Podemos ya tiene alcaldable en Alicante. Xavier López, un millenial morado para asaltar los cielos de Santa Bárbara. Llega con brío este activista de la izquierda, que antes lo fue, sin pecado concebido, del Bloc y del PSOE. Para mi no lo es. A las personas hay que juzgarlos por sus actos, y máxime, los que vaya a tomar de ahora en adelante.
Xavier López dice que aspira a ser la primera fuerza de la izquierda en Alicante y que no piensa pactar con el PSOE con tentáculos supuestamente corruptos con Enrique Ortiz. Lo apuntamos como boutade. Está bien, como mensaje de bienvenida, y también de bisoñez. El día a día lo pondrá en su sitio. En el momento que rebusque sus verdaderas expectativas electorales sabrá que sin el PSOE, sin un PSOE fuerte, no hay de nuevo un gobierno de izquierdas. Y eso lo debería saber ya. Otra cosa es que lo acepte (o que no lo verbalice). Pero el PSOE, a diferencia de 2015, cuando la marca potente era la de Podemos, fue lastrado por las políticas de Rubalcaba, más lo que venía carcomido de Zapatero. La pregunta que debería hacerse es ¿por qué Podemos, en 2015, se dejó embaucar por Esquerra Unida?
Pero bueno, no se trata de mirar atrás. Creo que lo más positivo de la elección de Xavier López es la llegada de aire fresco a la política de Alicante, un perfil, en principio, no contaminado, una generación nueva, ahora fuera de la corporación, o sin protagonismo.
López debería saber que el obstáculo del PSOE del que él habla es reversible (o que Podemos lo puede hacer reversible; no debería renunciar a ello a las primeras de cambio). Los socialistas tienen más capas que la de Ángel Franco, la que él señala. Se acaba de ver con el coitus interruptus de las primarias socialistas. Ya descubrirá López lo que es la política, ya descubrirá que Alicante tiene otros obstáculos mayores que los del PSOE que se retroalimentan (y lo hará contra él, o su políticas) y que se justifican en sí mismo porque esa es su razón de ser, esas sus fronteras clientelares o administrativas sobre las que le sustentan.
El problema será que cuando López lo quiera defender, posiblemente, Podemos esté de vuelta y sean las confluencias autonómicas las que le releven. No lo digo yo. Lo dijo Pablo Simón en la entrevista concedida a Alicante Plaza. Más le vale a él y a Podemos que al PSOE le vaya bien si quiere subsistir: el cielo tiene esas cosas. O aprovechas el momento, o después tienes que hacer las cosas sin justificación. Y más le valdría que esa nueva etapa que encarna lo fuera, también, para fortalecer la organización: el pasado no le favorece. El PP gobierna Alicante por no tener un Podemos fuerte, organizado y con determinación (no hubiera pasado lo de Nerea). Desdibujado el asunto de Cataluña, el eje de la política ya está en la derecha y izquierda: esto va de sumas, como mínimo dos y posiblemente tres. Si Casado se tiene que atragantar con Vox, él lo hará con el PSOE. No tengo ninguna la menor duda.
Bienvenido Xavier a este mundo de la política, en Alicante, que es una especie de nuevo San Mamés: las jugadas son eternas, y tienen muchos rebotes. Y un sector de la tribuna lleva la txapela.
Era cuestión de meses que el PSOE y Compromís se revolvieran legalmente contra el proyecto del nuevo Mercado de Elche, una infraestructura gestada en la etapa del PP, y que ahora cuenta con el respaldo de Ciudadanos y Partido de Elche. Al final, Carlos González ha acabado precipitando una decisión que la ejecutiva del partido que lidera Alejandro Soler le venía exigiendo desde hace tiempo, y con informes que lo avalaban.
Esta nueva partida abre dos campos: por un lado, el Mercado Central de Elche se convierte en un asunto trasversal políticamente. Hay que recordar que no es un proyecto únicamente de la derecha ilicitana, lo es de una parte, lo cual puede generar alianzas curiosas en las urnas. Por ejemplo, Ilicitanos de Elche, una escisión del PP, siempre ha sido contraria al proyecto de la empresa de Aparcisa. O el Partido de Elche, que ahora gobierna con la izquierda, que lo defiende. Si es malo para alguien es para esas formaciones independientes.
Y la otra, el PSOE y Compromís, y por tanto, el Ayuntamiento de Elche va a la guerra judicial contra la empresa que tiene el contrato para construir y explotar el futuro mercado. La gran incógnita es si Aparcisa exhibirá pragmatismo y optará por modificar el proyecto, o se cerrará en banda e irá a por la mayor indemnización posible. Ante ello, el Gobierno de González sabe -o debería saber- que va a la guerra judicial y, por tanto, a una batalla legal que se puede postergar durante muchos años. Necesitará de buenos abogados para que la factura sea la mínima.
Será una batalla de extremos, más allá de ideologías. Lo normal es que se aplicara una escala de grises, esa que tanto se echa a faltar en la política actual: es decir, rehabilitado o nuevo, Elche necesita un nuevo mercado, que genere atracción de público. Ahora bien, los placeros se equivocan en una cosa: el aparcamiento es racionable en número de plazas o prescindible en un determinado tipo de vehículos. La tendencia de la movilidad en las nuevas ciudades (y de las ciudades europeas) de ir a comprar con coche en el centro de la ciudad se está acabando; el comercio on line se lo está llevando por delante. El polo de atracción lo genera la calidad de la oferta y del entorno. Pocos urbanistas defenderán esa mole de cemento y de esas características en el centro de la ciudad. Es una cuestión de generación, y de modernidad. Para reflexionar.