Apenas nadie se acuerda de ellos. Les llaman parados de larga duración. Tienen más de 40 años y son obsoletos para el sistema. Las empresas los consideran trastos viejos. El Gobierno, espléndido en vísperas de elecciones, ha aprobado una paguita para ellos. Busca sus votos. ¿Para cuándo la rebelión de las canas?
Las cifras de la evolución del PIB y el empleo son positivas. Pero no justifican el optimismo sobre el bienestar futuro. La España de 2017 sigue adentrándose en competir a partir de bajos salarios