Las llamadas puertas giratorias están a la orden del día en la vida política española, en distintos grados, con distinta intensidad, y con mil y un matices. Hay puertas giratorias de baja intensidad pero que no dejan de serlo: por ejemplo, la tropa de asesores, funcionarios eventuales, también técnicos interinos de libre designación, que acceden a ese tipo de puestos después de haber concurrido en listas electorales y no haber pasado el corte. Baja intensidad, como baja suele ser su hoja de ruta curricular. Hay excepciones. También se recolocan a ex concejales y ex diputados, de escaso oficio y beneficio, en el puesto que sea preciso: las empresas públicas y entes autónomos de las administraciones suelen ser un hábitat ideal. Esto ocurre en todos los partidos: PP, PSOE, Compromís (más finos), Cs, Unidas Podemos…….
Es un mal endémico. Hay que darle una salida a fulanito, o a menganita, que ha hecho mucho por el partido y que en la campaña electoral se dejó la piel poniendo carteles o metiendo propaganda en los sobres. ¿Y la meritocracia? Bien, gracias. Como andamos peor que nunca de meritocracia entre la clase política, cosa que es un clamor en casi todos los sectores de opinión, de ahí para abajo todo el monte es orégano. Podría citar nombres, sin salir de la provincia de Alicante, o de la provincia de Elche, pero solo sus nombres me producen escalofríos: parafraseando con ironía a Luis Cernuda. La recolocación es ya arte y parte esencial de la política.
Hace un par de meses hubo un conato de escándalo con el fichaje del socialista Antonio Miguel Carmona, el de las tertulias del sábado noche en La Sexta, como vicepresidente de Iberdrola. Podemos: “Puñalada”. La cosa se fue desinflando, por el nada desdeñable currículum académico de Carmona, y porque su vinculación actual con el PSOE es prácticamente cero. Queda la sombra de la duda. Pero las sombras de duda no configuran la arquitectura sólida que debe requerir una certeza. Cosa distinta, ya han pasado años, es cuando nombraron a la ex ministra de Fomento Magdalena Alvárez vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones. Ardió Troya. Álvarez, condenada en 2019 a nueve años de inhabilitación por el escándalo de los Eres en Andalucía. Puerta giratoria, o portón giratorio, de manual.
Acaban de designar al socialista Andrés Perelló como nuevo director de Casa Mediterráneo rompiendo una mini-tradición de que ese puesto fuera para un diplomático de carrera. La primera directora de esta institución, que depende básicamente del Ministerio de Exteriores, Yolanda Parrado, era hija de una influyente ex concejala del PSOE de Alicante, María Dolores Marcos, en el contexto de los años dorados de Rodríguez Zapatero, y de Leire Pajín, la misma que se empeñó en que Benidorm fuera una especie de sub-sede de Casa Mediterráneo, a mayor gloria de sus papás, sobre todo de su mamá, Maite Iraola . Luego se fue enderezando la cosa con lo de los diplomáticos.
Perelló: ex alcalde de su pueblo, Bunyol, diputado autonómico durante más de dos décadas, senador territorial, eurodiputado, alma mater de Izquierda Socialista, siempre Pepito Grillo del PSPV-PSOE ya desde los tiempos de Joan Lerma , simpático y dicharachero ….hasta que Pedro Sánchez lo nombra en 2018 embajador de España ante la UNESCO. Y es removido del cargo, hace nada, por el ex ministro de Cultura José Manuel Rodríguez Uribe (sustituido a su vez por Iceta). ¿Puerta giratoria? ¿Portón? Tiene toda la pinta. ¿Es don Perelló, que se hizo muy famoso en Crónicas Marcianas, el perfil más idóneo? ¿Ha roto la tradición de los últimos años de designar a altos funcionarios de carrera del Ministerio de Exteriores? : sí. ¿Lo hará bien? Probablemente sí. Sabe; y tiene pico de oro.
Alberga el Partido Popular todo el derecho del mundo en bramar contra esta designación. Y así se ha hecho desde la Diputación de Alicante, y desde los ayuntamientos de Benidorm y Alicante, en los que gobierna; tres instituciones que forman parte del Consorcio que rige la institución, junto con la Generalitat Valenciana (aunque quien manda de verdad y tiene la sartén por el mango es el Ministerio). Es más: Carlos Mazón ya ha hecho amago de abandono para protestar por el portón giratorio. Portón, también portalada
Juguemos al enredo: Si el PP regentara el Gobierno de la nación y hubiera propuesto para la Casa de Mediterráneo a uno de los suyos, muy/muy de los suyos, ¿protestaría Mazón? Rotundamente no. ¿Fue Mariano Rajoy más mirado en estas cosas? Tal vez: un milímetro más que el PSOE. Un milímetro; tal vez dos. Es una mera apreciación personal, ojo. Juguemos también a la contextualización en tanto en cuanto sin contexto no puede haber texto. Propongo un ejemplo concreto y gráfico como es el de la Sindicatura de Agravios de la Comunidad Valenciana, un juguete de recolocación de políticos de distinto signo y color por el que han pasado hasta ex falangistas conversos; todo en aras al consenso entre los dos partidos mayoritarios que durante décadas han protagonizado el bipartidismo, sinónimo en este caso de turnismo. Ángel Luna, con DNI del PSOE, es síndic de greugues (defensor del pueblo autonómico) porque el adjunto segundo es Carlos Castillo, del PP, quien en un futuro aspirará al puesto mayor. Castillo es ahora como opositor a notarías, pero muy bien remunerado, como en su día lo fue Luna con José Cholbi. Un bucle de puertas giratorias de guante blanco, de seda fina, de lujoso terciopelo. Lujuria giratoria a fin de cuentas.
CODA: Ni Luna, ni Castillo, ni Cholbi, ni el senador socialista Arturo Lizón, primer síndic de greugues, tienen, tuvieron, la dimensión y densidad intelectual de Ángel Gabilondo, Defensor del Pueblo. Entre otras cosas porque don Gabilondo, catedrático de Metafísica y ex rector de la Universidad Autónoma de Madrid, no tiene necesidad de nada, como no tenía ninguna necesidad de haber estado en política (menos aún en el último follón, el de las elecciones madrileñas, soportando, entre otras cosas, los alaridos anti-fascistas de Adriana Lastra).