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del derecho y del revés / OPINIÓN

La calle de Blas de Peñas

17/03/2024 - 

El otro día acudí a un homenaje al periodista Blas de Peñas Gómez, que le fue ofrecido en la Sede de la Universidad de Alicante por la Asociación de la Periodistas de la Provincia de Alicante, presidida por la incombustible Rosalía Mayor. Esperamos que pronto los simpatizantes del Periodismo tengamos un hueco en esta Asociación, como ya se rumorea. 

Fue éste un homenaje merecido, que esperemos que culmine con el reconocimiento que están pidiendo para él ante el Ayuntamiento de Alicante casi dos mil personas, más de cuarenta asociaciones, así como toda la profesión periodística alicantina, y que suscribo, consistente en que le pongan una calle a Blas de Peñas en esta ciudad, en la que se ha desenvuelto durante casi toda su vida profesional, en la que destacaría la jefatura del diario ABC en Alicante. Esta noticia la anunciaron sus tres hijas a lo largo del acto, que sin duda fue muy emotivo, evidenciando que de casta le viene al galgo. 

El salón de la Sede estaba lleno y acudieron numerosos amigos y personas del gremio y adláteres, entre los que me cuento, a rendirle homenaje y mostrarle su amistad. Quiero destacar la presentación que realizó su amigo, el también periodista Manuel Mira Candell, que pronunció un apasionado discurso acerca de la profesión de periodista y el papel fundamental de ésta en la vida política y social actual. Comparto su opinión de que sin periodismo no puede haber democracia, así como su queja porque por parte de las asociaciones de prensa no haya existido un pronunciamiento serio en contra de la ley de amnistía -aunque no la citó-, que lamentablemente ha sido aprobada en el Congreso esta semana. Aprovecho para decirles que la Comisión de Venecia, órgano consultivo del Consejo de Europa, ha dicho en estos días que una ley como ésta debería contar con más apoyos parlamentarios, es decir, con una mayoría cualificada -entiendo que de dos tercios de la Cámara Baja- y no simple, y critica el procedimiento de urgencia que se ha seguido para su aprobación.  Necesitamos más periodistas, como Blas, toda una vida dedicada a ello desde distintos medios, que sigan trabajando para tengamos una información rigurosa, veraz y a tiempo de los hechos que van acaeciendo. Y que nos expliquen el trasfondo de la realidad y nos den opiniones valiosas en las que inspirarnos. 

 Vaya por delante mi felicitación al homenajeado, a quien tuve la suerte de poder dársela en persona, en recuerdo de tan buenos ratos como pasamos en las tertulias matinales a las que acudíamos en la tele, en un programa mítico que se llamaba “El despertar d’or”. No puedo expresarles lo que era aquello. Los que no tuvieron la suerte de ver alguno de estos programas no se vayan a creer que era aquél un despertar pacífico, sino todo lo contrario. Los contertulios éramos, aparte del citado Blas de Peñas -que es su nombre completo- y de mí, Pedro Nuño de la Rosa, con su melena al viento y la lengua no digamos, y el también abogado José María Bueno, que, por cierto, de bueno tiene sobre todo el apellido. Látigo verbal. Dirigía los debates entonces el presentador César Beltrán, que los hacía muy amenos con la gracia que tiene. A las ocho menos cuarto de la mañana estábamos todos preparados como si nos halláramos ante un ring de boxeo, con el cuchillo entre los dientes. No te podías despistar ni un segundo. Recuerdo que, en una ocasión, Blas -siempre con una vis cómica tremenda y una retranca de aúpa- nos contó en el momento de la cuenta atrás para el inicio del programa un chiste súper gracioso, y se me saltaron las lágrimas de la risa cuando ya estábamos en el aire. Hacía estas cosas que lo convirtieron en una persona entrañable para muchos. Aunque en algún que otro aprieto también nos metió. A mí y a todos. Y hasta recuerdo más de una bronca irrefrenable en vivo y en directo, de las que yo intentaba salir indemne. Ahí aprendí que el que calla, otorga, y que determinadas afirmaciones de otro hay que rebatirlas siempre y en caliente, para que no quede en el aire lo que no queramos. Aquello era un auténtico reto para mí, pues mis tres contertulios -entre los que me costaba dejarme oír, porque hablaban todos por los codos-, se dedicaban a lanzar pullas a diestro y siniestro. En una ocasión me dijo el también periodista Francisco Esquivel, espectador de estas tertulias: “Nombela, no tienes temor de Dios, ni lo has conocido”. ¡Menudo visionario! 

Más adelante continuamos la tertulia bajo la batuta de Andrés Maestre, que pretendía meternos en cintura con su gran profesionalidad. Tarea más que difícil. 

Realmente fue instructivo coincidir en estas tertulias tan combativas con Blas de Peñas y le agradezco sus enseñanzas de maestro del arte del toreo y otras lides, más ligadas a la palabra, si me permite el guiño taurino. Y espero que le pongan esta calle, especialmente porque se lo merece y porque, además, anda que no hay veces que el Ayuntamiento de Alicante no sabe a quién demonios dedicarle una calle, habiendo gente con méritos: déjense de estrellas polares y otras chorradas campestres, por favor.  

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