La Generalitat Valenciana ya tiene presupuestos para 2024. Ahora comenzará el trámite y veremos retoques que sufre. Las cuentas de un gobierno suelen aparentar la verdad de un Gobierno, pero que no siempre coinciden con la realidad. El buen funcionamiento de un presupuesto lo marca la ejecución y la realidad física. Lo he dicho muchas veces, el anteproyecto de ley de unos presupuestos no dejan de ser un papel, en el que se pone y se quita lo que se quiere, pero que contrasta con la realidad.
En el caso que nos ocupa, las cuentas de 2024, al Gobierno del PP-Vox, hay que agradecerle la sinceridad -si es que es así- de poner lo que realmente es ejecutable; es decir, aquello que veremos transformado en verdad palpable en 2025 o años sucesivos. Ahora bien, como todos los gobiernos, la sinceridad también es política, para lo bueno y lo malo. El anterior Gobierno era mucho de poner todo lo posible, y después comprobar que lo palpable era poco (o empantanado), aunque el hecho de estar en el papel le servía de relato. Y en cambio, los Presupuestos Generales del Estado han sido crudos en papel (en inversión), pero después han dado más resultado de lo que decía el propio relato (por exiguo que fuera). Ahora bien, de tinta han derrochado un caudal. Sin embargo, el relato se utiliza en función del interés de cada cual.
Si nos basamos por el relato, se prodía decir que este nuevo Consell quiere ser más sincero. Lo que no sabemos es si será eficaz y efectivo. El tiempo lo dirá. Sea cual sea el estado de cada proyecto -el equipo de Mazón ha reiterado en que en el papel está lo ejecutable-, las cuentas también tiene un tamiz político. Hay comarcas abandonadas en materia de inversión -como el Vinalopó; l'Alcoià-El Comtat y la Marina Alta-; las hay con proyectos continuistas -como la Marina Baixa y la Vega Baja- y hay ciudades agraciadas, como Alicante, Elche o Santa Pola. A la capital le han incluido casi todos los centros de salud e institutos que Luis Barcalá discutió con el Botànic. A Pablo Ruz, el esfuerzo inversor de Sanidad y Educación le da para mantener su argumentario. De la Ronda Sur sólo le deseo que tenga suerte. Su antecesor no la tuvo.
Está claro que Sanidad y Educación suman el grueso de las inveriones, pero las infraestructuras han quedado a la espera de los cambios posteriores. Ni siquiera la Vega Baja, feudo del PP, ha tenido suerte con la carretera CV-95: sólo dos millones de los muchos que necesita ese vial para convertise en el vial para ser el vertedbrador de la comarca.
Las cuentas también ha tenido trampantojo, como la Estación del Tram que se debe construir debajo de Renfe. El argumentario ha sepultado la inversión. Digo yo que se puede cambiar el diseño o se puede esperar el permiso de Adif -si es lo que falta- sin necesidad de tener que borrar el epígrafe de las cuentas. El tiempo, la voluntad y la financiación pondrá al proyecto en su sitio.
Insisto, el éxito de unas cuentas lo marcará el tiempo. No dudo de la voluntad del nuevo Gobierno. Se ha puesto lo urgente, pero también se ha hecho política con ellos (aunque no se quiera admitir). También es verdad que hay condicionantes, como la elevada deuda de la Geberalitat y la baja ejecución, pero eso Mazón y su consellera de Hacienda ya lo sabían de antemano. Conforme pasen los meses, la herencia dejará de ser un argumento y ya analizaremos cómo avanzan esta u otra obra. Y después surgirán otros problemas, que tienen todos los gobiernos: trámites que se etenizan; concursos que resultan fallidos; empresas que abandonan; aumento del precio de los materiales de construcción, expropiaciones que no llegan...Cada proyecto, cada obra, tiene su intrahistoria.
Este es mi modesto entender. Tengo curioso de conocer el análisis del servicio de estudios de Ineca, que suele ser muy minucioso y que en su día logró que el Botànic asumiera su relato de que la inversión del Consell se ajustara a la población de Alicante. Y ahora tienen otro reto: conseguir que el Gobierno del PP-Vox sea transparente en la ejecución de los proyectos, algo en lo que el anterior Ejecutivo no se prodigó.
P.D. PP y Vox ya tienen acuerdo sobre modelo educativo y lingüístico en Baleares. Habrá elección de lengua en las asignaturas troncales, y no en todo los centros, que tendrán la última palabra sobre el modelo que impartirá cada colegio o instituto. El acuerdo tiene tres claves: voluntariedad, que no libertad de elección (el estudiante o las familias piden), posibilidad (los centros tienen autonomía y deciden si es posible) y sin cambio de leyes (se mantienen la leyes del anterior Gobierno, incluido el decreto de mínimos). El banco ya ha dado una prueba: el desdoble de aulas. Veremos si convence, si tiene réplicas en otros territorios y cómo se vende.