ALICANTE. Candela Gourmand & Bar se ha convertido en uno de los locales más interesantes de la avenida Maestro José Garberí Serrano, el nuevo eje de moda en la zona de expansión del PAU-5 de Alicante, en la playa de San Juan. Y no es fácil porque, en una de las arterias más efervescentes de la zona de moda de la capital, la oferta hostelera no es precisamente reducida. El secreto: el nombre de su creador y propietario, Guillermo Guarc.
La fórmula que ofrece Candela es bien conocida, y más que nadie por su impulsor. Ahora que todos quieren ser gastrobares, este local es algo más: es Guillermo Guarc a la enésima potencia. El reconocido hostelero alicantino (de adopción), que en realidad se formó como maestro de alumnos con necesidades especiales aunque ha ejercido poco, ha volcado en su nuevo proyecto, el más personal, todo el saber hacer de sus anteriores locales, tanto propios como ajenos, y eso se nota.
Candela es un local pequeño, como le gusta al ex miembro del Grupo 4ever (vendió su parte a sus antiguos socios en 2020 para abrir Dalí, en el puerto de Alicante), con decoración e iluminación recargadas, donde los selfies en el baño de mujeres, forrado de terciopelo rojo y con una lámpara de araña, son ya un género en sí mismo dentro de las redes sociales. La energía de Guarc y su equipo, del que son piezas clave su esposa y el que fue su compañero en El Maestral, que abandonó su cargo como jefe de sala para sumarse al proyecto, se transmite a los comensales antes incluso de que empiece a sonar la música a muchos decibelios.
La carta no es especialmente extensa, ni destaca por una excesiva innovación, aunque recoge lo mejor de cada uno de los anteriores proyectos de Guarc, como el Dalí. Mención especial merece el Nems Vitnamita, pero cualquiera de los pescados y mariscos que ofrecen como entrante merece estar en la mesa: los gambusines, el pulpo, los mejillones, las gambas al ajillo... y por supuesto los salazones. En cuanto a los arroces, a un precio razonable, se pueden disfrutar de pulpo y gambas, de atún, de magret de pato y setas... Probablemente lo que más flojea en la propuesta es la carne, aunque cuenta con el atractivo de ser a la piedra y terminar de hacerse en la mesa.
En cuanto a la bodega, ofrece varias marcas de cerveza nacionales (alguna artesana) y de importación, con el detalle de incluir la Cruzcampo sin gluten, tintos de gama media y alta donde no faltan los Muga, Pago de Capellanes y El Sequé, y una amplia selección de blancos, rosados y espumosos. Los cócteles merecen mención aparte, pues tras la hora de la comida (o la cena) el restaurante se transforma en una fiesta.
Todo ello palidece, en cualquier caso, ante la que es la auténtica alma de Candela: su propietario. Sin dejar nunca de estar pendiente del servicio, Guarc saluda a todos, se hace fotos en el baño rojo con quien quiera, entra y sale, se cambia de chaqueta, se pone y se quita el sombrero, presta sus atuendos a los comensales... mientras Manolo Escobar sube de volumen a medida que se acerca el postre. Como reza el leit motiv del restaurante: ¡Vuelven las chaquetas de colores!