ALICANTE. La compañía inglesa Freij World Attractions, con cerca de 20 años de experiencia en el diseño, construcción y explotación de norias panorámicas con fines turísticos, planea su desembarco en Alicante para situar una de sus instalaciones en la ciudad, a la manera del reconocido London eye de la capital del Reino Unido.
La empresa acaba de abrir contactos con el Ayuntamiento de Alicante para conocer qué tipo de trámites y autorizaciones debería afrontar y cuáles serían los posibles emplazamientos en los que su instalación podría tener fácil acomodo, además de precisar en qué puntos podría contar con la colaboración de la propia administración.
En concreto, la empresa habría planteado la posibilidad de construir una noria de hasta 60 metros de altura en una ubicación todavía por definir pero que sea capaz de proporcionar vistas panorámicas de los principales elementos emblemáticos de la ciudad, como la bahía, el Castillo de Santa Bárbara, la fachada marítima y el paseo de La Explanada, por ejemplo. Todo sin interferir en su propia línea visual para el conjunto de los transeúntes situados a pie de calle.
Hasta el momento, las conversaciones se encuentran en una fase inicial y, sobre todo, supeditadas a la elaboración de un diseño que resulte atractivo y moderno -alejado del concepto de noria tradicional- como lo podría ser el del propio London eye.
Lo cierto es que Freij World Attractions ha situado sus norias turísticas en ciudades como Liverpool o Abu Dhabi con diseños adaptados a cada escenario concreto. Sus prestaciones también varían en función de las necesidades: disponen de hasta 42 cabinas o cápsulas con cubiertas de vidrio con capacidad para entre 4 a 8 personas, que pueden llegar a estar provistas de minibar, entre otros servicios, como aire acondicionado, calentador y hasta reproductor de DVD.
Se da la circunstancia de que el Consorcio Valencia 2007 que gestiona la Marina de València acaba de rechazar una propuesta similar para situar una noria panorámica gigante entre el Marina Beach y la pérgola modernista, a iniciativa de otra empresa distinta: Circular View. En ese caso, se consideró, entre otros puntos, que la instalación podía interferir en el tránsito peatonal en el conjunto del espacio, además de provocar problemas de circulación por la atracción de tráfico rodado.