ELCHE. El jueves 5 de octubre finaliza el plazo para presentar alegaciones o enmiendas a la nueva Ordenanza de Protección Contra la Contaminación Acústica, que ha estado en exposición pública durante treinta días. Una ordenanza que se caracteriza por ser bastante más exigente y que incluye una mesa del ruido formada tanto por el Ayuntamiento como por representantes empresariales, colectivos sociales y funcionarios del Consistorio. Debido a esos nuevos cambios anunciados que se introducirán cuando se apruebe, algunos empresarios del sector del ocio muestran su preocupación con algunos nuevos cambios. Principalmente con respecto a los costes de las sonometrías y a la reducción del espacio permitido a los locales en sus terrazas.
Sobre todo el asunto de la sonometría ha sido uno de los caballos de batalla mantenido durante los años entre vecinos y empresarios. Mientras que antes la sonometría la tenía que asumir el denunciante en el caso de que el establecimiento cumpliera con una emisión de decibelios legal, ahora será el negocio quien tenga que asumir los costes de la misma, resulte o no negativa. Una decisión que ha generado inquietud: “entiendo que tengas que pagar si incumples una normativa, pero que los costes de la medición vayan hacia el local sea o no ruidoso… Es preocupante porque si encima también admiten una denuncia, y luego otra y luego otra, al final es una forma de perjudicar a la actividad. Pueden llamar todas las veces que quieran”, apunta Óscar Blanco, dueño de Rebote Indie Pop Bar, ubicado en el centro.
En general, tanto él como otros negocios de la zona opinan que la ordenanza es muy estricta, “no es que esté mal hecha, pero hay detalles que no están del todo bien”. Otra de las quejas de esta nueva normativa son las limitaciones que se ponen a nivel de terraza, reduciendo el número de mesas, algo que piensan que es excesivo porque no hay tantas molestias: “no hay tanta actividad como en una ciudad como Alicante. Es muy restrictiva para una ciudad que no tiene tantos problemas de ruido”, señala Blanco, que entiende que pueda haber quejas de los vecinos, pero entiende que en el centro también hay otros ruidos, como el del tráfico que él también sufre por vivir allí. “Estaría bien que se pagaran los gastos de esas mediciones siempre y cuando produzcan una molestia”, matiza.
Estos son los puntos más delicados de la ordenanza, aunque Blanco reconoce que se piden cosas lógicas, como los limitadores de emisión sonora para locales de música. Eso sí, hay locales que aún no los han instalado, porque es un gasto grande, pero tendrán que hacerlo tarde o temprano, de hecho por ley han de hacerlo antes de que finalice este año. En esa zona, los pubs y bares de la calle San Agatángel, todos los tienen instalados. Además, están conectados telemáticamente, por lo que toda la información del sonido está controlada, así como los horarios de apertura y de cierre, puesto que el sistema detecta cuándo se enchufan y desconectan los equipos de sonido.
A los establecimientos de esa zona se les instó a instalarlos a finales del año pasado, pero aún hay otros locales de ocio y bares del centro que no tienen estos limitadores, supone Blanco que porque el Ayuntamiento no ha presionado, pero tendrán que estar a finales de este año. Una situación que podría generar conflicto como ya pasó con el tema de las terrazas con anomalías, en el que algunos hosteleros cumplen con la normativa mientras que otros no. Aunque estos limitadores son sobre todo para las actividades musicales, podrían tener que recurrir a ellos otros establecimientos que generen ruido por maquinaria.
Con todo, y a pesar de las quejas, no han presentado ninguna alegación al documento y reconoce que les falta unidad, a pesar de que estarán representados por asociaciones de comerciantes en la mesa del ruido que se formará. También lamentan que para esta nueva normativa no se haya contado con ellos, principalmente con la Asociación de Afectados por el Ruido: “si estuviéramos nosotros también se nos escucharía. Somos afectados pero no nos quejamos. Se echa en falta más contacto, pero no cuentan en nosotros. Con otros negocios no sé, pero con el tema del ocio no, como si fuéramos lo más peligroso. Supongo que se corregirá”, esgrime Blanco.
Respecto a algunos aspectos de la normativa que podían suponer cambios importantes en los negocios, como el hecho de que las vigas deberán amortiguar el sonido, en los musicales sobra con los limitadores. Eso sí, los dueños de estos locales inciden: “a lo mejor sí se escucha, pero está dentro de la ley. Si se permiten hasta 30 decibelios al lado del edificio y llegas a 28, estás dentro de la ley. Para eso está el limitador”. Habrá que esperar, pues, a que entre en vigor la normativa, para ver si se satisfacen las demandas de la Asociación contra el Ruido y cómo afecta a los locales con respecto a las sonometrías, los limitadores y las terrazas.