante en el marco del proceso de participación pública sobre la ordenación urbanística de la llamada Operación Integrada número 6 (OI/6) que abarca a los cerca de 200.000 metros cuadrados comprendidos, a grosso modo, entre Finca Adoc y la estación de La Marina.
Y, lo cierto es que, pese a que se pusieron sobre la mesa distintos enfoques, en la mayoría de las intervenciones se coincidió en la necesidad de reestructurar el barrio para reducir la intensidad de la circulación que soporta; en mejorar la conectividad con el resto de la trama urbana con fórmulas que permitan romper con las barreras de la Avenida de Dénia y la Avenida de Villajoyosa; en respetar y potenciar el paisaje; y en procurar servicios y dotaciones ahora inexistentes, no solo en Sangueta, sino en todos los barrios limítrofes. Eso sí, todo ello, sin perder la perspectiva de la humanidad, como insistieron en remarcar algunos de los residentes actuales del barrio que tomaron la palabra en el coloquio final.
Por partes. Las encargadas de abrir la jornada, una vez que el presidente del CTAA, Emilio Vicedo, hubiese presentado sus objetivos, como parte del ciclo Arquitectura y Ciudad, fueron la edil de Urbanismo, Rocío Gómez, y la directora general de Planeamiento y PGOU, Leticia Martín. La primera invitó a los asistentes a ayudar en la ordenación del sector con la aportación de propuestas, ya que ese era el fin del proceso de consulta pública puesto en marcha por el Ayuntamiento para recopilar sugerencias en el diseño de esa OI/6: una asignatura pendiente que se apremió a resolver en la sentencia favorable a los propietarios del barrio, dictada en 2020. En esta línea, Gómez dejó claro que el Ayuntamiento estaba abierto a escuchar para modelar el futuro del sector.
Martín, por su parte, delimitó los ejes centrales que se persiguen en esa futura ordenación: una urbanización con directrices arquitectónicas de calidad, respetuosa y coherente con el paisaje y que ponga en valor hitos como la Serra Grossa, la antigua refinería de La Británica y el frente litoral, con la incorporación de nuevos usos dinamizadores y atractores, que puedan actuar como "reconversores del espacio" y que contribuyan a regenerar los barrios colindantes.
Ello incluiría la provisión de nuevas zonas libres y de esparcimiento, así como "propuestas de integración de las infraestructuras colindantes que permitan una permeabilidad transversal", la recuperación de elementos culturales y la apuesta por la intermodalidad vinculada a las estaciones del Tram de Sangueta, de La Marina e incluso de Puerta del Mar. Y, sobre todo, que se formulasen soluciones sobre el futuro de las edificaciones residenciales prexistentes, para que "no se conviertan en un obstáculo insalvable" en esa reordenación global del espacio.
Y lo cierto es que sugerencias no faltaron, a lo largo de las cerca de tres horas en las que se prolongó la jornada. En esta línea, el arquitecto y experto en Smart Cities y Territorios Inteligentes, Ignacio Alcalde, puso como ejemplo la reconversión urbanística ejecutada en la zona industrial de Bilbao para plantear que, en el caso de Sangueta, debería abordarse una ordenación desde un contexto metropolitano, en el que se potenciase la dualidad entre el mar y la proximidad con hitos geográficos como el Benacantil y la Serra Grossa. Así, abogó por convertir Sangueta en un nuevo centro urbano en el que se conciliase la sostenibilidad con otros elementos centrados en la innovación.
En segundo término, el arquitecto urbanista Xavier Matilla, también expuso experiencias de reordenación urbana desarrolladas en Barcelona como posible ejemplo a seguir y, sobre todo, subrayó la necesidad de concretar la capacidad residencial que puede albergar el sector, ya que de ese objetivo techo de cifra de viviendas condicionará el volumen de la inversión pública y privada necesaria para vertebrar el conjunto del espacio y dotarlo de los equipamientos públicos a los que se aspira.
En tercer lugar, la arquitecta y geógrafa Esmeralda Martínez, planteó que la ordenación de Sangueta ofrece la oportunidad de generar una conexión verde en la que se incorporen servicios y dotaciones para cubrir las carencias del propio barrio como las de los barrios del entorno. Así, subrayó que no existen colegios, instalaciones deportivas o zonas verdes en un radio de acción que se extendería prácticamente hasta el Pla. Además, apostó por fomentar la recuperación de La Británica como elemento arquitectónico y cultural de carácter singular, sobre el que todavía no se ha concluido el proceso para que el Ayuntamiento pueda disponer de su cesión de uso, a falta de un último trámite de registro.
Además, animó a cambiar el enfoque y pensar que las viviendas preexistentes "no sobran" y que no deberían ser un obstáculo para reordenar el sector. Y, en esta línea, puso el foco en la conveniencia de proteger el paisaje para no perder nuevos componentes como los que ya han desaparecido en el pasado, en alusión a la elevación montañosa sobre la que se construyó el centro comercial Plaza Mar 2, por ejemplo.
En cuarto lugar, el ingeniero experto en infraestructuras y movilidad, Mauricio Úbeda, puso el foco en la reorganización de los flujos de tráfico y señaló que debería formularse un estudio que permita concretar cuál es la mejor opción para que los ejes de la Avenida de Dénia y de la Avenida de Villajoyosa dejen de ser una barrera física que encajone las posibilidades del barrio. En ese estudio se debería definir si la mejor opción es soterrar o no sus respectivos trazados. En todo caso, insistió en que la vocación que persiste en la ciudad es la de mejorar la peatonalidad hacia el mar, por lo que apuntó que, a pesar de la incertidumbre que existe respecto a cuál va a ser el futuro de la movilidad, todo parece indicar que la línea va a seguir siendo la de reducir el uso del vehículo particular. De ahí que plantease la conveniencia de reducir el tránsito antes de su llegada al barrio, ya que en su mayoría se corresponde con desplazamientos de largo recorrido que podrían reorientarse hacia otros itinerarios.
El encargado de cerrar el turno de reflexiones fue el ingeniero y economista Armando Ortuño, quien también subrayó la necesidad de reducir tráfico, lo que, a su juicio, debía llevar aparejado el incremento del transporte público. Eso, según indicó, pasaría forzosamente por la mejora del servicio de tranvía, hasta el punto de reclamar que se mejorasen sus frecuencias de paso para que pudiese ser realmente competitivo, con una circulación cada diez minutos en lugar de cada treinta.
Además, también se refirió al debate sobre la edificabilidad para invitar a ser "generosos" y proponer que pudiese apostarse por el modelo de verticalidad por el que se optó en Benidorm, ya que con ello se podría generar las plusvalías que permitan financiar la reordenación del barrio liberando el máximo de espacio disponible para incorporar equipamientos públicos. Además, también señaló que debería analizarse las posibilidades de integración de los locales de ocio existentes en la actualidad en el borde litoral con el fin de que no supusiesen un obstáculo en el recorrido en paralelo a la línea de costa.
Ya en el coloquio posterior, los asistentes -entre los que abundaban vecinos actuales del barrio- aplaudieron todas las propuestas y reflexiones planteadas pero instaron a abrir un proceso de diálogo previo a la ordenación urbanística con el conjunto de propietarios del sector, entre los que se citó a la Autoridad Portuaria, FGV o incluso al Obispado, para que se pueda actuar en sintonía con todos ellos, de forma alineada, y no en términos de oposición.
Además, también reclamaron celeridad en esa futura planificación para que las carencias del barrio no se eternicen y coincidieron, como parte de los expertos que ofrecieron las ponencias previas, en la conveniencia de que pudiese optarse por un crecimiento en vertical para la disposición de los edificios residenciales. Por último, apremiaron a no perder de vista que, por encima de todo, el barrio debía ser habitable por lo que reivindicaron que se actuase desde la perspectiva de la humanidad y no únicamente por criterios técnicos. "No puede ser que mi madre tarde más en desplazarse al centro de salud que le corresponde de lo que yo tardo en ir a Benidorm", ejemplificó uno de los intervinientes.