ALICANTE. La administración tiene una virtud, y un contrapeso: el alcalde lo es todo, pero necesita de una mayoría en el pleno para gobernar. En este contexto, los alcaldes tienen todo el poder y lo delegan, bien en su grupo político, bien en los grupos que son socios de gobierno. Después, dentro de cada grupo, hay unos tratamientos de lealtad al alcalde, que normalmente son inquebrantables. El bipartidismo lo suele respetar bastante.
En el momento en el que nos encontramos, con Puig en la presidencia de la Generalitat y el PSPV como el partido más votado, así se ha producido. Y esa jerarquía se ha reforzado con la pandemia: sólo hay que ver cómo ha actuado el jefe del Consell y los celos que ha levantado en fases de la gestión de la crisis sanitaria con sus socios. Acertadamente o no, Puig ha llevado esa misma estrategia de liderazgo al partido para, por ejemplo, desplegar iniciativas como el Plan Resistir: Puig no se ha pasado por las agrupaciones para hablar de las bondades del plan -tampoco es que haya podido- y cómo debía difundirse entre los afectados para que se beneficiaran de él. El president ha hecho encuentros con diputados y cargos orgánicos del partido. Y posteriormente, esa fórmula se ha replicado en las comarcas.
Es decir, guste o no guste, Puig ha depositado -y fiado- todo el éxito de las medidas de la recuperación económica entre un grupo de elites o líderes, al frente de instituciones, que deben proclamar las normas básicas de la solución elegida para lograr la recuperación económica. El mensaje, por tanto, es y ha sido claro, guste más o menos: el PSPV de Ximo Puig es un partido de cuadros (orgánicos) y las instituciones deben volcarse en la gestión y en la vocación de servicio. No es el momento de batallas internas, ni discusiones ni mucho menos de mover sillas, abrir expedientes -salvo a los jetas de las vacunas VIP- ni de hacer ejercicios de fuerza. Eso, en todo caso, ya vendrá, cuando toque.
En el caso de San Vicente del Raspeig, hay gente que no lo ha entendido así: aprovechando la dimisión de un concejala, en este caso, Belén Arques, con un mensaje claro -la situación interna en el grupo socialista es insostenible-, la ejecutiva del partido no sólo ha estimado abrir expediente a la concejala dimisionaria, sino también al alcalde, Jesús Villar. Una extralimitación, a todas luces, injustificada (y quizás extemporánea). Ni era el momento, ni hacía falta, cuando la susodicha ha preferido irse, y además cuando la prioridad de toda organización política debe ser, en estos momentos, otra. Puig no se cansa de decirlo en todas sus apariciones públicas. Pero hay ediles despistados. Y además, son sanchistas. Nadie en el seno del PSOE cuestiona en público. Y si lo cuestiona, lo hace en privado. Y si tiene los números, sabe (o debe saber) que no es el momento. Es el momento de ayudar, y ceder. Los números ya se ejecutarán cuando se tengan.
Y eso es lo que ha pasado en San Vicente. Sí, el alcalde, Jesús Villar, no es la alegría de la huerta, pero es alcalde y ha ganando las elecciones, y además con holgura, una máxima intocable para el PSPV de Ximo Puig. Que sepamos no tiene causas judiciales abiertas, ni escándalos de los que arrepentirse o pedir disculpas. ¿Era necesario abrirle un expediente por informativo que sea? ¿Es entendible? ¿En estos momentos? Posiblemente, los impulsores tuvieran motivos, pero no era el momento. Y también tienen los números, pero el PSPV de Ximo Puig entiende que ahora es el momento de los alcaldes, por errática que pueda ser su gestión o la gestión de los grupos. Y de ahí que el propio Villar haya repelido el desafío interno, y seguro que también tiene sus razones, y que en algunos casos hayan pagado justos por pecadores. Pero a día de hoy el PSPV (y el PSOE) es una partido de cuadros, y mandan ellos. Las asambleas son (y se ganan) cuando se convocan. Era el momento de convencer, no de vencer. De ahí el error, y la reacción (legal y legítima) del alcalde. Seguro que las dos partes tienen razón. Pero el mensaje es meridiano: no es el momento de jugar con las sillas, y menos la de los munícipes. Los sanchistas lo podrían hacer en muchos sitios, pero estoy seguro que se contienen por el bien colectivo (socialista). Pero hay despistados que no lo han entendido ( y preocupante es si lo han entendido, pero no atienden a razones).
A partir de enero, los clubes de San Vicente podrán empezar a utilizar las instalaciones para sus entrenamientos.