ALICANTE. "Si una librería solamente te vende libros, ¿para qué la quieres?", pregunta un librero. Manuel Asín, copropietario junto a Celia González y Telma Bonet de Pynchon&Co, lleva apostando desde hace cinco años por convertir las librerías en templos de cultura, donde se genere un diálogo entre todas las artes y no exclusivamente alrededor de los libros. Ahora, tras la mudanza de la calle Quintana a un local de 400 metros cuadrados con jardín incluido en la calle Segura, Pynchon tiene la intención -o, más bien, sus propietarios y propietarias la tienen- de convertirse en un centro cultural donde, "aparte de las presentaciones clásicas de libros con un enfoque comercial, haya intercambios de opiniones y constituya un sitio en el que puedas pasar la tarde, disfrutar de un ambiente, conocer gente, escuchar buena música, tomarte un buen vino… Se trata de añadir cosas a lo que es estrictamente el libro", explica Asín el modelo de librería que pretenden impulsar. Y es que frente al ladrón del tiempo de ocio en el que se han convertido las pantallas y, en concreto, las plataformas audiovisuales como Netflix o HBO -o las redes sociales-, la cultura que se genera en el barrio no puede permitirse aburrir o cerrar su ámbito de trabajo: "Lo digital entra muy fuerte en nuestras vidas, por lo que o cambias o mueres. El problema que tiene el libro es que por mucho que te guste leer, a una librería vas una vez al mes o, como mucho, dos", expone.
Es por ello que las casas de los libros alrededor del mundo están explorando posibilidades que hace unos años ni se podrían haber planteado, como oficiar una boda en su local, ofrecer alojamiento para pasar la noche en medio de los libros o "instalar una vinoteca dentro, como ha sido nuestro caso", revela el propietario. Pynchon&Co se ha convertido en la pionera del lavado de cara de las librerías alicantinas, un modelo que ya tardaba en llegar a la ciudad. "Nuestra idea inicial era abrir una librería de las que te encuentras en Berlín, en Londres o en Budapest. Es decir, que tuviera un patio, una cafetería, una zona de presentaciones para los libros, una zona de librería propiamente dicha… Hace cinco años no nos atrevimos y ahora hemos tenido la suerte de encontrar un local con los requisitos que necesitábamos", justifica Asín.