ELCHE. La legislatura llega a su fin en Elche, con un segundo tripartito —el primero, con Ilicitanos por Elche, duró poco por las tensiones generadas — que ha sufrido las idas y venidas de aliados temporales y necesarios como Ciudadanos, sobre todo en este último tramo de curso, en el que no ha logrado sacar adelante sus presupuestos para 2018. Tres años y medio que han estado marcados también por asuntos muy polémicos como el Mercado Central o el replanteamiento de la peatonalización de la Corredora (ahora Plan Centro), las quejas constantes de la oposición al denunciar la paralización de la ciudad o de la decisión del equipo de gobierno de no bajar el IBI, argumento para no apoyar los presupuestos. Son algunos de los asuntos que Alicante Plaza repasa con el alcalde Carlos González para ver qué balance hace de su gestión y de otros proyectos como la ampliación del Parque Empresarial o los Edusi.
(Lea aquí la segunda parte de la entrevista)
-Tres años y medio de legislatura. ¿Qué balance se hace con el tripartito?
-Sería poco honesto por mi parte que pusiera nota a la gestión municipal, es cosa de los ciudadanos. No obstante, ante una pregunta de estas características, después de tres años y medio el gobierno municipal ha realizado una gestión que no dudaría de calificar de positiva para la ciudad en términos generales. Hemos cambiado muchas cosas, en las formas y en el fondo; en las políticas. Hay que remontarse a cómo estaba Elche en 2015 para poder decir con claridad que la ciudad está mejor, que se vive mejor en Elche hoy que en 2015. Aunque siempre hay elementos positivos y negativos.
Hoy la ciudad, los barrios y las pedanías están mejor que con el gobierno del PP y hay mejores expectativas y eso es consecuencia de la gestión del gobierno. La nota la ponen los ciudadanos, pero si tengo que pronunciarme: estamos mejor, vivimos mejor y tenemos mejores expectativas y tiene que ver en buena medida por la gestión del gobierno municipal. Formas y fondo: cuando llegamos en 2015 la ciudad vivía un periodo de déficit democrático, el ayuntamiento se había convertido en un bunker objetivamente, habíamos pasado de ser uno de los diez municipios más transparentes de España a ser uno de los del furgón de cola. Y en participación tres cuartos de lo mismo. Al despacho de alcaldía no acudían las federaciones de vecinos o los sindicatos más representativos como UGT y CCOO o los consejos que forman el entramado de la participación ciudadana, estaban anestesiados y amenazados por el estilo de gobierno de la alcaldesa.